La política como vocación | El Nuevo Siglo
Miércoles, 31 de Diciembre de 2014

Al  recibir la noticia de la partida al otro mundo de Rodrigo Marín Bernal, famoso capitán de las huestes conservadoras de Álvaro Gómez, como tal  formado en el estudio de la realidad colombiana y en combinar   posibilidades de cambio para el desarrollo dentro del orden. Rodrigo  era nativo del Departamento de Caldas, que había sido fortín del nacionalismo conservador  inspirado en la Acción Francesa, lo mismo que, después, del ospinismo y el alzatismo, siglas que en un momento dado distinguían a los conservadores de diverso cuño. El entonces joven político salía elegido al Congreso con el apoyo de Álvaro Gómez, que solía hacer campaña por el país apoyando nuevas figuras, hasta constituir uno de los equipos políticos más aguerridos y talentosos del Congreso. Abogado de la Universidad Nacional, en el momento de graduarse prevaleció en su ánimo la pasión política como un medio para servir con criterio nacionalista al país.

Se destacó primero en Bogotá como Contralor de la ciudad, labor que cumplió a cabalidad en procura de que se invirtieran bien  los dineros públicos. Posteriormente salió elegido  a la Cámara de Representantes y al Senado de la República, donde se le respetaba  al intervenir con propiedad y elocuencia  en temas constitucionales, económicos, cafeteros  y sociales, que eran los de su preferencia. Se desempeñó como ministro de Desarrollo en el gobierno de Belisario Betancur, de Trabajo en la administración de Julio César Turbay Ayala; diplomático, embajador en España; en esos cargos se destacó por sus iniciativas, laboriosidad y competencia. Con Álvaro Gómez, fue de los fundadores del Movimiento de Salvación Nacional, siendo revocado su escaño al Congreso en ocasión de la Asamblea Constituyente de 1991. Como director de El Siglo, dejó honda huella. Luchó por  la candidatura conservadora, durante la cual proponía defender un proyecto de ley para  devolver a los cafeteros parte de lo  que éstos le han entregado a la Nación durante muchos años en divisas, que entre 1968 y 1993, superaban los US$ 4.500 millones de esas calendas. Se trataba del reembolso  a través del Fondo Nacional del Café, con la finalidad de mantener un precio interno real que corresponda a las necesidades de la industria. En los últimos años se ausentó  de la vida pública y  se convirtió en erudito exégeta de la Biblia.