Las dos Coreas abrieron el teléfono rojo entre sus dirigentes este viernes, a una semana de una cumbre entre el presidente surcoreano Moon Jae-in y el líder norcoreano Kim Jong Un en la zona desmilitarizada que divide la península.
Esta línea conecta la Casa Azul, sede de la presidencia surcoreana en en Seúl, con la oficina en Pyongyang de la Comisión de Asuntos de Estado, presidida por el dirigente norcoreano.
"La conexión histórica entre los dirigentes de las dos Coreas acaba de establecerse", declaró Yoon Kun-young, un alto cargo de la Casa Azul. Hubo una conversación de prueba entre funcionarios de las dos partes que duró cuatro minutos y 19 segundos.
"La conexión es buena. Es como hablar con un vecino", agregó.
La península coreana está dividida desde hace 70 años. Desde el fin de la guerra (1950-1953) no se permite ninguna comunicación telefónica o postal entre los ciudadanos de ambos países.
Esta línea, que permitirá a Kim y Moon hablarse directamente, es el último paso que ilustra el acercamiento diplomático entre los dos vecinos desde los Juegos Olímpicos de invierno organizados en el Sur.
Los dirigentes de las dos Coreas se reunirán el próximo viernes del lado sur de la zona desmilitarizada. Será la tercera cumbre entre los dos países desde el fin de la guerra.
El conflicto bélico terminó con un armisticio pero no un tratado de paz, por lo que las dos partes continúan técnicamente en conflicto.
Moon declaró el jueves que deseaba que se declarara oficialmente el fin de la guerra como preludio a la conclusión de un tratado.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que debería reunirse con Kim en mayo, hizo saber que daría su "bendición" a las dos partes para negociar dicho acuerdo.
Pero todo dependerá de los programas balístico y nuclear norcoreanos. El Norte, que el año pasado disparó misiles intercontinentales capaces de alcanzar el territorio continental de Estados Unidos y llevó a cabo su mayor ensayo nuclear hasta la fecha, siempre ha dicho que necesita el arma atómica para protegerse de una invasión estadounidense.
Pyongyang se ha mostrado dispuesta desde entonces a negociar sobre el tema, a cambio de garantías a su seguridad.