El mito del Brexit: escenarios en perspectiva | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Sábado, 9 de Febrero de 2019
Giovanni Reyes
Población más joven, la que tiene anhelos y está preocupada por forjar una vida laboral y familiar estuvo en contra de la salida de la UE. Y ahora quieren que se anule

 

Desde junio de 2016, en un movimiento que contradice la sostenibilidad del bienestar social, el crecimiento económico y condiciones de desarrollo firme para el Reino Unido, la dirigencia política de este país ha hecho gravitar el desenvolvimiento cotidiano de la nación en torno a la salida –a como dé lugar- de Europa, en el mito del “brexit”.

¿Por qué el mito? Porque en términos reales correspondientes a la economía en general y el comercio en particular es imposible para el Reino Unido (RU) “salirse” de Europa.  Los políticos es posible que lo sepan, aunque dados los niveles extraordinarios de analfabetismo funcional y de demagogia, es posible que también lo ignoren: la causa es el concepto y realidad del mercado natural. 

Es decir que lo natural, lo viable, lo factible para el RU es vender sus productos y sus servicios a Europa.  Es de aclarar.  Quienes crean empleo son los empresarios mediante sus inversiones, esto es lo directo.  Pero lo esencial de esa creación de empleo es la demanda.  Crea empleo quien consume los productos y servicios.  Si no existe demanda no existirá oferta.  Excepto en el caso –sólo en las matemáticas como expresión de la lógica, no caben excepciones- de que existan grandes conglomerados, es decir sectores sociales con alta capacidad adquisitiva, para los cuales se pueden crear productos o servicios “sofisticados”.

Sí, un componente esencial de la competitividad, la capacidad productiva y la innovación -en productos, servicios, canales de acceso y atención al cliente- es la demanda, la demanda efectiva de las personas y grupos sociales. Y esa demanda está presente en Europa, en la Unión Europea, el RU sólo en teoría, podría colocar sus productos en mercados tan distantes tales como las Islas Fiji, Nueva Caledonia, Namibia o Nueva Zelanda.

El RU tiene en Europa, en la Unión Europea, su mercado natural.  Y no es nada despreciable.  Se trata de una región de 4.3 millones de kilómetros cuadrados, con 512 millones de habitantes, quienes tienen un gran poder adquisitivo: nada menos que 36,000 dólares per cápita en promedio.  A todas luces, la “salida” del RU de Europa es un mito.  Un mito sí, pero explotado por políticos inescrupulosos que se apoyan en la carencia de conocimiento de mucha gente.

Pero bien, en todo caso, el 29 de marzo se coloca como fecha de plazo para la “salida”.  Con base en esto, es conveniente establecer lo que serían los escenarios principales por venir. 

Primero, tal y como lo expone Mirko Trudeau desde Nueva York, se encuentra el escenario más temido por los medios económicos británicos.  Se trata de que no exista acuerdo operativo, en absoluto.  En este caso, las consecuencias incluirían el riesgo de que aumentara, galopante, la inflación,  es decir una elevación generalizada de precios.  Se tendería a desplomar la cotización de la libra esterlina, lo que afectaría a su vez el costo de vida dado el encarecimiento de las importaciones.  Se estaría “importando inflación”.

Producto, además de este primer escenario, se esperarían contracciones importantes en el producto interno bruto. Quizá mayores a 5 por ciento.  No se descartarían desabastecimientos de algunos productos en las plazas británicas, medicamentos incluidos, o bien problemas en las operaciones aéreas con los viajes de interconexión entre la isla y el Viejo Continente.

Un segundo escenario es que el RU busque seguir el ejemplo, la ruta y los resultados que tiene actualmente Noruega.  En esta situación se tiene acceso al mercado único de la Unión Europea, pero no se es miembro de la unión aduanera.  Es decir que no se comparte entre todos los países un arancel externo común.  En este caso, otros países tendrían la oportunidad de entrar a las plazas europeas, mediante comercio de Noruega o del RU.

China podría beneficiarse de este segundo escenario.  La competitividad de sus productos puede verse reforzada no sólo por esta entrada mediante terceros -que técnicamente se relaciona con las denominadas “normas de origen”- sino por el posicionamiento de sus barcos-fábrica en aguas internacionales contiguas a Europa, algo que por ejemplo, ya es práctica común en el ingreso de los productos chinos a Estados Unidos.

Siempre en este escenario, las autoridades del Viejo Continente han insistido en que los acuerdos que eliminaban esta alternativa, no pueden modificarse. No obstante, las apuestas británicas se centran en la renovación del Parlamento Europeo, en mayo próximo.

Un tercer escenario: anular el “brexit” y lanzar otra votación.  Se trataría de la opción más racional.  Se estima que un 63 por ciento de los británicos no sólo quisiera revisar la “salida” sino que apoyaría la alternativa mediante la cual el RU continuara en la Unión.

Desde luego los políticos tradicionales en general tratan de impedir este escenario.  Es evidente que tienen como prioridad, de manera impúdica, los intereses personales o de grupo.  Incluso en el Partido Laboral pesarían más los odios a la Unión Europea, que el funcionamiento menos costoso para el bienestar y los mercados del RU.  Sin embargo es posible que se replantee la opción de la salida.  No es de olvidar que la población más joven, la que tiene anhelos y está preocupada por forjar una vida laboral y familiar, los sectores más educados y más urbanos, se inclinaron por la permanencia del RU dentro de Europa.

No debemos dejar de lado, entretanto, que Escocia ha manifestado mayoritariamente su interés en continuar siendo parte de Europa antes que ser socio federativo del Reino Unido.  Situaciones difíciles pueden presentarse también con la frontera en Irlanda.  En estos tiempos de “fake news” -el nombre de moda para decir mentiras en los medios- y de manipulaciones mediáticas, veremos hasta qué punto puede triunfar la esperanza y la sensatez, en función de lo más conveniente para el Reino Unido.

*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor, Facultad de Administración de la Universidad del Rosario. El contenido de este artículo es de entera responsabilidad del autor por lo que no compromete a entidad o institución alguna.