A la difícil unidad española causada por la situación en Cataluña, se le suma un nuevo frente con la aplastante victoria de los dos partidos nacionalistas en las pasadas elecciones autonómicas del domingo en el País Vasco. Los partidos soberanistas han sido los más votados, con un masivo apoyo a favor de sus discursos sobre una mayor autonomía de la región de España y, posiblemente, un referéndum de autodeterminación como el que piden los independentistas catalanes.
El Partido Nacionalista Vasco ha empatado en 27 escaños con EH Bildu, el partido de los exmiembros de ETA, que viene de una larga tradición de la izquierda abertzale -izquierda vasca-. ¿Los vascos han decidido pasar la página y dar una oportunidad a este partido de exetarras (exmiembros de ETA)? La respuesta es sí, un contundente sí, que abre muchos interrogantes sobre el papel de la memoria en la sociedad vasca y el rol de los partidos españoles, llamados también constitucionalistas, que se han convertido en fuerzas marginales en esta región de España.
Los resultados son dicientes. Las dos fuerzas soberanistas han logrado 54 escaños en un parlamento de 75 sillas. Les sigue el Partido Socialista de Euskadi, un brazo del socialista español, que alcanzó 12 escaños, mientras que el PP llegó a 7 y otras fuerzas minoritarias se repartieron el resto de las sillas.
Esto deja al gobierno de Pedro Sánchez con una sensación agridulce. La coalición de gobierno que venía en el poder se mantiene, y ésta incluye el socialismo vasco que viene pactando un gobierno de coalición con el PNV desde hace cuatro años. El PNV es un partido de origen católico e industrial, pero su principal objetivo ha sido defender la agenda nacionalista, para lo que le beneficia hablar con Sánchez en vez de acercarse a la derecha española representada por el Partido Popular y Vox, cuyo valor central es la defensa de la unidad de España.
De antemano se sabía que los socialistas iban a pactar con el PNV para investir a Imanol Pradales como nuevo lehendakari (gobernador de la comunidad). Este partido es parte de la coalición de gobierno que ha permitido que Pedro Sánchez sea reelegido como jefe del Gobierno español, de la cual también hace parte de Bildu, pero con menores escaños en el Parlamento español. Los pocos escaños a nivel nacional y que Bildu es rechazado por la mayoría de los españoles, llevan a que Sánchez prefiera pactar con el PNV que con el partido de exetarras.
Ajedrecista político, Sánchez apuesta a hacer lo mismo en Cataluña este mayo y pactar con sus fuerzas nacionalistas un gobierno de coalición regional a cambio de que éstas se mantengan en la coalición que lo ha investido a él en España. Según los sondeos de “La Vanguardia”, el Partido Socialista de Cataluña (PSC) sería la primera fuerza, pero necesitaría de otros partidos como los nacionalsitas Esquerra Republicana o Junts para formar gobierno.
Del País Vasco a Cataluña, los partidos nacionalistas son hoy determinantes para la gobernabilidad en España y sin ellos no hay manera de gobernar Madrid ni las capitales regionales como Vitoria (País Vasco) o Barcelona.
EH Bildu
El ajedrez político mal que bien ya se conocía y las intenciones de Sánchez de permanecer en el poder pactando con los nacionalistas ha sido un tema controversial desde las elecciones generales de agosto pasado en España. La novedad en el País Vasco es la irrupción total de Bildu como alternativa de poder, empatando con el PNV en escaños y siendo el segundo en número de votos.
El crecimiento de Bildu es impresionante. A sólo seis años de que se disolviera ETA, este partido tiene su origen en este grupo terrorista y los primeros partidos que nacieron de esta agrupación y fueron ilegalizados como Herri Batasuna y Batasuna. Hoy, lejos de los discursos divisivos del pasado, aunque sin olvidar que en algunos mítines políticos algunos de sus miembros negaron que ETA fuera terrorista, este partido representa la agenda de los partidos posmodernos de izquierda en Europa, con un programa de gobierno ecologistas, animalista y a favor de una expansión del Estado de Bienestar.
Liderado por Pello Otxandiano y el exmiembro de ETA, Arnaldo Otegi, Bildu no sólo tiene el respaldo de la mayoría de los jóvenes del País Vasco, sino que, como revela el “Diario Vasco” de Bilbao, ha conseguido una importante votación en provincias vascas de alto y mediano ingreso, y cuyos pobladores son adultos mayores de 50 años que vivieron el terror de ese grupo desde que nacieron.
Bildu ha logrado en menos de una década posicionarse como “un partido normal”. “Es cierto que cuando ETA mataban ya hubo hasta 220,000 vascos que lo votaron, pero lo ocurrido ayer constituye un salto adelante producto, entre otros factores, de la “construcción nacional” impulsada durante décadas por el PNV”, escribe el director de “El Mundo” de Madrid, Joaquín Manso.
Para algunos, Bildu ha pasado por un proceso de “blanqueamiento” en el que su pasado ha quedado en un segundo plano frente a un presente en el que se le ve como parte de la “construcción nacional” o de la nación vasca, un proyecto de varios siglos atrás. Los vascos, o muchos de ellos, han elegido este partido que representa ese ideal soberanista, independientemente de que provenga de ETA. Un borrón y cuenta nueva que, sin embargo, representa un enorme desafío para la unidad de España.
Inexplicablemente, como se preguntan varios analistas en España, los partidos constitucionalistas, PP y Psoe, han dejado que el nacionalismo vasco vuelva a crecer como espuma en Vizcaya y ellos sean vistos como fuerzas marginales que no ofrecen ninguna alternativa frente a las visiones radicales (Bildu) y moderadas (PNV) de los soberanistas.
La ausencia de alternativa ha llevado a que los nacionalistas vascos, que, durante décadas, se enfrentaron en las formas para conseguir la autonomía de España, con un brazo armado como ETA, encuentran hoy un terreno fértil y grande para posicionar una agenda nacionalista común que sólo tiene la contención del Partidos Socialista Vasco. Eso es ahora. Más adelante, es posible que el PNV y Bildu se alíen y apuesten por un referéndum de autodeterminación parecido al de Cataluña, donde dos partidos con orígenes totalmente diferentes -uno de derecha y católico, Junts, y otro socialista, Esquerra- se aliaron, promoviendo la independencia de Cataluña de España desde 2016; el nacionalismo por encima de las diferencia ideológicas.
Algunos analistas como Federico Jiménez Losantos apuntan a que es posible que en España se avizore un escenario en el que simultáneamente vascos y catalanes voten un referéndum de autodeterminación de España o la independencia de España. Ante este complejo escenario, no deja de ser cierto que los vascos tienen un estatuto especial que les permite tener autonomía de Madrid en materia de recaudo y gasto, modelo que Cataluña no tiene. Esto puede servir, de alguna manera, de aliciente para sopesar el independentismo vasco.
“Independencia” y “jota ke irabazi arte” (dale duro hasta vencer, en euskera). Esta fue la frase final del cierre de campaña de Bildu. La autodeterminación de España es su prioridad. Sólo es cuestión de tiempo.
*Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.