Falacias, barbarie y toros | El Nuevo Siglo
Miércoles, 7 de Enero de 2015

La   noticia del caso de barbarie que en Turbaco (Bolívar) protagonizó un sujeto armado de un puñal, al que se sumaron unas 15 personas para agredir de manera cobarde y despiadada  a un toro, golpeándolo e hiriéndolo hasta causarle la muerte, ha concitado el interés e indignación de la opinión pública en estos días en los que se despereza el año.

Sobre el repudiable hecho, punible a todas luces, ocurrido en un certamen popular, han salido a opinar las autoridades locales, nacionales y muchos sectores a través de los medios de comunicación y las redes sociales. Incluso el Gobernador, en propiedad, de Bolívar declaró que se debe convocar un referendo para que la ciudadanía decida si se permiten o prohíben las llamadas corralejas. A su turno, un alto funcionario que está por estos días encargado de la administración departamental bolivarense culpó del grotesco y vil ataque al toro nada menos que al Alcalde de Turbaco. Entre tanto, los defensores de los derechos de los animales, con razón, pusieron el grito en el cielo.

Aun así, la difusión del desagradable episodio ha dado lugar a diversas falacias, afirmaciones desproporcionadas o sugerencias absurdas. La primera falacia se refiere a que si un desadaptado apuñala a un toro en una corraleja, se deben prohibir estos eventos populares y, de paso, las corridas de toros. La comparación y deducción son absurdas, pues sería tanto como decir que si un hombre agrede a su esposa, se debe prohibir el matrimonio. No, la violencia intrafamiliar es un delito grave y debe ser castigado drásticamente, pero afortunadamente la mayoría de los hombres y mujeres no incurren en ella.

En realidad, en el caso de Turbaco lo que hay es un asunto puramente policial y de manejo de ese tipo de eventos, a los cuales no se debe permitir que ingresen elementos armados. También se debe promover, de paso, la concienciación ciudadana al respecto para que se aísle a los agresores y se avise a la autoridad competente. 

La otra falacia es comparar las corralejas, un festejo popular abierto y sin más reglas que correr para no dejarse arrollar por el toro, con la tauromaquia. Nada que ver. Las corridas de toros son un arte, en ellas el matador muestra su temple, disciplina y creatividad, frente a una bestia poderosa que lo puede despachar al otro mundo al menor descuido.