Análisis| Se volteó la tortilla | El Nuevo Siglo
AFP
Martes, 5 de Febrero de 2019
Gilberto Rojas
La oposición democrática venezolana avanza firme en su camino hacia la reconquista del poder, mientras el chavismo-madurismo mira al pasado y se hunde en contradicciones y desaciertos sin encontrar respuestas a la encrucijada histórica en la que se encuentra
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Si algo ha quedado claro luego de la vorágine de acontecimientos ocurridos en Venezuela a partir del 23 de enero, es que Maduro y su grupo en el poder, así como sus cada vez más escasos aliados internos y externos, perdieron totalmente la iniciativa política, y hoy es la oposición, que se muestra sólidamente unida en torno a objetivos muy claros, la que junto a una poderosa y creciente coalición internacional encabezada por los EEUU, marca la agenda de las acciones políticas que se desarrollan en el país y se perfila, a la luz de todos los escenarios por venir, con altas probabilidades de obtener la victoria en el corto plazo.

Atrás quedaron los días cuando el gobierno rojo rojito saturaba al país con una catarata de propuestas, proyectos, resoluciones, decretos, leyes o anuncios de todo tipo que en sucesión infinita inundaban a la nación, mantenían en vilo a los ciudadanos y totalmente desconcertados y a la defensiva a los factores opositores, incapaces siquiera de reaccionar ante tal avalancha de acciones de los actores “revolucionarios”.

Muy lejos estamos de aquellos tiempos cuando el chavismo imponía su agenda bolivariana y sus condiciones en el escenario latinoamericano y mundial, denostando de los organismos multilaterales y creando una nueva estructura institucional a través de organizaciones como Unasur, Petrocaribe, el Alba y otras, controladas por Chávez y sus socios del Foro de Sao Paulo, con el dinero de la renta petrolera venezolana como sustento.

Hoy es evidente que se “ha volteado la tortilla”, para decirlo en el argot popular. A la falta de respuesta del gobierno de Nicolás Maduro ante la profundización de la grave crisis que afecta al país, se suma ahora el total desconcierto y desesperación que se observa en los cuadros dirigentes y en las bases del espectro chavista-madurista, ante el formidable reto al poder que han planteado las fuerzas opositoras y que representa una muy seria amenaza a la continuidad del modelo socialista.

Mientras la oposición avanza rápidamente en el desarrollo de un conjunto de acciones que reflejan la aplicación de un plan diseñado y articulado nacional e internacionalmente para el logro de objetivos claramente establecidos, haciendo gala de una narrativa identificada con las necesidades y exigencias de la población que logra entusiasmar a sus adeptos y sumar cada vez más el apoyo de una buena parte de los chavistas descontentos, Maduro y su entorno parecieran no salir del shock que les produjo la decisión tomada por la Asamblea Nacional al declararlo “usurpador” y mucho más la “juramentación” de Juan Guaidó como “Presidente Interino”.

Desorientados y faltos de ideas solo atinan a reaccionar frente a la iniciativa opositora acudiendo a las mismas viejas recetas y los mismos lugares comunes a los que siempre han acudido durante los 20 años que tienen en el poder, sin tomar en cuenta que la situación es totalmente diferente, tanto a nivel nacional como internacional y cuando la mirada más superficial indica que las ya tan manoseadas estrategias y tácticas cubanas de dominación que tanto éxito le redituaron al chavismo madurismo para tomar el poder y usufructuarlo por tanto tiempo en Venezuela hoy se muestran totalmente obsoletas y no bastan para hacer frente al grave deterioro de la gestión de gobierno y las claras señales y exigencias de cambio que emite una sociedad sumida en una larga y penosa crisis.

Todo parece indicar que nos acercamos al final de un ciclo de hegemonía política en Venezuela, como tantas otras en nuestro pasado republicano. El chavismo-madurismo luce totalmente a la defensiva y cada vez más acorralado y aislado en su reducto ideológico, mientras las fuerzas opositoras allanan cada vez más el camino para su entrada triunfal a la Casa de Misia Jacinta.

 

Sociólogo venezolano