Declive de EU no inició con Trump | El Nuevo Siglo
Foto Xinhua
Sábado, 31 de Marzo de 2018
Giovanni Reyes

Uno de los problemas más evidentes con la actual administración en la Casa Blanca  no es precisamente su errático proceder.  Existen muchos gobiernos peores que también ejercitan el populismo como lo hace Trump, que actúan de manera estructural, es decir de forma permanente, en desmedro de los intereses de grandes grupos sociales.  El problema mayor es que desde Washington se tienen recursos, se tiene real poder sobre los circuitos de la economía y la política mundiales.  Desde Washington se tiene mayor capacidad de que las decisiones afecten a todo el mundo.

Hay varios ejemplos que ilustran esta situación.  La presidencia de Trump que se perfila antes de dos años de funcionamiento como la peor en la historia de Estados Unidos, ha caído, deliberadamente quizá, en la trampa del populismo: decir e implementar medidas que suenan bien para mucha gente en el corto plazo, pero que a mediano y largo alcance son perjudiciales.

Lo opuesto sería actuar con responsabilidad: buscar consensos políticos en función de medidas que en un primer momento no son populares, pero que terminan abriendo más posibilidades y oportunidades a las personas, que mejoren la ampliación de sus capacidades –no sólo de compra, adquisitivas, sino esencialmente de educación, capacitación, emprendimiento e innovación. 

Pero en muchas ocasiones, estas cosas son más difíciles de comprender por los ciudadanos de a pie.  Es mucho menos llamativo tratar de entender propuesta que verdaderamente pueden traer beneficios sostenibles y sustentables, tanto en el ámbito económico como en lo referente a un manejo responsable de los sistemas naturales, de la coherente participación política o de la equidad social.

Uno de los factores que afecta todo este escenario es que los sistemas educativos, cada vez más “fast food”, no dan tregua para una formación que sea eso: de valores y de ejemplos, de autoridad moral, de amor al trabajo y al esfuerzo.  En lugar de ello, nos quedamos en muchas ocasiones con los niveles de la “formación bancaria” en dar instrucciones, sin enfatizar valores.  Con mucho, nos terminamos engañando de manera colectiva con la calidad de la formación en el sistema de educación del país.

Trump opta por decir lo que suena bien abandonando su responsabilidad de líder mundial.  Así no lo desee, así se esfuerce recurrentemente en el “liderazgo del autismo”, de la prepotencia y la insensatez.  Un caso al respecto es la reducción fiscal para las corporaciones, pasando de 34 a 21 por ciento.  Esto lanza al país a un mayor abismo de déficit fiscal y profundizará la increíble deuda externa de Estados Unidos. 

En este último aspecto, es de tener presente que ese endeudamiento para mediados de marzo de 2018 está llegando a la cuasi-inimaginable cifra de 19.7 trillones -millones de millones- de dólares.  Por ello, Estados Unidos está pagando casi 500 millones de dólares por día en el servicio de la deuda.

 

Estadísticas del retroceso

La situación del país –aunque esto no lo deseen escuchar muchos sectores- va en retroceso.  Por ejemplo, tal y como lo reporta un estudio de la BBC de Londres, la esperanza de vida en Estados Unidos es de 79.2 años.  Esto ubica al país en el puesto número 40 por detrás de todos los países desarrollados.  Resulta que Chile y Costa Rica, para citar casos de América Latina, tienen mejor este indicador, tal y como lo puntualiza recientemente la Organización de Naciones Unidas.  En otros continentes y con cobertura mundial, la mayor esperanza de vida entre la población corresponde a Japón con 83.7 años y el último lugar es para el país africano de Suazilandia, con 48.9 años.

Otra ilustración. En cuanto al indicador de mortalidad infantil, esto es el número de niños que mueren por cada 1,000 nacidos vivos, de conformidad con datos para 2015, Estados Unidos evidencia la cifra de 5.6.  Con ello, el país se ubica en la posición número 44 del mundo.  Es superado por naciones como Croacia y Bosnia Herzegovina.  Como se saben, países nuevos surgidos a raíz de la implosión de lo que fuera la República de Yugoslavia (formada el 1 de diciembre de 1918 y disuelta en 1991). 

Es decir se trata de países que emergen sangrientamente de la guerra, hace tan sólo 27 años, sin mayor tradición democrática ni cohesión social, ni esquemas reconocidos en un inicio, respecto a fluidos circuitos económicos.

Una tercera ilustración para finalizar, el caso de la mortalidad materna, que mide las muertes de mamás por cada 1,000 nacimientos.  Este indicador para Estados Unidos era de 17.5 en 2000; para 2015 se ubicaba en 26.5. Claro que esto no se adjudica a Trump, el declive del país venía de hacía años, el problema es que ahora en lugar de hacerse evidente una mejora sostenida, lo que se vislumbra es un empeoramiento en las condiciones.

Ciertamente, con ese comportamiento de la mortalidad materna, Estados Unidos va en contravía a lo que ocurre en la mayor parte de los otros países.  Véase al respecto, que por ejemplo, durante ese mismo período –de 2000 a 2015- Japón pasó de tener 8.8 a 6.4; Canadá, de 5.8 a 4.2, Francia de 11.7 a 7.8.

Se insiste: el declive no principió con Trump. Con él las condiciones se agudizan y el deslizamiento evidente del país encaminado a los pantanos del sub-desarrollo podría dar explicaciones generales del desespero de mucha gente, motivo por el cual optó por darle las llaves de la Casa Blanca al empresario de casinos y edificios que es el actual jefe del ejecutivo.

 

Vientos de guerra comercial

En todo esto, es de ver las perspectivas.  Ahora, lo último es el anuncio de la guerra comercial con las principales naciones industrializadas. Estados Unidos, unilateralmente ha indicado que colocará un arancel de un 25 por ciento al acero y al aluminio que se importa.  Esto claramente trata de proteger la ineficiencia de los productores locales, a la vez que traslada el costo adicional a los consumidores.

Tal y como recientemente lo ha hecho ver Christine Lagarde (1956 - ) la Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) en una guerra comercial mundial, “los que perderán indiscutiblemente serán los pobres".  Pero, lamentablemente, no sólo eso.  También tenderá a acrecentarse el debilitamiento de la producción de las principales economías del mundo.  Ya sean estas de Europa que trata de dejar la depresión económica, o Japón, o China, o el mismo Estados Unidos.

Los aranceles pueden llegar a ser medidas populistas y peligrosas. Se trata de lo opuesto a que es necesario realizar: medidas que sean beneficiosas, que conlleven desarrollo sostenible.  Pero para esto se requiere formar consensos, tener conceptos claros y estrategias.  Se requiere de hombres y mujeres de Estado.  Algo cuya oferta es escasísima por estos días en la Casa Blanca.  A falta de ello, se impone el caos y la improvisación, la “furia y el trueno” del impredecible Trump.

*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor, Facultad de Administración de la Universidad del Rosario. El contenido de este artículo es de entera responsabilidad del autor por lo que no compromete a entidad o institución alguna.