El sueño del Faraón y los ciclos | El Nuevo Siglo
Lunes, 19 de Enero de 2015

La Biblia  cuenta  del Faraón que sueña un río del cual salen siete gordas vacas a pastar. En el mismo estado onírico, percibe que salen otras siete vacas del río, con aspecto enfermizo y débil por la hambruna, las que se  acercan a las gordas y las devoran. Un angustiado y sudoroso Faraón despierta Después, al  reconciliar el sueño, observa siete espigas que crecían fuertes de una sola caña, después  irrumpen siete espigas raquíticas y al borde de secarse. El sueño provoca una alerta en la conciencia del gobernante sobre el futuro incierto; al día siguiente llama a sabios y magos, para que interpreten lo acaecido en la noche anterior… Cada uno queriendo atraer el favor del poderoso daba al azar su propia interpretación, con argumentos flojos y poco convincentes. El Faraón, indignado,  los echa de su presencia, en cuanto lo trataron como  un idiota fácil de embaucar.

Los  cortesanos recuerdan al esclavo José, que estaba en la cárcel, gozaba de fama de listo e interpretaba sueños; de inmediato lo liberan  y envían donde el Faraón. El poderoso soberano, que mantenía en la esclavitud a los judíos y sometidos al vasallaje a otros pueblos, le pregunta si interpretaba los sueños. José, cauteloso, expresó que sería Dios el que diera respuesta al Faraón.

Y  dijo: Dios  muestra al Faraón lo que va a hacer. Lo de las  siete vacas y las espigas hermosas, su sueño es uno mismo. A la inversa, la otra imagen del sueño corresponde a siete años de hambre y dolor. Por lo que  José le aconseja aprovechar los años de abundancia para sobrevivir los de penuria.

Los ciclos económicos se rigen por principios similares que afectan la economía de los países,  cuando por años se mueven en etapas de abundancia y de improviso enfrentan cambios negativos bruscos que llevan a la devaluación, la inflación, la crisis de productividad, las pérdidas multimillonarias, las quiebras y despidos. Los políticos con visión de estadistas entienden mejor los ciclos económicos que los especialistas aferrados a doctrinas que consideran infalibles. Ignorar los ciclos económicos conduce a situaciones desesperadas como la que vive hoy Venezuela.