Estadísticas de papel | El Nuevo Siglo
Jueves, 25 de Agosto de 2011

*¿En verdad somos menos pobres?
*Otra vez cambian las metodologías


LA  noticia de que se redujo la pobreza es obviamente buena. Lo malo, desde luego, es que sea por un cambio metodológico en las cifras. Y eso es lo que ha tendido a pasar con diferentes mediciones en Colombia. De este modo se pierden certezas y se desconfía de los resultados.


Desde hace un tiempo eso viene pasando. Y no está bien que ello suceda. Mucho menos sorpresivamente y sin advertencias a la sociedad. Solo se dan a conocer los resultados repentinos, sin que antecedan explicaciones de cómo se hacen los muestreos y en qué momento se cambiaron las técnicas. Este primer punto genera ambivalencias y no permite claridad en el proceso democrático que debería consolidarse con las cifras que da el Estado en todas sus áreas y no despertar, por el contrario, suspicacias. No porque los métodos adoptados sean buenos o malos en sí mismos, sino porque sin las explicaciones a la ciudadanía, en su momento, parecen más bien índices que tratan de ajustarse a las exigencias internacionales, pero no necesariamente a las realidades contantes y sonantes.


Uno de los casos más dramáticos al respecto ha sido el de los rubros de empleo y desempleo, modificados durante la Administración anterior. De repente se dijo, al presentar algún día los nuevos resultados, que empleado era todo aquel que realizara una actividad, y en esa definición entraron, entonces, hasta los vendedores ambulantes. De esta manera, obviamente, el índice de desempleo bajó, pero igualmente distorsionó por completo la definición de empleo a que Colombia estaba acostumbrada. De allí en adelante todas las variables se modificaron y hoy cada vez que se publica el dato de empleo mensual o trimestral se tiene, de antemano, una prevención al respecto.


Lo mismo ha ocurrido con otras estadísticas, por ejemplo, las de seguridad. En su momento, uno de los directores del DANE, César Caballero, mantuvo los rubros de acuerdo con los métodos tradicionales, pero fue expulsado del Gobierno, que estaba necesitado de mejorar las incidencias del orden público, así fuera a través del papel. Muchos cambios en esa dirección han modificado el escenario. Por ejemplo, el secuestro se reputaba a partir de 36 horas de estar desaparecida una persona. Ello se cambió por el desaparecimiento durante ocho días, de modo que los índices de secuestro bajaron dramáticamente, pues las mal denominadas “pescas milagrosas” quedaron en el limbo estadístico.


Igual procedimiento se ha establecido para indagar la calidad de vida de los colombianos y en esa dirección también se han cambiado múltiples estadísticas estatales. Siempre tratando, ciertamente, de mejorar la exposición y gestión del Estado, cuando ello no responde a las variantes metodológicas acostumbradas.


Ahora resulta que, por el mismo sendero, se van a cambiar las metodologías en la medición de la pobreza. Sorpresivamente así lo anunció anteayer el Gobierno, a través del Jefe de Planeación Nacional, cuando presentó unos resultados en vías descendentes. No porque así estuviera ocurriendo en la realidad, sino porque se había adoptado otro método. Y, por igual, nunca se advirtió que iba a ser así, sino que repentinamente, en cualquier foro, se presentaron los resultados bajo la nueva óptica, de improviso expuesta a la sociedad con sus resultados concomitantes.


Todo ello no ayuda en lo que se necesita de transparencia en las cifras estatales. Colombia, a diferencia de Venezuela u otros países latinoamericanos, solía tener unas cifras más o menos respetables, en las cuales basar los estudios, las mediciones y los análisis, y aun proviniendo del DANE, que algunos cuestionaban.
Sería para celebrar que la pobreza hubiera cedido realmente en los porcentajes aducidos. Pero al conocer que simplemente fue un cambio metodológico, el desinfle comienza a ser superlativo. Se sabe que el país tiene uno de los peores índices de Gini en América Latina, es decir, que sigue siendo una de las naciones mas desiguales del mundo. Cuando las estadísticas reflejen verdaderos cambios en el campo correspondiente, podrá festejarse. En tanto, se espera que no se sigan modificando las cifras para presentar resultados de papel.