Pinchazo en pruebas PISA | El Nuevo Siglo
Martes, 5 de Diciembre de 2023

* Lupa al retroceso académico colombiano

* La brecha entre educación urbana y rural

 

La calidad del sistema de educación en Colombia tiene puntos altos y bajos. En algunos indicadores, empezando por la cobertura y los niveles de alfabetización, el rendimiento es superlativo, como ha quedado demostrado en el cumplimiento anticipado de las metas respectivas tanto de los Objetivos del Milenio como de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, estos últimos de cara al 2030. También es claro que en materia de infraestructura, equipamiento, acceso gradual a internet y otros aspectos cuantitativos el país ha mejorado, en gran parte porque el rubro educativo es el de mayor destinación presupuestal desde hace varios años, un énfasis que no muchas naciones pueden hacer.

Sin embargo, en otros aspectos hay falencias innegables. El recurso docente tiene fallas en actualización pedagógica y profesional, los pensum requieren una reingeniería a fondo, hay muchos altibajos en el rendimiento académico entre zonas urbanas y rurales, así como entre la instrucción que se recibe en escuelas y colegios públicos frente a los privados. A ello debe sumarse que el acceso a la educación superior continúa registrando cuellos de botellas drásticos, hay sobreoferta en algunas carreras clásicas y un déficit muy marcado en cuanto a ingenierías, ciencia, tecnología e innovación. Por último, pero no menos importante, no existe un acompasamiento efectivo entre lo que requiere el mercado laboral y la oferta de personas con preparación en oficios o en los niveles técnicos, tecnológicos y profesionales.

Es en ese marco que deben analizarse los resultados de los estudiantes colombianos en las pruebas estandarizadas que se aplican en el marco del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA), que coordina la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), una instancia que reúne a los países con mejores políticas de gobierno y a la cual pertenece nuestra nación desde hace varios años. Dichas pruebas sirven como termómetro para medir las capacidades, habilidades y aptitudes de los alumnos en cuanto a lectura, matemáticas y ciencias, esto bajo el entendido de que el desempeño en esas tres áreas es vital para la resolución no solo de problemas académicos, sino de situaciones cotidianas que requieren un esfuerzo en materia de conocimiento y análisis.

En las pruebas aplicadas el año pasado a estudiantes de secundaria en 80 países, Colombia participó con cerca de ocho mil alumnos de 15 años tanto de instituciones públicas como privadas, tal y como de zonas rurales y urbanas. Además de evaluar el rendimiento en las tres áreas antedichas, se buscaba tener una visión sobre el impacto que tuvo la emergencia pandémica en la calidad educativa, más aún porque la virtualidad en la enseñanza se impuso afanosamente como método principal de instrucción.

En los tres ítems evaluados los estudiantes colombianos tuvieron un desempeño negativo frente a la anterior versión, en 2018. Sin embargo, hay asuntos que analizar. El primero, la tendencia decreciente en los resultados se dio a nivel global e incluso el promedio de baja de los puntajes de los alumnos de nuestro país fue menor al de muchas otras naciones, hasta de la misma OCDE. Asimismo, si se revisan los promedios logrados en los 16 años que Colombia ha participado en las pruebas PISA, el rendimiento sí ha aumentado frente a las primeras.

Otro flanco clave en este análisis, al decir de los expertos, es que se continúa evidenciando que hay una brecha de calidad académica entre los estudiantes de zonas urbanas y rurales. No es un diagnóstico nuevo. Por el contrario, confirma la necesidad de mejorar el sector educativo, cuantitativa y cualitativamente, en las regiones más alejadas de las ciudades capitales, los municipios intermedios y los cascos urbanos. Las escuelas y colegios ubicados en la periferia (mayoritariamente públicos) requieren un apoyo más proactivo, no solo en focalización presupuestal, sino en mejora del talento humano docente y el acceso a materiales, tecnologías digitales y valores pedagógicos agregados. El desequilibrio en la calidad de la enseñanza y el rendimiento académico queda evidenciado en que, según el Ministerio del ramo, en los tres dominios calificados más del 50% de los estudiantes no alcanzaron las competencias básicas (nivel 2) esperadas en cada una de las áreas.

Es momento de evaluar qué tanto los proyectos de reforma educativa que plantea el Gobierno responden a la necesidad de cerrar esas brechas. Si bien es cierto que los resultados de las pruebas PISA 2022 son los más bajos en la historia en cuanto a los países de la OCDE en promedio, evidenciando el retroceso mundial que implicó la crisis por el Covid-19, en modo alguno se puede caer en el conformismo. Hay falencias de forma y fondo en nuestro sistema de enseñanza, fallas sobrediagnosticadas que, pese a los continuos ajustes en dos décadas, todavía no dan los resultados esperados.