El monumento a Blas de Lezo | El Nuevo Siglo
Lunes, 8 de Diciembre de 2014

En 1959  es consagrada Cartagena como Patrimonio Nacional de Colombia y en 1984 la Unesco la declaró Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad. La ciudad amurallada, que el rey Felipe II imaginaba divisar desde El Escorial, es  la  representación de la arquitectura y cultura de su tiempo en nuestra región que dejó su impronta en la historia. No se concibe el Imperio Español sin Cartagena, ni la historia de la lucha continua que desde las fortalezas militares fijas levantadas por España, se libró con otras potencias, en especial por el desafío de  la movilidad de las naves de  Inglaterra y los corsarios fletados por las potencias europeas y los piratas que buscaban el botín  por cuenta propia. Cartagena, por su situación geográfica, era el paso obligado para controlar por mar y tierra esta zona del Imperio. Inglaterra sueña con apoderarse de la opulenta y estratégica ciudad, para extender sus dominios y predominar en el mundo, desde los tiempos del autócrata Oliver Cromwell, quien jura destruir el Imperio Español.

Quiso el destino que en Cartagena  se librara uno de los capítulos más significativos de ese duelo de las potencias por el predomino en Hispanoamérica, que  capitanea el almirante Blas de Lezo, como defensor y como atacante el aguerrido almirante Edward Vernon. Esos tiempos de dura prueba y valor de defensores y atacantes,  figuran en los anales de la historia militar como una de las hazañas militares  más trascendentales de la humanidad. Pocas veces con tan pocos efectivos se ha conseguido una victoria militar como la de Blas de Lezo, en tiempos del virrey Sebastián de Eslava, a los que  los cartageneros apoyaron hasta el sacrificio. Don Miguel Antonio Caro consideraba que esa fecha debía ser por excelencia la más importante de Colombia y de  la hispanidad.

En días pasados, en Madrid, se develó una estatua de Blas de Lezo, para que las generaciones sucesivas  le rindan culto a su  memoria y los valientes que lo acompañaron, criollos y españoles. Pues sus hazañas constituyen un punto de quiebre en la historia universal.