Economía y política en España | El Nuevo Siglo
Domingo, 28 de Diciembre de 2014

Dos elocuentes intervenciones

 

Se dice que a “barriga llena, corazón contento”. Lo que respondería a la filosofía de Sancho, no así al talante de Don Quijote. Lo curioso del devenir político español  es que es irracional. La insatisfacción de las masas parece ir más allá del bienestar económico que comienza a percibirse, y se da como un desasosiego generalizado, el cual explotan a su antojo con las redes sociales los jefes de Podemos. Descontento que no obedece a insatisfacciones del bolsillo,  pareciera que lo que se está es contra los que mandan, sin importar si lo  hacen bien o mal. Los continuos escándalos de corrupción como los de los Pujol, de arraigado cacicazgo político, enlodan el sistema y los de Podemos siembran la duda sobre los más honrados de los políticos que son la mayoría. Se produce como una suerte de falta de credibilidad  sobre  los dirigentes de bien que quieren lo mejor para el país.

En medio de esa situación de tensión  y descontento social, que va desde el segregacionismo catalán, un juez desconoce el parecer de la Fiscalía y se ensaña contra la hermana del Rey, al barruntar la  tesis de que toda esposa de alguno que delinque es cómplice necesaria. A ello se le suma la bronca contra la estatua de Blas de Lezo, impulsada por unos pocos desquiciados que no entienden su significado como expresión del heroísmo y la grandeza de la hispanidad.  En ese cuadro circunstancial se producen dos discursos de la mayor trascendencia para cerrar el año. Se trata de la primera alocución del rey Felipe VI, que sirve para medir la tónica del análisis político actual. Con ese desvarío propio de estos tiempos uno de los diarios de mayor circulación de Madrid se ocupó más del sofá rojo en el cual se sentó el monarca para dirigirse al pueblo, que del contenido de su mensaje.

Lo fundamental es que el Rey convocó a la lucha frontal contra la  corrupción, de la que dijo que “debemos cortar de raíz y sin contemplación”, y dejando a un lado los artilugios verbales se refirió al problema de Cataluña, sobre la cual afirmó que: “la llevamos en el corazón”. Por lo que es preciso, agregó, “regenerar nuestra vida política y preservar nuestra unidad y pluralidad” El monarca también pidió “una economía al servicio de las personas”. En suma, la Corona se hace cargo del hondo desencanto de la población y “el rechazo generalizado a los servidores públicos corruptos”.

El presidente Mariano Rajoy complementó la intervención del rey Felipe VI, con un planteamiento realista y optimista, ratificado por las cifras cada vez más halagüeñas de la economía española. Rajoy ha conseguido lo que parecía imposible: superar la crisis en el menor tiempo posible con las medidas duras y restrictivas exigidas por Alemania, que para algunos eran excesivas y tendían a agravar los males. Rajoy, en tales circunstancias, da un parte de victoria en el balance anual del Gobierno: “2012 fue un año durísimo, 2013 fue el de los recortes, 2014 el del inicio de la recuperación y 2015 será el del despegue definitivo”.