Remember Atocha | El Nuevo Siglo
Miércoles, 12 de Marzo de 2014

*El atentado impensable

*La confusión policial

 

La  frágil memoria histórica y periodística de la humanidad apenas dedicó unas cuantas líneas a la triste conmemoración del descabellado y horripilante atentado que sacudió a España con las explosiones que de manera fría y deliberada los terroristas provocaron al volar la estación de trenes de Atocha, la más concurrida de Madrid. Los medios de comunicación de España y el gobierno de Rajoy dedicaron amplios espacios a comentar el infausto acontecimiento que enlutó a la madre patria. El Nuevo Siglo que en esas fechas difundió ampliamente las noticias sobre el atentado que ocurrió al final del gobierno de José María Aznar, de nuevo se solidariza con el pueblo español y los familiares de las víctimas de las explosiones en cadena. España bajo el gobierno de Aznar pasaba  por uno de los mejores momentos de tranquilidad social y de una fructífera bonanza económica, todo parecía sonreír en un país que nadaba en la abundancia, al que llegaban turistas de todo el mundo a disfrutar de la hospitalidad española y la pujante infraestructura turística. Las cosas iban tan bien para el gobierno que el candidato Mariano Rajoy punteaba en todas las encuestas y a pocos días de las elecciones se aseguraba su indetenible victoria. Nadie sospechaba que los terroristas de Al Qaeda habían planificado cuidadosamente la magnitud del estallido y las consecuencias mortales para las víctimas del mismo, así como la ola de terror que desatarían en el país. El presidente Aznar se destacaba como un firme defensor de la ley y el orden, que había combatido con energía a los terroristas de la ETA, por lo que se consideraba que su eventual sucesor, Mariano Rajoy, seguiría la lucha contra las bandas terroristas hasta destruirlas. Aún no se sabe con exactitud cuáles fueron los prolegómenos del atentado y los contactos que los de Al Qaeda tenían con políticos españoles, lo cierto es que consiguen torcer la voluntad del pueblo español, que decidió abandonar la causa de Aznar y el Partido Popular para votar por el socialista Rodríguez Zapatero. Es posible que ni siquiera estuviese en el presupuesto de los terroristas alterar de tal manera los resultados electorales. Todo parce indicar que se trataba de amedrentar a los europeos, de la misma manera que golpearon con infame crueldad homicida el centro financiero mundial, el World Trade Center en New York.      

Han pasado diez años de la ejecución de tan cobarde ataque a la inerme población civil española, que en esa estación reunía ancianos, niños, mujeres, jóvenes, y personas de todas las edades y condición, junto con algunos turistas extranjeros y personas de terceros países. Los testigos que sobrevivieron escucharon una atronadora explosión y relatan que el piso parecía hundirse en tanto llamaradas de todos los colores llenaban el ámbito, y una nube densa parecía flotar en el ambiente; algunos sobrevivientes pensaron que el mundo se iba a acabar y para los más de 192 muertos en la estación eso ocurrió; de los 1.430 heridos que se reportaron inicialmente, varios de ellos fallecieron más adelante y se sabe que de algunas de las víctimas que estaban muy cerca de la explosión no se encontraron ni los restos, por cuanto en átomos volaron. Familias enteras quedaron destruidas, viudas, huérfanos inocentes y gentes de la más distinta condición murieron. El ministro del Interior, Ángel Acebes, bajo la presión de los acontecimientos y el imperativo oficial salió a decir, casi de inmediato que se trataba de un atentado de ETA. Una película que se fue desarrollando de manera improvisada e instantánea, para intentar calmar a la angustiada opinión pública,  pretendió encontrar culpables y dar una explicación de ficción sobre los hechos, apenas se trataba de un vano intento de una burda patraña de los asesores publicitarios y politólogos, quienes intentaron una explicación lógica con fundamento en los expedientes y la imaginación de los sabuesos policiales. Algunos periodistas atolondrados y amarillistas abultaban la versión oficial y decían que ya habían sido capturados varios terroristas culpables de la cúpula de ETA, los rumores proliferaban por Madrid y eran difundidos mundialmente con evidente irresponsabilidad. Hasta que de pronto la fábula se vino al suelo, lo único cierto es que una furgoneta que había estado rondando el refugio de un comando terrorista apareció abandonada en una callejuela y en ella, al parecer, se encontraron, restos de un poderoso explosivo conocido como Titadine, así como una cinta en la que aparecían versículos del Corán. Las alarmas del servicio de seguridad se prendieron, la embajada de los Estados Unidos y la CIA se movilizan, sospechan que elementos de Al Qaeda pueden estar comprometidos en el infausto genocidio. Y los servicios secretos españoles reorientan la investigación y descubren que en efecto se trataba de una acción terrorista internacional inspirada en la estrategia de Osama Bin Laden. En nuestro tiempo el brazo armado del terrorismo internacional no tiene fronteras y en cualquier país o en cualquier momento si fallan los servicios de seguridad puede repetirse una tragedia tan espantosa.