El mensaje papal | El Nuevo Siglo
Miércoles, 16 de Abril de 2014

Interrogantes existenciales

Síndrome de Goyeneche

El pasado Domingo de Ramos el Papa Francisco inauguró las ceremonias rituales de la Semana Santa en la Plaza de San Pedro, en  concurrida misa  a la que asistieron más de 100.000 feligreses. En dicha ocasión la Iglesia celebra la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. El público agitaba ramos de olivo en señal de convivencia y paz, que fueron bendecíos por el máximo jerarca de la Iglesia Católica. El Papa lucía un tanto pálido, quizá por el hábito rojo de la ocasión que recuerda la sangre derramada por Jesús al ser crucificado. En el curso de la misa se hizo la lectura en la que se cuenta que los apóstoles se adormilaron sin percatarse de la traición de Judas, que le costaría la vida al Maestro. El Papa, que parecía oír la lectura ensimismado en sus inquietudes, de improviso  se incorporó y dijo: “¿Soy yo como Judas? Hemos sentido otros nombres: los discípulos, que no entendían nada. Que se dormían mientras el Señor sufría. ¿Mi vida está adormecida?". Así que  indagó: "¿Soy como los discípulos que no entendían? ¿O, quizás, traiciono a Jesús como ese discípulo que quería solucionar todo con la espada? ¿Soy yo como ellos? ¿Soy yo como Judas que hace parecer que ama a Jesús y lo besa para traicionarlo? ¿Soy yo traidor?".

Y  con renovado aliento y tono firme insistió: "¿Soy yo como aquellos dirigentes que, rápidamente, arman el tribunal y buscan falsos testimonios? Cuando hago estas cosas, si es que las hago, ¿creo que así estoy salvando al pueblo? ¿Soy yo como Poncio Pilatos? ¿Cuando veo que la situación se pone difícil me lavo las manos y no sé asumir mi responsabilidad y dejo condenar, o condeno yo a las personas?". Y sigue en su interrogatorio que suscita una fuerte conmoción espiritual entre la multitud sobrecogida de fervor: "¿Soy yo como aquella multitud que no sabía bien si estaba en un reunión religiosa, en un juicio o en un circo y elige a Barrabás? ¿Soy yo como los soldados que escupen, insultan, golpean al Señor? Se divierten con su humillación.  ¿Soy yo como José, el discípulo escondido que carga el cuerpo de Jesús con amor para darle sepultura? ¿Soy como estas dos Marías, que permanecen en la puerta del sepulcro llorando, rezando? ¿Dónde está mi corazón? ¿A cuál de estas personas me asemejo? Que esta pregunta nos acompañe durante toda la semana", finalizó el Pontífice.   

Los interrogantes papales suscitan toda suerte de  preguntas y conducen a un examen de conciencia, en el cual todos se preguntan hasta dónde llega su compromiso con los postulados del cristianismo que  señala Francisco. Es evidente que las respuestas varían de unos a otros, mas lo evidente es que constituyen un desafío para los creyentes y aun para los curiosos e indiferentes que se acercan a la Plaza de San Pedro, para oír de viva voz al rector de la Iglesia.

En estos días de Semana Santa y reencuentro familiar, bien vale la pena compartir los postulados que exalta el Papa, que son tan antiguos como la humanidad y que por desgracia solemos olvidar en el curso de la cotidianidad existencial de los desafíos del día a día.En particular cuando afirma: "¿Quién soy yo frente a Jesús que sufre? Hemos sentido un nombre: Judas. Treinta monedas. ¿Soy yo como Judas?”.

Cuantos oyeron al Papa nos dejan un testimonio sobre el impacto de su alocución y la forma magistral como indujo a un masivo examen de conciencia, sobre su propia forma de vida y el compromiso con la Iglesia. Al aplicar los interrogantes del Papa al caso colombiano en una Semana Santa salpicada de propaganda electoral, conviene recordar que la política en un país como el nuestro con tantas necesidades y urgencias sociales, reclama más compromiso social. Lo que  quiere decir que nuestros candidatos no deben dejarse tentar por lo que en el argot popular se denomina síndrome de Goyeneche. Ese pintoresco personaje en el siglo pasado solía contarles a los estudiantes de sus ambiciones presidenciales y anunciar que de llegar al poder, entre sus medidas estaría canalizar el río Bogotá y dotar de marquesina a la capital. El populismo delirante es la peor manera de banalizar la política y de engañar al pueblo. Necesitamos de la alta política, con propuestas realistas macro para la solución de los problemas colombianos.