Un exmiembro del ejército de los Estados Unidos que ahora vive en Rusia lanzó recientemente una página web para promover noticias falsas, como que Volodymyr Zelensky, el presidente de Ucrania, había comprado dos yates de lujo con dinero de la ayuda estadounidense.
Con el paso de los días -era 20 de diciembre de 2023- la noticia falsa empezó a escalar. Escrita sigilosamente desde un computador en Moscú, voló hacia otros continentes, hasta llegar a Washington, donde tuvo un eco enorme porque hablaba de USD 75 millones de dólares desviados por el presidente ucraniano.
A pesar su falsedad, varios miembros del Congreso norteamericano, que en esos meses estudiaban la necesidad de cortar la ayuda a Ucrania, o al menos reducirla, cayeron en la campaña de desinformación de los rusos.
Uno de ellos fue la congresista republicana, Marjorie Taylor Greene. Sin preguntarse cuál era el origen de la noticia, saltó rápidamente a replicarla: “Cualquiera que vote a favor de financiar Ucrania está financiando la trama monetaria más corrupta de cualquier guerra exterior en la historia de nuestro país”, escribió en X.
El gobierno ucraniano, enterado de esta noticia falsa, negó que Zelensky hubiese participado en esa trama de corrupción. Pero el daño ya estaba hecho: algunos políticos y ciudadanos creyeron, por varios días, que el presidente ucraniano había comprado dos yates y una lujosa casa con la plata de donantes internacionales, como Estados Unidos.
Posverdad, pura
La supuesta casa de Zelensky en la Florida y la presunta adquisición de los dos yates demuestran que una noticia falsa se puede volver viral y llegar hasta los principales tomadores decisiones de los países. Mientras que las redacciones de los medios se toman horas y horas en contrastar fuentes para publicar contenido real y objetivo, las redes de la desinformación usan miles de herramientas tecnológicas que permiten crear contenido mentiroso, en minutos.
En 2016, el diccionario de Oxford describió este tipo de estrategias de desinformación como la era de la “posverdad”. “Relativo o que denota circunstancias en las que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que las apelaciones a la emoción y a las creencias personales”, dice textualmente.
Con el tiempo, la era de la posverdad se ha llenado de nuevas herramientas tecnológicas -deep fakes, deep learning- que permiten aumentar la emoción o las creencias personales. Ya no sólo funciona el algoritmo que altera las preferencias en redes sociales para posicionar una marca o condición política.
Ahora, un experto en desinformación desde Moscú, Washington, Deli o Sao Paulo puede crear un video del presidente de Estados Unidos anunciando la intervención militar de su país en determinado territorio. Si la congresista republicana Taylor Green hizo eco de las casas de Zelensky, ¿no caería en el video de la supuesta intervención militar? ¿Como ella, cuántos ciudadanos caen, día a día, en noticias falsas que replican como autómatas en WhatsApp y vienen de creadores de contenido cuyo objetivo es monetizar o generar desinformación, así falten a la verdad?
Blanqueo narrativo
En diciembre de 2023, cuando viajaba desde Moscú la noticia de la supuesta casa de Zelensky, la activista “Qanon” -red de ultraderecha norteamericana-, Lauren Witzke, compartía en X otra publicación que decía que el presidente ucraniano había comprado una casa por USD 20 millones de dólares en Verizon, Florida. Witzke buscaba “blanquear” el origen de la noticia, un medio ruso encubierto, logrando que tuviera más de 10 millones de vistas.
Para los analistas de Lawfare, un medio norteamericano dedicado a las noticias de seguridad nacional, Witzke estaba blanqueando información de medios rusos no verificados. La estrategia las redes de desinformación de Moscú ya no sólo es desinformar con alta tecnología, sino usar perfiles en occidente con una amplia comunidad que le den legitimidad a su contenido compartiéndolo, “persuasión por encima de la tecnología”.
“Desde 2016, las conversaciones sobre desinformación se han centrado en el papel de la tecnología, desde los chatbots hasta los deepfakes. Sin embargo, la persuasión es una tarea fundamentalmente humana, y los humanos no han cambiado. Los fundamentos de la influencia encubierta, tampoco han cambiado”, dice un artículo en el mismo medio, “Las nuevas campañas rusas de desinformación demuestran que el pasado antecede” (traducido del inglés al español).
La viralidad de esta noticia no vino antecedida por un ejército de bots en redes sociales o un vídeo de Zelensky producido por la inteligencia artificial. Ingenua o no, Witzke, sin saber su origen, viralizó la noticia de DC Weekly, un medio ruso encargado de producir noticias falsas.
Fundado en 2002, DC Weekly ha sido un portal digital dedicado a blanquear noticias rusas y posicionar la agenda de Moscú en la opinión pública de Occidente. Los investigadores de Lawfare encontraron que los artículos publicados en este medio han sido escritos por periodistas que no existen. “Las biografías son ficción y las imágenes de los perfiles son robadas de toda la web. Lo más interesante es que el contenido de las noticias del sitio se crea en gran parte utilizando inteligencia artificial generativa (IA), robada primero de Fox News o de los medios estatales rusos y luego se le da su propio giro para que parezca exclusiva de DC Weekly”.
La viralidad de la noticia falsa de la casa de USD 20 millones de dólares, hizo que DC Weekly saliera del aire y fuera sustituida por ClearStory.News, un portal digital que se inauguró con la noticia falsa de que el presidente ucraniano habría comprado una villa en Alemania que perteneció a Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda Nazi, una estrategia clara para posicionar la idea de que Ucrania es liderada por un neonazi, como ha dicho Vladimir Putin en varias ocasiones.
Con la facilidad de un pájaro, que cambia de árbol a árbol, Moscú promueve nuevos creadores de noticias falsas que buscan blanquear la información rusa en Occidente, inundando las fuentes abiertas (toda la información pública en Internet) de desinformación que es compartida por políticos y activistas occidentales, que caen enteros en su juego.
“Percepción antes que la tecnología”. Uno ve y hoy funciona así.