El mundo se toma las calles | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Enero de 2015

*El fenómeno del Papa Francisco

*De París a Chechenia y Venezuela

HA  roto el papa Francisco, en su gira por Asia, todos los récord en materia de popularidad. De seis a siete millones de personas se aglutinaron en la misa campal, en Manila, de modo que no es una exageración argüir que un país completo, de carne y hueso, se puso de pie en torno suyo. Para el caso, en efecto, una sumatoria de personas del tamaño de ciudades como Bogotá o varias naciones de la dimensión de Uruguay reunidas.  Lo que demuestra, por descontado, el carisma y atención que despierta su persona y mensaje.

No parece, ciertamente, haber parangón en alguien que suscite semejante fenómeno. De hecho, recientemente en Francia, especialmente en París, el mundo pudo observar con satisfacción cómo los galos se congregaban en la Plaza de la República para repudiar la matanza de Charlie Hebdo. Lo que interesó, entonces, fue la manifestación espontánea e inmediata del pueblo, sin distingo, que se tomó las calles a raudales. Y más bien los cincuenta líderes políticos, de todas partes del mundo, se vieron un poco fuera de lugar en la extra marcha que, por motivos de seguridad, se preparó colateralmente para ellos. De modo que la desconexión fue, de alguna manera, evidente. En tanto, la expresión natural de los parisinos, que sacaron a relucir sus convicciones de forma pacífica y unitaria, y recordaron la raigambre de su historia viva, será motivo de remembranza y enseña democrática por décadas.

El ejemplo no se ha hecho esperar. El mensaje estuvo claro en el sentido de que se puede (y debe) protestar sin violencia y por supuesto que ello es mucho más efectivo e inteligente que recurrir a las balas. Precisamente, en esa dirección, ayer en Grozni, Chechenia, el pueblo se volcó en suma de un millón de personas en la plaza central, casi la población entera, para pedir respeto por sus convicciones religiosas y contestar lo que llamaron las provocaciones de las nuevas caricaturas de Charlie Hebdo. Si bien la marcha fue promovida por el Gobierno, es la demostración de que el pueblo musulmán puede (y debe) expresarse en el ágora planetaria. Que ello ocurra en la pequeña Chechenia, un lugar recientemente impactado por la guerra civil separatista y la mano férrea de Rusia, es evidencia, por lo demás, de que el mundo se convierte, cada día más, en una aldea global. No necesariamente la virtual, propia de la informática y las redes sociales, sino aquella en donde cuenta, por encima de todo, la presencia efectiva de la gente.        

Hace un tiempo, usando las redes sociales para la convocatoria, se proclamó la “primavera árabe”. Por primera vez la población de diferentes países de la zona, como en un dominó, se opuso en las plazas a los regímenes de turno. Varios cayeron. Aunque la resolución no ha sido fácil, tanto en cuanto la democracia no es mágica o automáticamente un método que pueda imponerse sin una mentalidad proclive, como tampoco es fácil sustituir sultanatos y dictadores sin un sistema alternativo a la mano, el hecho es que la dirección correcta sigue estando en las calles. De suyo, en Turquía, una gigantesca manifestación en defensa de un parque, frente al palacio presidencial, puso a tambalear al poderoso régimen que hubo de recular en las obras que pretendía.

  En estos días, justamente, líderes de la oposición venezolana han prometido volver a recurrir a las calles para denunciar y poner fin al régimen de oprobio que allí se vive y tiene a los venezolanos haciendo grandes colas para obtener los artículos de primera necesidad. Una verdadera infamia, en uno de los territorios más ricos de América Latina. Hoy, el 80 por ciento, de acuerdo con los sondeos, está en contra. Trasladar la insatisfacción a las calles es apenas un deber, más allá del divisionismo de la oposición.

En tanto, el Papa Francisco no deja de sorprender y romper récord. El catolicismo activo y vital, a la vez que contemporáneo, lúcido y cercano, que encarna, está a la vanguardia de un mundo, como dice, cercado por el materialismo y la violencia. Nadie lo hubiera pensado de este modo, hace poco más de un año, cuando llegó de un apartado rincón del mundo.