LA carrera hacia la Luna -desde años atrás con una creciente participación de países y sobre todo empresas privadas- puede dar hoy una fuerte propulsión a los planes estadounidenses si Intuitive Machines consigue posar sobre ese satélite natural de la tierra su módulo Nova-C, lo que será el primer alunizaje de una sonda norteamericana en los últimos 50 años.
Tras una semana de viaje, este ‘vehículo’ espacial cargado con instrumentos científicos de la Nasa logró ayer superar la penúltima etapa de su misión: entrar en la órbita lunar a unos 92 km de altitud. Allí permanece para iniciar su descenso final, totalmente automatizado, previsto para este jueves a las 16H49 (22H49 GMT) hora de Houston, en Texas, (5: 49 p.m. en Colombia).
Con la respiración contenida, tanto del equipo de la empresa privada texana como el de la Nasa, seguirán el descenso vertical de los 30 metros que lo separan de la superficie lunar. El módulo bajará a una velocidad de tres metros por segundo, antes de frenar a un metro por segundo durante los últimos diez metros para que los seis pies del mismo toquen tierra.
El cráter que servirá de pista de alunizaje se llama Malapert A, en honor a un astrónomo del siglo XVII.
De lograrlo, no sólo será una hazaña para la mencionada compañía tras varios fallidos intentos de competidoras en este sector, sino que pondrá de nuevo a Estados Unidos a la cabeza de esta carrera espacial, ya que India y Japón lograron recientemente alunizajes, entrando a este selecto club que integran el gigante norteamericano, China y la Unión Soviética (hoy muy rezagada).
Al mismo tiempo será un paso crucial para el programa Artemis (sucesor de Apolo) que contempla el regreso humano a la Luna, por ahora contemplado para 2026 y medio siglo después de que doce astronautas lograran caminar sobre ella. Vale recordar que este acápite de la carrera espacial está casi que reservado para las entidades estatales ya que no está en los planes de las empresas privadas (israelíes, japonesas, chinas o norteamericanas).
Específicamente esta misión también clave porque, por primera vez, el lugar de aterrizaje será muy distante al tradicional (el ecuador). Es un lugar situado a unos 300 kilómetros del polo sur de la Luna donde hay comprobada existencia de agua en forma de hielo que intentará explorarse.
El módulo de aterrizaje lunar, de poco más de cuatro metros de altura, transporta seis cargamentos privados (incluidas unas esculturas del artista contemporáneo Jeff Koons que representan las fases de la Luna) y seis instrumentos científicos de la Nasa.
Incluye además un sistema de cámaras desarrollado por la Universidad de Aeronáutica Embry-Riddle, que será eyectado 30 metros por encima de la superficie lunar para captar desde el exterior el momento del alunizaje.
Entre el material embarcado hay unas cámaras situadas bajo el módulo de aterrizaje lunar que analizarán la cantidad de polvo arrojado durante el descenso, con el fin de compararlo con los alunizajes de Apolo.
Otro instrumento estudiará el plasma lunar (una capa de gas con carga eléctrica) y medirá las ondas de radio procedentes del Sol y de otros planetas.
El módulo de alunizaje, bautizado Odysseus, funcionará con paneles solares. Se espera que funcione siete días desde el momento en que se posa.
Sociedad público-privada
La Nasa creó, en 2018, el programa Commercial Lunar Payload Services (CLPS) para que empresas privadas desarrollen vehículos espaciales que lleven su material científico a la Luna (e inclusive a Marte), apostando a la economía de mercado y la competencia empresarial para lograr hazañas a un costo mucho menor.
Vale recordar que durante la Guerra Fría, la agencia espacial estadounidense invirtió grandes presupuestos y supervisó hasta el último detalle de cada misión del programa Apolo, el que llevó el hombre a la Luna.
La agencia espacial se vio animada por el meteórico ascenso de SpaceX, la empresa del multimillonario Elon Musk, que ahora es uno de sus proveedores de cabecera.
“La confiabilidad de SpaceX es el resultado de múltiples explosiones de cohetes", señaló Pace. Son explosiones que la NASA, que se financia con recursos públicos, no se podía permitir.
Actualmente los vehículos SpaceX son el único medio de transporte con el que cuentan los astronautas para viajar a la Estación Espacial Internacional (EEI) desde suelo estadounidense.
La Nasa también le encargó a Boeing el desarrollo de un taxi espacial hasta la ISS, pero aún no está certificado.
Según un estudio, cada despegue del transbordador espacial le costó a la Nasa más de 2.000 millones de dólares (ajustados a la inflación), mientras el costo promedio de un asiento en un cohete SpaceX asciende a 55 millones de dólares, según una auditoría del gobierno.
La Nasa encargó a la empresa de Musk desarrollar un módulo de alunizaje que pose a astronautas en la superficie lunar, pero el sistema previsto por la empresa, que responde a sus propios intereses, es complejo.
Para llevar equipos, la agencia estadounidense preseleccionó a 14 empresas "certificadas" para la adjudicación de contratos. Ya se han planificado ocho misiones, operadas por cuatro empresas diferentes. Algunas de ellas son jóvenes y aun relativamente inexpertas.
El primer intento, a cargo de Astrobotic en enero, fracasó en su objetivo de alunizar tras una fuga de combustible durante el vuelo. La empresa tiene prevista una segunda prueba para este año, aunque podría aplazarse en función del análisis de los datos del primer vuelo.
Intuitive Machines, que firmó un contrato por USD118 millones, enfrenta su primera prueba de fuego con Nova-C e independientemente de su resultado tiene previstas otras dos misiones para este año.
Firefly Aerospace tiene en proyecto dos misiones, una de ellas en 2024, con su módulo de aterrizaje lunar Blue Ghost.
Por último, Draper intentará aterrizar en la cara oculta de la Luna en 2025.
Este enfoque de sociedad “público-privada” está dando frutos, pero también representa riesgos, particularmente que Estados Unidos se vea superado por China, su rival principal.
Los competidores
Precisamente el gigante asiático, al igual que India y Japón consiguieron recientemente llegar a la Luna, en una etapa más, pero sobre todo clave, en sus planes de realizar vuelos tripulados.
China planea enviar astronautas a la Luna antes de 2030 y tiene como principal objetivo construir allí una base. Ese país envió a su primer astronauta al espacio en 2003, mucho tiempo después de que lo hicieran los soviéticos y los estadounidenses en 1961, pero su programa espacial cobró impulso a golpe de inversiones multimillonarias.
China logró su primer alunizaje en 2013. En 2019 logró una hazaña histórica: posar una nave en la cara oculta de la Luna y un año después consiguió hacer regresar una nave con muestras lunares, una operación que no se había logrado en más de 40 años.
En 2021 logró posar un robot en Marte y planea este 2024 una nueva misión para traer muestras lunares a la Tierra.
En tanto Japón logró el pasado 25 de diciembre posar su módulo espacial Slim con precisión en la superficie lunar. Sin embargo, la sonda registró problemas en los paneles solares, que dejaron de generar energía.
En 2022, el país insular envió sin éxito la sonda lunar Omotenashi como parte de la misión estadounidense Artemis 1. En abril siguiente la empresa emergente ispace intentó convertirse en la primera firma privada en llegar a la Luna, pero perdió la comunicación con su nave después de un "aterrizaje duro".
Por su parte Rusia fracasó el año pasado en su intento de posar su Luna-25, que constituía su primera misión hacia el satélite terrestre desde 1976.
Tras haber brillado en tiempos de la ya extinta Unión Soviética, el sector espacial ruso adolece de varios problemas debido a una financiación insuficiente, la corrupción y el aislamiento de Moscú desde la invasión de Ucrania en 2022.
Otro gigante global, India, si bien tiene medios mucho más moderados que las potencias espaciales, el año anterior posó su no tripulada Chandrayaan-3 cerca del polo sur lunar. El primer ministro indio, Narendra Modi, quiere enviar a un indio a la Luna hacia 2040.
Hay también actores más pequeños en esta competencia. La Agencia Espacial Europea (ESA) también se ha interesado por la Luna, sobre todo con colaboraciones internacionales (Estados Unidos y Japón).
Corea del Sur colocó en órbita lunar su sonda Danuri a finales de 2022 y busca posar un artefacto en la Luna en 2032