INVISIBLES al ojo humano pero muy dañinas. Así son las partículas de microplásticos que ya están presentes hasta en los lugares más remotos de la Tierra (como la Antártida) y del cielo (las nubes).
La acelerada contaminación por estos diminutos enemigos, generados por la lenta degradación de los polímeros artificiales (plásticos) tiene disparadas las alarmas ambientales en el mundo, mientras los científicos profundizan sus investigaciones, en diferentes puntos del planeta, para visualizar con mayor precisión su afectación en el hombre, los animales, así como la flora y fauna, especialmente marina.
A mediados del 2022, una misión científica evidenció la presencia de microplásticos en las aguas y extensas zonas de nieve fresca de este continente blanco. Uno de ellos, Alex Aves, transmitió al mundo su pesar por ese desafortunado descubrimiento: “es muy triste. El hallazgo de microplásticos en la nieve fresca de la Antártida pone de manifiesto que la contaminación por plásticos llega hasta las regiones más remotas del mundo".
Entre los investigadores que están actualmente dedicados a estudiar esta contaminación hay un grupo de colombianos que desde hace algunas semanas concentra su estudio en el frágil y lejano ecosistema de la Antártida.
Allí, el investigador colombiano Paulo Tigreros sumerge constantemente una red para recolectar partículas diminutas. Sabe que la presencia de microplásticos en uno de los rincones mejor conservados del mundo es un termómetro sobre la contaminación del planeta.
Como un colador, la malla permite el paso del agua y retiene sólidos que flotan en el Estrecho de Gerlache, un canal natural de unos 160 kilómetros de largo que se supone a salvo del deterioro ambiental que afecta al resto de la Tierra.
Tigreros recolecta las muestras y al regresar a Colombia determinará con microscopio y otros equipos si contienen microplásticos, partículas hechas con polímeros y otros compuestos tóxicos que pueden ser tan pequeños como la milésima parte de un milímetro.
El biólogo marino, de 51 años, y otros investigadores que navegan en el buque ARC Simón Bolívar de la Armada colombiana sospechan que pueden haber llegado de diversas maneras a la Antártida, punto donde confluyen las aguas del Pacífico, el Atlántico y el Índico.
En esos océanos ya está probada la presencia de esas partículas por mal manejo de los desechos. Fueron fabricadas inicialmente en tamaños minúsculos o son resultado de la degradación física y química de objetos de plástico que tardan cientos de años en degradarse.
"Nosotros pensamos que la Antártica es un continente totalmente alejado", pero "está reflejando la problemática ambiental" del planeta, dice el investigador de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano a reporteros de la AFP que acompañan la X Expedición Científica de la Armada.
Tigreros lamenta que los microplásticos ya sean "omnipresentes" en los océanos, pues sus efectos pueden ser letales para los animales y los ecosistemas.
Amenaza letal
Una investigación de 2019 realizada por la Universidad de Canterbury de Nueva Zelanda reveló la existencia de microplástico en la nieve de la Antártida, una consecuencia preocupante ante las más de 430 millones de toneladas que se producen al año en el mundo, según la ONU.
Pese a su ubicación remota el "continente blanco" está altamente expuesto a amenazas externas, dice Tigreros.
El investigador sostiene que las partículas pueden haber llegado hasta allí de manera natural transportadas por las corrientes marinas que viajan hacia el sur, o incluso de manera involuntaria derivada de la presencia humana en este continente.
También pueden viajar en la atmósfera o en las heces de animales que en épocas específicas del año nadan hasta el trópico y luego regresan.
Tigreros lo ejemplifica agarrando con una pinza un krill y algas que acompañan la muestra. El crustáceo se alimenta de esas algas microscópicas denominadas fitoplancton, por lo que debido a su pequeño tamaño las pueden confundir con microplástico.
Carnada de animales más grandes, el krill se infectará, así como el resto de la cadena alimenticia.
"Una ballena cuando se alimente de ese krill lo más seguro es que ese microplástico llegue a los intestinos", afecte su sistema pulmonar, reproductivo y hasta su nado, asegura.
La capa de hielo de la Antártida, donde descansan pingüinos y focas, ya sufre desde hace años por el aumento mundial de las temperaturas.
El Organismo Internacional de Energía Atómica de Naciones Unidas alerta que los microplásticos podrían hacerle aún más daño "en la medida en que reduce la reflectancia del hielo, altera la rugosidad de la superficie, estimula la actividad microbiana" y "actúa como aislante térmico".
Si los glaciares, que concentran el 90% del agua dulce del planeta, se derriten, el nivel del mar aumentaría unos 60 metros, según la Organización Meteorológica Mundial.
También en las nubes
Entre tanto, un grupo de científicos ha confirmado la existencia de microplásticos en las nubes que probablemente afecten al clima, aunque no se sabe de qué forma.
En un estudio publicado en Environmental Chemistry Letters, los científicos escalaron el Monte Fuji y el Monte Oyama para recoger agua de la niebla que envuelve sus picos.
A continuación, analizaron las muestras para determinar sus propiedades físicas y químicas.
El equipo identificó nueve tipos de polímeros y uno de caucho en los microplásticos transportados por el aire, cuyo tamaño oscilaba entre 7,1 y 94,6 micrómetros.
Cada litro de agua de nube contenía entre 6,7 y 13,9 partículas de plástico.
Abundaban los polímeros "hidrófilos" o amantes del agua, lo que sugiere que estas partículas desempeñan un papel importante en la rápida formación de nubes y, por tanto, en los sistemas climáticos.
"Si el tema de 'la contaminación del aire por plástico' no se aborda de manera proactiva, el cambio climático y los riesgos ecológicos pueden convertirse en una realidad, causando daños ambientales irreversibles y graves en el futuro", advirtió el miércoles en un comunicado su autor principal, Hiroshi Okochi, de la Universidad de Waseda.
Cuando los microplásticos llegan a la capa superior de la atmósfera y se exponen a la radiación ultravioleta de la luz solar se degradan, contribuyendo a la generación de gases de efecto invernadero, añadió Okochi.
Los microplásticos son partículas de plástico de menos de 5 milímetros. Provienen de los vertidos industriales, textiles, neumáticos sintéticos y productos de cuidado personal, entre otros.
Se han encontrado en el interior de peces en las partes más profundas del océano, en el hielo marino del Ártico y cubriendo la nieve de las montañas de los Pirineos, entre Francia y España.
Pero sigue sin saberse cómo funciona el transporte de estas partículas.
"Hasta donde sabemos, este es el primer informe sobre microplásticos en suspensión en el agua de las nubes", escribieron los autores en un artículo.
Las investigaciones han demostrado que los microplásticos afectan a la salud, por ejemplo al corazón, los pulmones, y el cáncer, además de causar daños ambientales.