Una de las mayores preocupaciones a nivel sanitario global se relaciona con la forma en que las bacterias y virus que producen muchas enfermedades son cada día más resistentes a los antibióticos de mayor uso en todo el planeta. Esto genera no solo un aumento de la curva de mortalidad y morbilidad por patologías e infecciones que ya se creían controladas, sino que prende las alertas en torno a los riesgos implícitos de nuevas pandemias a corto, mediano y largo plazos.
Desde hace años el cuerpo médico a nivel planetario, así como la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido del peligro que implica la llamada “Resistencia Antimicrobiana”, llamando no solo a la industria farmacéutica, sino a toda la comunidad científica a aportar ideas eficaces para combatir un flagelo que pone en peligro a toda la humanidad.
De allí la importancia de la Declaración Política sobre la Resistencia Antimicrobiana que fue suscrita ayer en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas, que se realiza en Nueva York. Decenas de líderes mundiales se comprometieron con el financiamiento, la gobernanza y la respuesta coordinada a este problema de salud pública global.
La citada Declaración reconoce la resistencia a los antimicrobianos como una gran amenaza a la salud mundial y aboga por una acción colectiva inmediata para salvaguardar la capacidad de tratar las enfermedades humanas, animales y vegetales, al igual que para mejorar la seguridad alimentaria, la nutrición y la inocuidad de los alimentos. En ese orden de ideas, el esfuerzo conjunto no solo permitiría salvaguardar vidas, sino fomentar el desarrollo económico, la equidad y un medio ambiente saludable, todo ello enmarcado dentro de los objetivos de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible.
Como se dijo, este no es un problema menor ni aislado. Por el contrario, en solo 2019 la OMS documentó casi cinco millones de muertes asociadas con infecciones bacterianas resistentes a los medicamentos. De estas, 1,27 millones son atribuibles directamente a la resistencia bacteriana a los antimicrobianos. Lo más grave, el 20% de los decesos fueron niños menores de cinco años.
La necesidad de atacar este fenómeno de salud pública es tan urgente que si no existe una respuesta efectiva a corto y mediano plazos la esperanza media de vida en la humanidad se reduciría en 1,8 años para 2050 a nivel global. Esto bajo la premisa de que la resistencia a los antimicrobianos afecta a personas de todas las edades y no conoce fronteras.