Al menos 170 personas han muerto, entre ellas 13 militares norteamericanos, y más de 200 han resultado heridas en el atentado perpetrado por Estado Islámico el jueves durante las evacuaciones en el aeropuerto de Kabul, según ha informado la cadena CNN, que cita fuentes del Ministerio de Salud afgano.
Tras lamentar la muerte de los 14 héroes que murieron en los dos ataques en el aeropuerto afgano el presidente de Estados Unidos Biden aseguró que responderá con fuerza a Estado Islámico en el Jorasán.
Con los ojos cerrados y la voz quebrada, el presidente Joe Biden reflejó físicamente el terrible golpe a su presidencia por la muerte 13 militares estadounidenses en el doble atentado suicida de ayer durante la desesperada evacuación de Kabul.
Al dirigirse a la nación desde la Casa Blanca, Biden bajó la cabeza para un minuto de silencio antes de responder a las preguntas de los periodistas, que lo presionaron sobre el giro sangriento en la operación para cerrar la guerra de 20 años en Afganistán.
De vez en cuando parecía al borde de las lágrimas cuando hablaba de los "héroes" muertos. Y cuando dijo "Los perseguiremos y los haremos pagar", dirigiéndose a los atacantes, había acero en su voz.
Sin duda, la presidencia de Biden se ha visto sacudida hasta la médula por el doble ataque en el aeropuerto de Kabul.
En enero, llegó a la Casa Blanca prometiendo calma a nivel nacional y respeto por Estados Unidos a nivel internacional luego de los traumáticos años del republicano Donald Trump.
Ahora, Biden debe persuadir a la nación y a los aliados de Estados Unidos de que cualquiera de los dos objetivos sigue siendo alcanzable.
El demócrata de 78 años se estaba recuperando del caos en Afganistán, donde el gobierno afgano que Washington respaldaba y el ejército creado por Estados Unidos desaparecieron casi de la noche a la mañana, dejando a merced de los talibanes al puñado de tropas estadounidenses que quedaban, y a muchos miles de ciudadanos y aliados estadounidenses.
Trabajando día y noche durante los últimos días, su administración pensó que tal vez aún podría salir airosa del desastre.
Las evacuaciones por aire iban mucho mejor de lo previsto. El ejército de Estados Unidos estaba actuando a la perfección, y los talibanes más o menos cumplían su parte del acuerdo de salida firmado en febrero de 2020 para la retirada, por el cual se comprometieron a no llevar a cabo ataques contra las tropas estadounidenses o de la OTAN.
Ayer temprano en Washington, la Casa Blanca presentó con orgullo las últimas cifras: más de 95.000 personas sacadas de Afganistán en vuelos seguros desde la caída de Kabul ante los talibanes el 15 de agosto. Pero luego estallaron las bombas.
El presidente se encerró en el Situation Room, la sala de crisis de la Casa Blanca, canceló una reunión con los gobernadores estatales y le dijo al primer ministro israelí, Naftali Bennett, que su reunión programada en la Oficina Oval tendría que esperar hasta el viernes.
A lo largo de un día de reuniones con sus asesores de seguridad nacional, Biden se mostró "sombrío" e "indignado", dijo la secretaria de prensa Jen Psaki. "Cualquier día en el que pierda militares es quizás el peor día de su presidencia".
¿"Renunciar"?
Biden no empezó la guerra de Afganistán. La ofensiva fue decidida por un republicano, George W. Bush, tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Y Biden fue el primero de los cuatro presidentes en cumplir la promesa de poner fin al desastre.
Pero él mismo dijo que "la pelota se detiene" con él. Eso significa que no podrá escapar de la furia y el horror por la muerte de los militares, o las consecuencias políticas.
Trump, quien ha criticado duramente el manejo de la crisis en Afganistán por parte de su sucesor, calificó el atentado en Kabul como una "tragedia".
"Nunca se debería haber permitido que esta tragedia sucediera", deploró Trump en un comunicado.
"Biden tiene las manos manchadas de sangre", dijo por su parte la legisladora republicana Elise Stefanik.
"Este terrible desastre humanitario y de seguridad nacional es únicamente el resultado del liderazgo débil e incompetente de Joe Biden. No es apto para ser comandante en jefe", afirmó.
La senadora republicana Marsha Blackburn tuiteó que Biden y todo su personal de seguridad nacional de alto rango "deberían renunciar o enfrentar un juicio político y destitución".
La protesta republicana era predecible. Pero el daño más amplio reflejado en las encuestas de opinión será más preocupante para Biden.
Si bien esta semana una encuesta de USA Today/Suffolk University halló que los estadounidenses creen abrumadoramente que no vale la pena pelear la guerra afgana, Biden recoge una aprobación general de solo el 41%, con el 55% de desaprobación.
"Les haremos pagar"
En las declaraciones a la Nación, Biden señaló al Estado Islámico en la provincia de Jorasán como responsable del doble atentado suicida perpetrado ayer en Kabul, que según un primer balance dejó 13 víctimas mortales y 60 heridos y dijo que solicitó a las Fuerzas Armadas planes para posibles ataques contra el grupo.
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"Los perseguiremos y les haremos pagar", sostuvo el presidente en un mensaje en principio dirigido para Estado Islámico, al que los servicios secretos de Estados Unidos han apuntado como autor del ataque, si bien Biden ha aclarado que no están "seguros" de la autoría.
El inquilino de la Casa Blanca ha advertido así de que "no perdonará" el ataque. "Voy a defender nuestros intereses y a nuestro pueblo con todo lo que esté bajo mi mando", ha incidido, para añadir que otorgará "fuerzas adicionales" en caso de que los militares estadounidenses en el país asiático lo necesiten.
De este modo, insistió en que ha dado órdenes a los comandantes militares para "desarrollar planes operativos para atacar a los activos, el liderazgo y las instalaciones" de Estado Islámico en el Jorasán, la facción del grupo terrorista que actúa en Afganistán.
"Responderemos con fuerza y precisión en nuestro tiempo, en un lugar que elijamos y de la manera que elijamos", garantizó, para reiterar que los terroristas de Estado Islámico "no ganarán" al igual de que "Estados Unidos no se dejará intimidar".
La peor pérdida en una década
La muerte de los militares estadounidenses ayer por los ataques suicidas con bombas en el aeropuerto de Kabul es la peor pérdida para el Pentágono en Afganistán desde 2011.
El general Kenneth McKenzie, comandante del Comando Central estadounidense a cargo de Afganistán, dijo que los militares murieron cuando dos atacantes suicidas, presuntamente de la rama afgana del grupo yihadista Estado Islámico (EI), hicieron detonar explosivos junto a la puerta principal del aeropuerto y a un hotel cercano.
Los muertos, según informes de medios estadounidenses, incluían a 11 infantes de Marina y a un médico de la misma institución.
El atentado tuvo lugar mientras se aceleraba una gigantesca operación de evacuación de civiles extranjeros y afganos dirigida por Estados Unidos tras la toma de poder de los talibanes a mediados de agosto.
Esas explosiones confirmaron los temores de atentados terroristas que horas antes habían sido advertido por las potencias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, ya que los grupos yihadistas como el Estado Islámico, aunque son sunitas radicales como los talibanes, son eternos rivales de éstos.
Horas después del terror y muerte en frente del aeropuerto ocurrió una tercera explosión pero el portavoz de los talibanes Zabihullah Mujahid aseguró que se trataba de una detonación controlada de tropas estadounidenses que destruían equipo en el aeropuerto, algo que no pudo ser confirmado independientemente.
Ahora el mundo registra con mucha preocupación la situación en Afganistán y la omnipresente amenaza terrorista de los fundamentalistas, esos que viven y están dispuestos a morir por su ‘guerra santa’. /Redacción internacional con agencias