China y la colonización del Pacífico | El Nuevo Siglo
Domingo, 9 de Febrero de 2020
Sara Obando
Con “la línea de nueve puntos” que rodea el territorio, militarización, terraplenes y construcciones, la República Popular reclama su soberanía

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Las tensiones en el Océano Pacífico y en el Mar del Sur de China aumentan a medida que los Estados se arman, día a día más. Los intereses expansionistas de la República Popular de China y su ansia por territorio y mar han disparado las disputas y los roces entre los países de la región, quienes han respondido ampliando su arsenal militar y formando alianzas. Al mismo tiempo, Estados Unidos ha recurrido a provocar constantemente a China, al entrar militarmente en territorio que la República Popular considera como suyo. 

Uno de los objetivos geopolíticos del gigante asiático es romper con las barreras terrestres o cadenas de islas que le impiden expandirse por el Océano Pacífico. Para poder lograrlo lo más factible es hacerse con territorio que contribuya a ampliar sus límites marítimos, es decir, las aguas continentales (12 millas náuticas desde donde el territorio del Estado se encuentra con el mar), aguas contiguas (12 millas náuticas desde las aguas continentales) y la Zona Económica Exclusiva (ZEE) (200 millas náuticas desde donde el territorio del Estado se encuentra con el mar). De acuerdo con el Derecho del Mar proclamado por las Naciones Unidas, las aguas marítimas que empiezan desde los lugares en donde el territorio soberano de un Estado se encuentra con el mar pertenecen a cada país. Las millas náuticas vayan más allá de esas 200, son aguas internacionales de libre navegación. 

Ninguna de las aguas pertenecientes a un Estado pueden ampliarse, es decir, ningún Estado puede tener más de 200 millas náuticas bajo su control. Por tanto la única opción de China es ampliar su soberanía hacia territorios en altamar. De esta manera, tanto las 12 millas náuticas de aguas continentales como las 200 de la ZEE tendrían un punto de partida diferente y más lejana. Ampliando el territorio sobre el cual el Estado puede ejercer control.

En la actualidad hay dos grupos de Islas Asia Pacífico inmersas en disputas marítimas y territoriales. Las Spratly y las Paracelso. Las primeras son disputadas por China, Brunei, Malasia, Vietnam y Filipinas, y las segundas por China y Filipinas. Estas son el boleto de China para poder ampliar su presencia en el Pacífico, y su control y poderío naval.

Para hacerse con las islas y con el territorio que desea, China ha desarrollado “la línea de nueve puntos” como parte de su política exterior. Esta consiste en una línea punteada que rodea el territorio que China reclama como suyo. Además Pekín ha recurrido a militarizar las islas, terraplenarlas y construir en ellas. China incluso ha estado construyendo islas artificiales y ha invertido gran parte del presupuesto militar en la continua renovación de su armada, incluyendo la construcción de Portaaviones.  

Cada año genera 40 unidades de superficie o embarcaciones militares. Compró fragatas antiaéreas Jiangkai (054) y Jiangdao (056) destructores lanzamisiles como el Lüyang II (052C), Lüyang III (052D).  En 2017 China mostró su nuevo destructor tipo 55 y fuentes militares del país aseguraron que Pekín iniciaría el despliegue de Jets J-20. La República Popular de China cuenta con más de 70 hangares o cobertizos para aeronaves y tres bases aéreas en las islas Spratly; Mischief, Subi Reefs y Fiery Cross. En las islas Paracelso cuenta con 16 hangares también. 

La Línea de Nueve Puntos es para brindar pruebas -sea a la Corte Internacional de Arbitraje o no- de que las islas han sido consideradas como suyas por largo tiempo. La militarización, las construcciones y los terraplenes son para argumentar que no ha renunciado a su derecho a las islas y que ha ejercido continuo control y ocupación de estas. Y la renovación de la Armadas es para amedrentar a sus vecinos, para disuadir a Estados Unidos de intervenir aún más en un conflicto que no es suyo, y para fortalecer una flota que más adelante patrullará la Ruta de la Seda Marítima desde Asia Pacífico hacia Medio Oriente, cruzando el Océano Índico. 

De conseguir soberanía sobre las islas los beneficios económicos serían exorbitantes debido a la posibilidad de cobrar impuestos a las embarcaciones comerciales, militares, turísticas, etc. El territorio en disputa es rico en hidrocarburos y pesca, e incluso, se encuentra en medio de una de las rutas marítimas más importantes a nivel mundial. Por esta ruta transita más del 50% del comercio marítimo a nivel mundial, una cantidad 6 veces mayor al que pasa a través del Canal de Suez desde el Océano Índico. 

Ahora bien, los Estados de la región se han inquietado con toda esta situación que afecta su soberanía, sus capacidades disuasorias, su economía, y hasta sus relaciones con los vecinos. Ningún país puede detener la renovación militar de China y aparentemente tampoco evitar que Pekín intervenga en un territorio que no es suyo a los ojos del Derecho Internacional. Así que países como Filipinas han recurrido a llevar a China ante la Corte Internacional de Arbitraje y otros han optado por entrar en una carrera de militarización y armamento sin precedente. 

Malasia adquirió dos submarinos españoles. Indonesia tiene dos más y va a adquirir otros tres próximamente. Vietnam ha comprado submarinos Kiyo de Rusia y ha desplegado tres en la Bahía de Ha - Long en el Mar del Sur de China. El país tiene también seis submarinos diesel 636 Varshavyanka. Y para completar Estados Unidos realiza constantemente Operaciones e incursiones marítimas (Fonop) cerca de las islas para provocar a China y disuadirlo de seguir avanzando en su colonización.  

¿Desembocará esto en una guerra?

*Especialista en Relaciones Internacionales