Repotenciar a la OEA | El Nuevo Siglo
Sábado, 29 de Junio de 2019
  • Más facultades para defender democracia
  • Reingeniería al sistema interamericano 

 

La Organización de Estados Americanos (OEA) en los últimos tiempos se ha debatido entre los ya monotemáticos debates convencionales y la oratoria grandilocuente sobre la democracia regional. Pero a la par dejó que durante 20 años el comandante Hugo Chávez minara con su influjo el Sistema Interamericano y debilitara la institución, valiéndose de alianzas con varios países con gobiernos de izquierda populista o subvencionados por su política petrolera. Se pretendió, incluso, demeritar al ente continental más representativo y convocante, acometiendo la creación de improvisados organismos latinoamericanos o suramericanos, con el objetivo de atacar el rol preponderante de Estados Unidos. Hoy, la mayoría de esos órganos han perdido eco, al tiempo que el boom del populismo de izquierda retrocedió, dando lugar a un regreso al centro e incluso la centro-derecha en el espectro político americano.

La presencia de Luis Almagro como Secretario General de la OEA ha demostrado que las instituciones internacionales no valen solamente por la cantidad de recursos que pueden movilizar o por su rol de neutralidad, el mismo que muchos tachan de vieja excusa para no hacer nada. También es clave la capacidad de convocatoria, legitimidad y voluntad política de sus miembros para cumplir los tratados fundacionales por todos aceptados. Son condiciones claves, más aún porque no faltan los que confunden la diplomacia con el arte de la indefinición y la vaguedad de las propuestas, tanto para no comprometerse como para que las cosas sigan igual.

Cuando resultó electo como Secretario General el político y diplomático uruguayo Luis Almagro, se pensó que se refugiaría en la tesis de la aparente neutralidad para no confrontar los avances de la izquierda en el seno de la institución. Sin embargo, ha actuado como el más insobornable demócrata, que entiende que su obligación como titular de la OEA es la de defender la Carta Democrática en toda su dimensión de derechos y deberes, sin ambages ni cálculos políticos particulares o menores.

Una de sus principales cruzadas ha sido, precisamente, la postura férrea contra la dictadura en Venezuela, convertida hoy en la peor de las satrapías. A diario denuncia la opresión totalitaria que protagoniza el régimen chavista, que sofoca por todos los medios a la oposición, acalla la libertad de prensa, viola todos los derechos humanos y las más mínimas garantías y sumió a su población en la peor crisis política, económica, social, institucional y humanitaria de las últimas décadas en el continente. No hay allí Estado de Derecho y menos sistema democrático. Ese es el rol que se espera de la OEA, que revalida así su estatus de puntal de la democracia en el ámbito internacional, nacido paralelamente a la ONU, después de la II Guerra Mundial.

Debe entenderse que la democracia y la libre asociación de los pueblos en la OEA no se puede garantizar si hay  inacción de ciertos gobiernos, que se hacen los de la vista gorda frente al totalitarismo en el vecindario, el atropello a los compatriotas y el saqueo de la riqueza de países hermanos.

En el caso de Venezuela, el papel de la OEA ha sido fundamental para desenmascarar el régimen y mostrar al mundo el maltrato y la vejación que recibe el pueblo hermano por cuenta de una minoría que decidió quedarse en el poder así el país se hunda a diario en la miseria y tenga la inflación más alta del mundo y sufra la degradación sistemática de todos los valores.

Sin embargo, la dictadura continúa en el poder, en tanto que en otros países como Nicaragua o Cuba los gobiernos siguen con su tendencia autoritaria, violando los principios y valores más caros de la democracia y de la propia Carta Democrática. Se requiere, por tanto, una reforma a la OEA para hacerla más fuerte y determinante, de forma tal que sin violar la premisa fundamental de respeto a la libre autodeterminación de los pueblos, la no injerencia en asuntos internos y el respeto a la soberanía nacional, pueda ser más eficaz para corregir los ataques al Sistema Interamericano. En la Asamblea General que culminó anoche en Medellín se planteó abiertamente la necesidad de esa reforma a la OEA. Ya meses atrás algunos países, incluida Colombia, había propuesto la necesidad de ajustar ciertas instancias del Sistema. Lo importante es que esos análisis se den de forma abierta, seria y objetiva. Hay que repotenciar el ente continental, para evitar su desgaste y pérdida de credibilidad.