El ejemplo bogotano | El Nuevo Siglo
Lunes, 1 de Julio de 2024

* Ciudadanía avanzó en uso racional del agua

* Urge reforzar la campaña de concientización

 

Desde el mismo momento en que, a comienzos de abril, la alcaldía de Bogotá anunció el inicio de un esquema de racionamiento preventivo en el servicio de agua potable para evitar el riesgo de un desabastecimiento del preciado líquido, así como de un apagón eléctrico por cuenta del nivel crítico en el sistema agregado de embalses que surten a la ciudad, indicamos desde estas páginas que se estaba poniendo a prueba el civismo y la responsabilidad de los más de diez millones de bogotanos y habitantes de varios municipios anexos que son atendidos por la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de la capital del país.

Tres meses después se puede asegurar que la ciudadanía respondió a este complicado reto, que le exigía no solo aplicarse a un uso racional del agua en su cotidianidad, sino también proceder a una adecuación rápida y funcional al cronograma de nueve cortes rotativos cada 24 horas por parte de todos los sectores productivos y de generación de productos, bienes y servicios de una región que concentra una cuarta parte del Producto Interno Bruto del país, tal y como el 20% de la población nacional.

En ese orden de ideas, esta segunda fase del esquema de racionamientos de agua, que comenzó precisamente ayer y que flexibiliza los turnos de cortes, es un resultado de la disciplina con que las familias, empresas, comercios y demás instancias públicas y privadas respondieron al ahorro obligado del vital líquido.

Las cifras son contundentes: en estos tres meses la ciudad alcanzó un promedio de ahorro diario de 1,81 metros cúbicos por segundo, lo que corresponde al 90% de la meta que se fijó inicialmente. Del mismo modo, en materia de reducción del consumo se buscaba un 11%, lo que se alcanzó en un 93%.

De hecho, tal como lo explicaron el alcalde Carlos Fernando Galán y la gerente de la EAAB, el 20% del crecimiento de los embalses se debe al esquema de restricciones y al buen comportamiento de los ciudadanos con el ahorro voluntario de agua. Es más: de no haberse abocado este racionamiento preventivo el sistema Chingaza estaría posiblemente hoy en 106 millones de metros cúbicos y no en los 120,5 millones de metros cúbicos que registró al cierre de junio.

Quedó finalmente comprobado que por más que se recuperara el promedio histórico de lluvias en el segundo trimestre, cuando se transitó la fase final del fenómeno climático de El Niño, era necesario acudir a un esquema de cortes programados para conjurar cualquier riesgo de escasez crítica de agua, así como de una restricción obligada en el servicio de energía eléctrica.

Ahora bien, no hay que cantar victoria ni relajarse. Es cierto que se logró neutralizar un peligro a corto plazo, pero las alertas permanecen encendidas. Ello explica por qué el esquema de turnos o restricciones regirá ahora cada día de por medio y por 24 horas cada uno. Con los embalses que constituyen el sistema Chingaza en un promedio de llenado del 42%, es necesario mantener el mecanismo de ahorro con miras a llegar a finales de octubre a un 70%, con lo que se descartaría cualquier riesgo para 2025.

No hay que perder de vista que ya está terminando la primera temporada invernal del año y si bien se tiene previsto que este segundo semestre esté marcado por los efectos del fenómeno de La Niña (que se caracteriza por un aumento de la pluviosidad y las bajas temperaturas), una ciudad de las características poblacionales, económicas y sociales de Bogotá no puede exponerse a una nueva alerta como la registrada al final del primer trimestre.

Por lo mismo, además de una mayor eficiencia en la planta de tratamiento Tibitoc, es necesario seguir tomando precauciones para fortalecer el sistema Chingaza. Es allí en donde se requiere que los capitalinos continúen aplicando de forma natural y cotidiana los patrones conductuales de uso racional de agua y luz. La ciudadanía no puede relajarse ahora y menos pensar que el peligro de un apagón o racionamientos drásticos del preciado líquido desapareció definitivamente.

Por el contrario, desde la administración distrital debería redoblarse la campaña de concientización para que las familias hagan permanente esa disciplina de consumo responsable que aplicaron en estos últimos tres meses. Está claro que si se presenta un cambio brusco de tendencia habría que reimplantar el sistema de cortes más drástico. La meta en esta nueva fase es que no se sobrepasen los 16,6 metros cúbicos de consumo por segundo. Esta es una tarea de todos: individuos, familias, vecinos, empresas, comercios y comunidad en general. Ya se demostró que sí se puede avanzar en un uso más racional y responsable del agua. No bajemos la guardia. Bogotá debe dar ejemplo al país.