Geopolítica y diplomacia | El Nuevo Siglo
Domingo, 7 de Diciembre de 2014

Los periplos presidenciales

México y Perú, citas clave

 

Uno de los elementos característicos del arranque del segundo mandato del presidente Juan Manuel Santos ha sido un mayor dimensionamiento de la estrategia internacional, la misma que en su primer gobierno le rindió muchos frutos en materia política, económica, de inversión social, de recuperación de la imagen del país y, claro está, en la creación de un amplio grupo de naciones y entes multilaterales que respaldan el proceso de paz. En los últimos tres meses el Jefe de Estado ha realizado periplos por Estados Unidos, la Unión Europea y varios países suramericanos, cada uno de ellos con objetivos muy concretos. Tanto en la exposición ante el pleno de Naciones Unidas y luego en la maratónica gira por España, Bélgica, Alemania, Portugal, Francia y Reino Unido, jefes de gobierno y autoridades al máximo nivel fueron muy receptivas no sólo a la explicación de los avances en la negociación con la guerrilla, sino a las solicitudes de apoyos económicos para la etapa del posconflicto en Colombia. Por igual la Casa de Nariño ha sido muy proactiva en las reuniones de la Alianza Pacífico y la Unasur, así como en las gestiones para apuntalar el proceso de ingreso a la OCDE. Las cumbres con los presidentes y gabinetes de Perú y Ecuador, así como la profundización de las comisiones binacionales con Venezuela, también deben sumarse a esa potencialización de la estrategia diplomática, en cabeza del Jefe de Estado y la canciller María Ángela Holguín. Una estrategia que no sólo se refleja en las giras al exterior sino también en la reciente visita a Colombia de líderes y autoridades de primer nivel, como el Príncipe de Gales, el rey Juan Carlos, el Gobernador General de Canadá y el Vicepresidente de Estados Unidos, entre otras personalidades.

Precisamente el viernes pasado el Jefe de Estado estuvo en Quito, en donde la Unasur reiteró su apoyo al proceso de paz. Y mañana el Presidente irá a Veracruz, México, para participar de la XXIV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, que este año tendrá como tema central el de “Educación, Innovación y Cultura" como motores de desarrollo e integración. Estas reuniones han cobrado especial importancia en los últimos años, a medida que dejaron atrás la formalidad protocolaria y empezaron a fijarse metas y cronogramas de seguimiento puntuales sobre los compromisos adquiridos por las naciones participantes.

Tras el cónclave en México, Santos viajará a Perú a una de las citas mundiales más importantes del año: La 20ª sesión de la Conferencia de las Partes (COP20) en la que se busca acordar el borrador del nuevo acuerdo contra el Cambio Climático. Colombia ha tenido un papel de liderazgo y capacidad propositiva en este tema, razón por la cual es clave la participación en esta cumbre que debe proyectar las bases para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en las siguientes décadas. Esas metas y consensos serán la nueva plataforma de lucha contra el calentamiento global que debe concretarse en París el próximo año, cuando se tiene previsto firmar el pacto que reemplazará al Protocolo de Kyoto, que vence precisamente en 2015. La idea del Gobierno colombiano es que de Lima salga un borrador de acuerdo que lleve a adoptar metas ambiciosas a corto, mediano y largo plazos para frenar el aumento de las temperaturas planetarias. No hay que olvidar que Colombia es una de las naciones más vulnerables al cambio climático y por eso ha insistido en que se pacten medidas de orden global. Para ello ha propuesto que todos los países deben contribuir en las metas de mitigación teniendo en cuenta sus capacidades nacionales para solucionar este problema multilateral.

Como se ve, el componente internacional del Gobierno colombiano está implementándose a todo vapor. Pese a los resultados positivos, aún persisten algunas pocas voces críticas que no entienden la importancia de la estrategia diplomática en un mundo globalizado. Se trata de visiones miopes y criterios que rayan en el provincialismo arcaico. Si algo ha demostrado el escenario geopolítico imperante es que los países y gobiernos que se encierran y son tímidos a la hora de salir a buscar mercados, inversión extranjera, vender su imagen y promocionar sus potencialidades, así como apuntalar apoyos concretos para políticas y programas prioritarios, están condenados al ostracismo y el atraso. La diplomacia moderna es un elemento trascendental, que exige altos niveles de especialización, enfoque y, sobre todo, integralidad. Y en ello Colombia ha dado muestra en los últimos años de ser una nación aplicada.