Cómo la complicidad se disfraza de neutralidad | El Nuevo Siglo
Foto cortesía Juan Peraza.
Lunes, 4 de Febrero de 2019
Gilberto Rojas

¿Se puede ser neutral frente a una tragedia humanitaria? ¿Es sensato mirar a otro lado ante el desplazamiento forzoso de más de 4 millones de ciudadanos de un país sumido en la miseria y la violencia? ¿Es moralmente admisible que un país se declare neutral ante la evidencia irrefutable de la violación masiva, sistemática y continuada de los más elementales derechos humanos en otro país? ¿Es éticamente aceptable la neutralidad ante un dictador que ostenta el poder con base en la fuerza de las armas, que mata y reprime sin ningún tipo de contención?

Estas y otras muchas preguntas hay que hacerlas a los ciudadanos mexicanos y uruguayos ante la pretensión de sus respectivos gobiernos de conformar un grupo de supuestos “países neutrales” con el objetivo de volver, una vez más, como tantas otras veces, a convocar un supuesto “diálogo” que  permita al usurpador Nicolás Maduro continuar perpetuando su atroz totalitarismo comunista en Venezuela, como si 20 años no bastaran para poner término a este régimen bárbaro comparable solo a los peores que se recuerden en la historia humana.

Y no hay que devanarse los sesos para entender las razones que motivan a los flamantes mandatarios de ambos países para asumir tan deleznable posición, cuando la enorme mayoría de sus colegas latinoamericanos y del mundo asumen una postura firme y digna de rechazo ante el régimen funesto de Maduro y su banda de forajidos en Venezuela.

Lo primero que salta a la vista es que los mandatarios de ambos países, López Obrador de México y Tabaré Vázquez de Uruguay, así como sus partidos Morena y el Frente Amplio, forman parte al igual que Maduro y su PSUV del tristemente célebre Foro de Sao Paulo, especie de conciliábulo donde se reúnen todos los partidos y movimientos socialistas, comunistas y demás variedades de la izquierda retrógrada y antidemocrática de América Latina y el Caribe, con el objetivo de implantar regímenes como el que se vive en Venezuela.

La chequera petrolera que caminó rauda por toda la región cuando los tiempos de Chávez, cuyo canciller era precisamente Maduro, financió todos esos partiditos y movimientos “revolucionarios” comprando lealtades y simpatías que aún se mantienen en algunos países donde, como México y Uruguay, la situación de esos movimientos era precaria.

Pero la razón de mayor peso y la que a todas luces cobra hoy mayor importancia para explicar esta lamentable conducta de ambos mandatarios y sus gobiernos, es la “extraordinaria oportunidad de negocios” que todavía ofrece la menguada botija petrolera basándose en la precariedad en que han sumido a la sociedad venezolana.

En el caso de México, el escándalo del “Maxiclap”, dejó al descubierto un inmenso y millonario entramado de corrupción relacionado con la compra-venta y distribución de alimentos de primera necesidad del programa Clap, en el cual “empresarios” venezolanos y mexicanos y de otras nacionalidades hacen millonarias ganancias derivadas del diferencial cambiario, del enorme sobreprecio de venta y la baja calidad de los productos distribuidos en las comunidades humildes de Venezuela.

En el caso de Uruguay, el tema es de larga data y se remonta a la presidencia de Pepe Mujica y su entorno de los que él mismo llamó “intermediarios” para evitar describirlos como aliados políticos devenidos en “empresarios” haciendo grandes y muy turbios negocios, denunciados por la oposición de su país, con el gobierno de Hugo Chávez. Y más recientemente ha vuelto a la palestra por las escandalosas denuncias que involucran al círculo cercano del Presidente y a empresarios que participan en los negocios asociados a la gran estafa del ya mencionado programa de venta y distribución de alimentos de primera necesidad a las comunidades pobres de Venezuela: Clap.

Por eso, más que neutralidad valdría llamar las cosas por su nombre: ¡Complicidad! de quienes diciéndose revolucionarios y afirmando a los cuatro vientos que “la riqueza es mala” y su objetivo es la “igualdad”, sin embargo les encanta hacer millonarios negocios entre “socialistas”, y si son ilegales, pues, ¡mucho mejor¡

Para ellos vaya el mensaje enviado por el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, quien de manera directa y muy clara les espetó:

“… En este momento por el que atraviesa Venezuela ser neutral es estar del lado de un régimen que ha condenado a cientos de miles de seres humanos a la miseria, al hambre, al exilio e incluso a la muerte”.