¿Reelección o sucesión? | El Nuevo Siglo
Miércoles, 18 de Enero de 2012

 

* No siempre el silencio es cautela

* Hasta ahora se comienza a pisar más firmemente

 

 

Ha dicho el presidente Juan Manuel Santos que su encomienda íntima de comienzos de año es no hablar de reelección durante estos doce meses. Sólo decirlo, desde luego, pone el asunto sobre el tapete, pero por igual es una manera de aplazarlo a fin de no generar ruidos innecesarios y extemporáneos.

En todo caso, sigue siendo la reelección presidencial el nervio principal de la política colombiana. Constituida la figura en supuestos momentos de emergencia, bajo la idea de que entonces había un Mandatario irreemplazable, poco a poco, no obstante, comienza a ser parte tradicional del imaginario colombiano. Tan así, que el mismo presidente Santos ha sostenido, al prometerse no hablar de ella, que no tendría problemas en caso de usarla, porque es cosa juzgada y normativa establecida en la Constitución de forma ya ordinaria.

El presidente Santos, por su parte, parece todavía no tener una decisión clara en la materia, pero tampoco descarta su presentación a un segundo mandato. Con índices de popularidad que en las épocas del expresidente Álvaro Uribe Vélez se consideraban irrepetibles, y además una coalición política de gran espectro, así como una unanimidad favorable en los medios de comunicación, Santos tiene factores de poder que tal vez ninguna otra persona ha tenido en Colombia. Pero en lo corrido de su mandato, además, ha mostrado ser una persona serena, que no pierde el control ante ninguna circunstancia, y que mide bien las cosas antes de proponer planes o ejecutorias. Precisamente, el tema general, después del amojonamiento de su gobierno, es producir más resultados, luego de demostrarse una economía en ascenso y un país en expansión, y tras de múltiples virajes en varias políticas.

Está claro también que el presidente Santos no ha recurrido a lo que él mismo llamó en su momento adanismo, es decir, romper con todas las políticas del pasado, sin desbrozar lo bueno y lo malo. Por el contrario, con su propio estilo, ha traído a cuento temas interesantes de gobiernos anteriores, pero a su vez los ha aplicado bajo su rigor y modelo. Si bien, frente al tema de la reelección, pareciera guardar cautela y mantener la aglutinación política en torno de los planes del Gobierno y no de su persona, no necesariamente para ello es dable mantener las cartas sin destapar de la misma reelección. Sería mejor saberlo de una vez y de antemano a fin de poder fijar claramente los cronogramas gubernamentales, tanto en cuanto, como se sabe, muchos son los temas estructurales que viene tocando y que exigen desarrollo de corto, mediano y largo plazos.

El país, en medio de todas las vicisitudes, ha entrado por una senda de estabilidad política y económica que tal vez sea su principal activo fijo. Sin duda alguna, no es bueno personalizar el caso, pero resulta fundamental señalar claros derroteros del Gobierno, con sus respectivas metas y evaluaciones. Es sabido que la ejecución presupuestal de 2011 fue bastante baja y en todas las denominadas locomotoras existen gigantescos retos por delante, entendido también que el invierno paralizó varias de ellas.

Es posible, por igual, que en caso de desmontarse de la reelección pudieran presentarse dificultades de gobernabilidad porque sendas figuras del Gabinete podrían luchar anticipadamente por su sucesión. Pero dejar la incógnita totalmente abierta, sobre si aspirará o no a la reelección, impide hacer un gobierno por resultados claro y ajustado a propósitos cronológicamente establecidos. El hecho es que, en caso de no lanzarse a la reelección, sólo quedaría el 2012 como corazón de sus ejecutorias, pues el 2013 sería de preparación de campaña, tanto parlamentaria como la presidencial de múltiples aspirantes. En tal sentido, de antemano tendría que abrir el partidor a sus sucesores para continuar una obra de gobierno que, por efectos del invierno, hasta ahora se consolida con más piso firme. Temas como la minería, las tierras, el medio ambiente, las víctimas y el paso del conflicto al postconflicto, no son de corto, ni siquiera de mediano plazo.  Si se define por la reelección, será él quien los lleve a cabo; si desiste es bueno ir preparando los sucesores por anticipado.