LAS regiones pueden ser tan variadas como representativas de varios continentes: las calles de villas marginales en Latinoamérica, las atrocidades en Nagorno Karabaj, Azerbaijan; o bien las tragedias incesantes, en directo, de Gaza; o qué decir del sangriento enfrentamiento en Ucrania. Muchos lugares, pero varios factores comunes que van conformando un modelo basado en el mercadeo de la muerte: el armamentismo galopante en el mundo.
Es difícil contar con cifras exactas y actualizadas, pero se estima que son tres los negocios que mueven estratosféricas rentas en los mercados mundiales: (i) trata de personas; (ii) narcotráfico; y (iii) armamentismo. No es de considerar si los procesos son legales o no, se trata de la mercantilización de casi todo en esta tercera década del Siglo XXI que nos ha correspondido vivir.
Producción, distribución y consumo de armas, equipos bélicos y municiones, fenómenos que se relacionan con la dinámica de circuitos productivos que desembocan en creación de empleo. Se trata de condicionantes relacionadas con lo económico: el keynesianismo militar, bastante en boga en la recuperación que significó para algunos países el trágico enfrentamiento de la II Guerra Mundial; con casi 50 millones de muertos.
Ahora, a las puertas del verano boreal de 2024 y de conformidad con cifras dadas a conocer por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (IIEP), los datos -actualizados a 2023- muestran un preocupante auge del armamentismo. Los factores que le sirven de viento en popa son varios; entre ellos destacan la conformación de áreas de geopolítica actualizada, tensiones regionales y búsqueda de mayor poderío militar y territorial teniendo diversos fines: mercados, recursos estratégicos, vías de acceso, facilidades logísticas.
Estas dinámicas se manifiestan en el gasto militar. En este sentido, las cinco potencias que más destacan en su gasto bélico son: Estados Unidos, China, India, Rusia y Reino Unido.
En Estados Unidos, el gasto del armamentismo ascendería de manera agregada, a unos 850,000 millones de dólares -un ritmo de gasto de más de 90 millones de US$ por hora-. Ese monto representaría un 37% del total de presupuesto bélico mundial.
China e India, como potencias emergentes, pertenecientes al grupo BRICS- Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- gastan 296 mil y 77 mil millones de dólares respectivamente en armamento. Véase que estos montos no llegan ni a la mitad del gasto en este renglón que lleva a cabo Estados Unidos.
Rusia, en medio de sus dificultades económicas y de la guerra con Ucrania -y quizá debido a eso también- muestra un presupuesto militar de 66 mil millones de US$. Reino Unido completa el grupo de cinco potencias militares con 59 mil millones de US$.
Es evidente: para esto de la matanza nuestra, del tema de seguridad, hay voluntad política sostenida, hay recursos cuantiosos que se destinan a fuerzas de defensa. Situación que evidentemente contrasta con otros requerimientos.
No hay ni por asomo tantos recursos para tres finalidades estratégicas estrechamente relacionadas con el bienestar sostenible: (i) alimentación -unos 800 millones de personas sufren de desnutrición y hambre; (ii) salud; y (iii) educación. Se estima, relacionado con esto, que unas 50,000 personas mueres diariamente -19,000 de ellas niños menores de 5 años- de enfermedades de fácil tratamiento tales como afecciones estomacales y problemas respiratorios.
En el caso de la gran región de América Latina y el Caribe, la misma no figura entre los grandes actores del gasto militar mundial. Pero no por ello el gasto de armamentismo es menor cuando se compara con la población o con la producción de este sub-continente.
Son cinco los países latinoamericanos que tienen mayor gasto absoluto en función del armamentismo -tal y como es de esperarse estos números se correlacionan con el tamaño de sus economías-. Los países latinoamericanos más importantes al respecto son: Brasil, México, Colombia, Chile y Perú. En este grupo es de resaltar a México, país que enfrenta los grandes problemas del narcotráfico y del trasiego de armas que llegan mayoritariamente del norte.
Respectivamente en lo que se refiere a Brasil, México, Colombia, Chile y Perú, se reporta que los gastos militares son: 30, 12, 10, 5 y 3 mil millones de US$, respectivamente. Argentina es la tercera economía, según tamaño de su producto interno bruto (PIB) y gasta en armas un total de 2 mil millones de dólares.
Por lo general no son capacidades instaladas de los gobiernos las que directamente se involucran en el uso de jugosos dineros públicos en estos negocios. Son empresas mixtas o privadas quienes operan al respecto, sin que para ello -es lo usual- existan severos controles de ejecución operativa. Las cinco empresas de armamentismo más importantes en el mundo son: Lockheed Martin (Estados Unidos, EEUU), Boeing (EEUU), Raytheon Technologies (EEUU), Almaz Antey (Rusia) y Aerospace Science & Technology Corp. (China).
Quizá sea la validación del mito de la racionalidad humana. Estamos fallando respecto a la sostenibilidad del bienestar y desarrollo humano en varios aspectos: la racional utilización de recursos naturales -lo que está correlacionado con la preservación de nuestra propia especie- y lo más preocupante, la matanza directa entre nosotros.
*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor, Facultad de Administración de la Universidad del Rosario.
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