LOS EGIPCIOS votaron en el tercer y último día de unas presidenciales en las que se da por descontado como ganador al jefe de Estado saliente Abdel Fatah al Sisi y la única incógnita es el índice de participación.
El lunes, primer día de los comicios, la afluencia a las urnas era superior a la registrada el martes y el miércoles en algunos de los colegios electorales de El Cairo y el Delta del Nilo visitados por la AFP. Por el momento no hay cifras oficiales de la participación.
El presidente Al Sisi, de 63 años y elegido en 2014 con el 96,9% de los votos, tiene como único adversario al jefe del minúsculo partido liberal Al Ghad, Musa Mostafá Musa, de 65 años, partidario del régimen actual y un gran desconocido para la mayoría de la población.
Otros candidatos potenciales, con más prestigio, fueron encarcelados por violación de la ley o tiraron la toalla debido, dicen, a las presiones de las autoridades.
En este contexto, el gobierno teme un abstencionismo elevado, lo que podría restar credibilidad a los comicios.
El primer ministro Sherif Ismaíl exhortó el martes a los votantes a acudir a las urnas. "Es un derecho constitucional y un deber para la nación", declaró a las televisiones locales.
Las autoridades y los medios de comunicación recuerdan la existencia de una ley, no aplicada, que sanciona a los abstencionistas con una multa.
"Hay muchos mecanismos que permiten al Estado aplicar este texto" a quienes incumplan el reglamento, insistió el portavoz del parlamento, Salah Hasabalá.
En la televisión pública y en la calle se difunden canciones patrióticas para incitar a los egipcios a votar. Los medios de comunicación favorables al régimen divulgan escenas de júbilo fuera de los colegios electorales y se deshacen en alabanzas sobre la organización y desarrollo de los comicios.
En las presidenciales de 2014, la tasa de participación fue del 37% después de dos días de voto y del 47,5% tras prolongarlas uno.
El portavoz de la autoridad nacional electoral Mahmud el Sherif negó los "rumores" de que los comicios se vayan a prolongar un día esta vez. Además afirmó que la participación es elevada en las grandes ciudades, sin aportar cifras.
Antes de las elecciones, algunas personalidades de la oposición llamaron al boicot por considerarlas "una farsa".
Sin nombrarlos, el presidente Al Sisi reaccionó en un discurso a finales de enero diciendo que no toleraría que se juegue con "la seguridad" de Egipto.
Durante la campaña, los dos candidatos eludieron hablar de política y no debatieron sobre el fondo de sus proyectos.
Mostafa Musa, que niega ser un títere para legitimar los comicios, se cuidó de criticar a su adversario y hasta mencionó logros del primer mandato de Al Sisi.
En la única entrevista televisada de su campaña, la semana pasada Al Sisi negó ser responsable de la ausencia de rivales de peso: "Me habría gustado que hubiera uno, dos, tres o 10 de los mejores" candidatos.
Al Sisi es popular por haber aportado cierta estabilidad a Egipto después de los años convulsos que siguieron a la insurrección popular de 2011. Llegó al poder tras haber derrocado al islamista Mohamed Mursi, el primer presidente egipcio elegido democráticamente.
La disidencia, las organizaciones nacionales e internacionales de defensa de los derechos humanos denuncian violaciones de las libertades individuales y la represión implacable a los opositores. / ENS con AFP