Ecos del Congreso cafetero | El Nuevo Siglo
Viernes, 5 de Diciembre de 2014

Pocas  veces en la historia un cultivo como el café ha sido tan influyente y determinante en la economía de un país como en el caso colombiano, más cuando se trata de una planta importada de origen árabe, que se adaptó a nuestros clima y latitud… El café ha sido como el maná del pueblo elegido, puesto que en  las zonas que se cultivaba, inicialmente, tuvo un efecto redentor.

Los colonizadores antioqueños que extendieron su siembra por inmensas regiones del país lo hacían a lomo de mula, a pie y abriendo paso con el machete, hacia valles y laderas. Algo similar pasó en Santander y otras regiones. Por más de cien años el grano financió en buena parte la economía nacional e impulsó el desarrollo. Algunos grandes cultivadores consiguieron convertirse en industriales y otros se quedaron de rentistas, lo que incidió en la  evolución socioeconómica nacional.

El Pacto Internacional del Café con su sistema de cuotas favoreció por décadas nuestra economía. Al abolirse, el afán de producir más determinó que un sector de la producción prefiriera la cantidad que la calidad, pese a que lo que más pesa en los mercados internacionales es el último factor, a tal punto que señala el precio del mismo. De allí que hoy por hoy debemos multiplicar los esfuerzos por innovar, sembrar y producir el mejor café, tal como señala el presidente Juan Manuel Santos.

En promedio la industria petrolera por cada millón de dólares invertido genera un puesto de trabajo, en tanto el café, con una pocas hectáreas de cultivo, puede mantener familias enteras. 

El gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Luis Genaro Muñoz, ha presentado un balance positivo de su gestión. Dentro del esquema de la producción 2010-2015, se han duplicado las cosechas, con la ayuda estatal y el empeño de los caficultores beneficiados por el alza del precio internacional del grano. En vista de que las lluvias y la naturaleza tropical golpean un sector que lucha por producir más y mejorar la calidad, se deben deponer las naturales rencillas y preservar la unidad del gremio que representa a más de 3 millones de personas.