*La aspiración de Antanas Mockus
*En espera de que termine el Mundial
COMO siempre, cuando Antanas Mockus comienza a asomar las orejas en las campañas políticas, empiezan a removerse las encuestas. Hoy, sin siquiera saber si se va a lanzar o no, pese a confirmar el Consejo de Estado ya que está completamente habilitado, está cerca de situarse segundo en los sondeos por la Alcaldía de Bogotá. Y eso, desde luego, abre la incógnita de si en efecto se va a postular o no. Hasta el momento, ciertamente, la campaña electoral bogotana, como en muchas otras partes del país, se ha visto mediatizada por el fútbol. Primero fue la Copa América y ahora es el Mundial Sub-20 el que copa casi la totalidad de la atención y resta interés a los eventuales electores en las justas municipales. Ello ya venía pasando anticipadamente en Bogotá tanto en cuanto el asunto central durante este año se ha debatido en torno de la suerte de Samuel Moreno y todo el escándalo suscitado alrededor de los anticipos y contratos de obras públicas, que siguen preponderando. Ninguna iniciativa, pues, surgida de la campaña ha tomado vuelo y parece un hecho evidente que la ciudadanía más bien ha determinado esperar para tomar sus decisiones hacia el final.
Lo que no está mal, porque son de mejor factura y presentación las campañas cortas, concentradas en los programas y sus debates, que ese dilatado proselitismo que ocupa largas actividades en los barrios, bazares y reparto de camisetas, y también la toma excesiva de los medios de comunicación. Lo que no significa, por supuesto, que las campañas regionales y municipales no sean de sumo y primordial interés. Es curioso, en todo caso, que en Bogotá, donde sin duda se requiere de un viraje de 180 grados, la campaña por lo pronto tenga tan poco viento de cola. Hay necesidad sin duda de escuchar y saber qué proponen los candidatos en los temas de seguridad, movilidad, corrupción, los asuntos sociales y la marcha económica. Porque Bogotá tiene que volver a crecer al ritmo que lo hizo hace algunos años, no sólo como jalonadora del desarrollo nacional, sino igualmente como expresión de la nueva expansión latinoamericana.
Se sabe, claro, que los que están en liza tienen credenciales contra la corrupción, pero fundamentalmente, más allá de las personas, resulta importante saber las determinaciones y estatutos que se pretenden para que la ciudad recupere el norte en la materia, hace poco tiempo, además, uno de los baluartes de la corrupción en el país. Y está, asimismo, el tema de la seguridad, que es el que más agobia a los bogotanos, especialmente en los estratos más pobres, donde pandillas y diversidad de factores delincuenciales azotan calles y avenidas, inclusive imponiendo toques de queda y haciendo los lugares impenetrables para la Policía.
La aspiración de Mockus despierta, entonces, la atención, por haber sido él Alcalde en dos oportunidades y siempre haber señalado en sus períodos rutas novedosas y esquemas pedagógicos y gerenciales que le permitieron a la ciudad, no sólo constituir una cultura tributaria equilibrada con la ejecución de las obras, que reportó premios a Bogotá, sino las pedagogías ciudadanas que habían permitido a la capital mostrar un rostro diferente, sobre lo cual hay que volver. Está, igualmente, la aspiración de Enrique Peñalosa, que mantiene un legado de infraestructura que ha sido beneficioso; y de otra parte emerge Gustavo Petro, sobre quien todavía se tiene expectativa de sus propuestas, incluso con parte temerosa de la ciudadanía por su pasado guerrillero, pero quien ha pasado a liderar las encuestas en sendos casos.
Entre estos tres, si Mockus se lanza, pareciera estar en juego la Alcaldía, campaña que, como se dijo, está en ciernes y en espera de que termine el Mundial Sub-20 para que tome verdadero vuelo, donde no es descartable, aún, el lote subsiguiente, donde los jóvenes podrían dar alguna sorpresa.