* Verdes quieren despenalizar dosis mínima
* Partido de La U busca afianzar prohibición
Mientras en Bogotá el ex presidente Álvaro Uribe sale en algunos barrios a hacerle proselitismo a Enrique Peñalosa, candidato del Partido Verde a la Alcaldía, en el Congreso prospera el proyecto de ley de la misma colectividad para despenalizar el porte y consumo de la dosis mínima de estupefacientes. Es decir, mayores contradicciones, imposible, porque si bien fue Uribe el que, de un lado, batalló por años desde la Presidencia para volver a imponer la prohibición, ahora resulta que el mismo partido con que hace coalición está listo a desbaratar lo que fue uno de sus puntales ideológicos y administrativos.
En efecto, como se recuerda, el gobierno Uribe, a través de la coalición parlamentaria de entonces, reformó el artículo 49 de la Constitución, dejando sin piso las sentencias correspondientes de la Corte Constitucional, en especial aquellas del ex magistrado Carlos Gaviria, según las cuales el consumo de droga, aún ilegal, hace parte del derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad. De esta manera, el Acto Legislativo 02 de 2009, propiciado por Uribe, estableció particularmente que el porte y consumo de sustancias estupefacientes o psicotrópicas, está prohibido en Colombia, salvo prescripción médica. A efectos de lo anterior, se dijo en la Ley que se recurriría a elementos preventivos, rehabilitadores y pedagógicos para los consumidores. Todo ello quedó debidamente salvado al declararse la Corte Constitucional inhibida mediante sentencia C-574 de 2011 y confirmándose la prohibición.
El senador de La U, Juan Carlos Vélez, decidió precisar legalmente el mandato constitucional por cuanto, en el día a día, permanecía el limbo jurídico sobre qué debían hacer las autoridades cuando encuentran una persona con drogas en dosis mínima, por ejemplo, cómo determinar si se trata de un drogadicto y cuál el proceso de rehabilitación. La misma Corte Suprema de Justicia ratificó recientemente que el porte de estupefacientes en pequeña cantidad estaba prohibido pero no era un delito.
Ahora, contrario a la tesis uribista, senadores del Partido Verde proponen reformar el artículo 376 del Código Penal relativo al tráfico, fabricación o porte de estupefacientes. Al exceptuar allí lo relativo al porte de dosis personal, ésta se despenaliza y prácticamente sería volver a la situación dictada por la sentencia de 1994.
Se trata, entonces, de una evidente contradicción entre los miembros del Partido Verde, de quien Peñalosa es vocero, y los senadores de La U, particularmente los que siguen los dictámenes del ex presidente Uribe. Pensamiento sustentado por parte de los “uribistas” en que el tracto completo del narcotráfico, desde la siembra hasta la comercialización y consumo, debe ser perseguido consecuentemente y supliendo la paradoja que existía en el sentido de que se atacaba a campesinos y comercializadores, pero al final se dejaba libre el consumo interno, así fuera en dosis mínimas.
El tema es sustancial en lo que responde a la campaña por la Alcaldía de Bogotá. Visto el incremento del consumo, especialmente de drogas como el Éxtasis o similares, es interesante saber qué piensa cada candidato al respecto. Y en tal sentido, por igual, comprender si Peñalosa estaría, por lo que viene discutiendo su partido en el Congreso, o si se mantendría con la tesis del ex presidente Uribe, según la cual la prohibición debe ser completa y referida a sanciones precautelativas.
Uno de los temas fundamentales de Bogotá es este, pues se sabe que varias de las pandillas que asolan la ciudad, imponiendo sus criterios criminales en algunas zonas, son a la vez las que gobiernan el tráfico ilícito de drogas en dosis al detal. Tendrá que conocerse, entonces, cuál es la opinión de los candidatos en torno de qué se va a hacer con los jóvenes a quienes encuentran las dosis correspondientes y los que surten ese mercado, ya no tan pequeño en la ciudad como antes se presumía. No se habló, ciertamente, en las giras de Peñalosa y Uribe sobre la materia. Pero hay ahí un tema, más allá del proselitismo táctico y de cierre de campaña, en que los candidatos deben hacer absoluta claridad a la ciudad.