LOS 4 de Julio en Washington siempre son festivos. El calor del verano mezclado con el espíritu patriótico, por ejemplo, ha llevado a que Barack Obama invite a los ciudadanos a comer un BBQ hecho en su casa, en un gesto de confraternidad.
Inclusive, muchos presidentes de Estados Unidos han ido más allá. Uno de ellos, Donald Trump, hoy buscará dejar huella con un acto militar y una aparición pública en un icónico monumento del centro de la ciudad, el Lincoln Memorial, para continuar sus actos de campaña desde la presidencia.
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Hombre de espectáculos y realetes, Trump está acostumbrado a ser un anfitrión que rompe los protocolos y busca seducir a sus invitados con algo más que pólvora y buen champagne. Esta vez ha prometido algo sin precedentes, aunque algunos historiadores y medios han desvirtuado lo que ha dicho porque, al final, parece la repetición de grandes desfiles de tanques, que ya se han visto varias veces en la capital de Estados Unidos.
En el Despacho Oval, su oficina, el Presidente dijo ayer que se trata de un evento llamado “un saludo a Estados Unidos”, que contará con un “¡Gran espectáculo de fuegos artificiales, entretenimiento y una dirección de su Presidente favorito, yo!”. “Nuestro saludo del 4 de julio a América en el Lincoln Memorial está buscando ser realmente grande ¡Será el espectáculo de toda una vida!”, expresó en Twitter.
Un repaso
Aunque sus críticos dicen que “pisotea una larga tradición de mantener estos eventos de manera no partidista -incluso apolítica-”, como escribió Michelle Cottle en The New York Times, lo cierto es que parece inevitable que el 4 de julio se convierta en un acto político, más teniendo en cuenta la participación de Trump en los comicios presidenciales de 2020.
La particularidad del asunto, ante en el desconocimiento de las palabras que vaya a pronunciar el Republicano, radica en que ha cambiado los tradicionales festejos: desfile militar, veteranos, juegos pirotécnicos, por algo que, ha dicho, es mucho más espectacular.}
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Trump piensa la política, y su vida, en clave de espectáculo, como le dijo a EL NUEVO SIGLO Mark Singer, el periodista que dedicó más de seis meses al lado del Presidente, cuando este era un hombre de negocios. “Mi teoría es que Donald Trump no es una persona, es un actor”, explicó cuando fue preguntado sobre la contradicción de un Mandatario que deber servir al pueblo, pero al mismo tiempo se interesa solo por su propia imagen.
Es así como cuesta creer, por las circunstancias políticas, que Trump no aproveche el 4 de julio para “actuar” -siguiendo la tesis de Singer- y conseguir votos. Aunque sus opositores aseguran que este evento -más que cualquiera- debe estar por encima de algún interés partidista, como ha pasado en anteriores ocasiones.
Tradicionalmente, el discurso del Presidente de Estados Unidos en esta fecha patriótica tiene lugar en el Mall, una explanada larga y empastada, que se ha convertido en el corazón del centro histórico de Washington. Trump, sin embargo, ha evitado este lugar y hoy, por algunas horas, dará su discurso en las escaleras del Lincoln Memorial, un monumento gigantesco en el que se levanta la estatua de Abraham Lincoln, el mandatario más popular de la historia del país. Sus contradictores dicen que carece de respeto por las figuras más importantes de Estados Unidos al intentar ponerse a la misma altura.
Viendo la historia de los actos del 4 de julio, el portal El Político ha encontrado que varios mandatarios han cambiado el lugar de esta festividad muchas veces, sea para variar los tradicionales desfiles o para tener mayor impacto. Ha dicho, igualmente, que varios han buscado mostrar el poderío militar, desfoliando los tanques por las principales calles de Washington; esta vez, será así.
En 1951, Harry Truman se aburrió del Mall y apareció de sorpresa en el Capitolio, donde habitualmente se da el “Discurso de la Nación”. Otros fueron menos ortodoxos. Seguramente por motivos de viajes, Richard Nixon dejó un video grabado, mientras que Calvin Coolidge y John Kennedy viajaron a Filadelfia para celebrar el icónico día.
El lugar del discurso que hoy dará Trump, sin embargo, no es el mayor problema para sus opositores. Los tanques, pesados y metálicos, desfilarán por las calles de Washington, generando -han dicho- problemas para la infraestructura de la ciudad.
Pero muchos ya lo han hecho, igualmente. Y es que parece que el Presidente quiere emular a Thomas Jefferson, quien en 1801 hizo un desfile militar de grandes dimensiones desde la Casa Blanca.
Más que por la historia patria, algunos medios hablan que Trump quedó obsesionado por un desfile militar al que asistió hace dos años en París. Exactamente, se trató de un acto con las fuerzas armadas francesas en La Bastilla, un clásico lugar de la capital francesa.
Este jueves, a las 6:30 de Washington, Trump se dirigirá al templo de Lincoln y muy probablemente expondrá de apoco los logros de su administración. A sus alrededores, dice la organización, habrá tanques y vehículos de combate, mientras que al momento en que expresa sus visiones del país, por encima de él volará el Air Force One.
Como nunca, Trump se sentirá tan cómodo. Es un “hombre show”. Qué mejor momento que este para ser el centro del espectáculo.