Estados Unidos e Irán: ¿Guerra o negociación? | El Nuevo Siglo
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Sábado, 25 de Mayo de 2019
Natalia Mariño*

¿PODRÍAN Irán y Estados Unidos entrar en un verdadero conflicto? Desde comienzos de mayo las tensiones han aumentado al punto en que la posibilidad de una guerra entre ambos países ha salido a flote. Sin embargo, esta semana dichas posibilidades disminuyeron. Esto, según el jefe del Pentágono, Patrick Shanahan, que dijo que las acciones de Estados Unidos han logrado mermar los intentos de Irán en la región.

Y es que la imposición de “máxima presión” hacia Irán es una estrategia de Trump y sus asesores mediante la cual, dicen, se busca un cambio de régimen en esta República Islamista, con el apoyo de sus aliados regionales. Así como la opción de un conflicto está sobre la mesa, también lo está el de una posible negociación. Pero el ajedrez de Medio Oriente complejiza aún más la situación y no permite ver qué camino escogerán más allá de mantener el statu quo.

Aumento de las tensiones

Cuando se cumplía un año de la salida de Estados Unidos del acuerdo nuclear, John Bolton, consejero de Seguridad Nacional, anunció a comienzos de mayo el despliegue de un portaaviones y 120.000 tropas al Golfo Pérsico en respuesta a las actuaciones de Irán. De acuerdo con cuestionados reportes de inteligencia de Estados Unidos, Irán intentó atacar tropas estadounidenses en Irak y Siria. Posterior al anuncio del despliegue, “Irán divulgó su decisión de no continuar con el cumplimiento de partes del acuerdo nuclear de 2015 si los europeos signatarios del mismo no proveen ayuda financiera a Irán en 60 días. Rouhani afirmó que Irán comenzaría a almacenar uranio enriquecido”, afirma el portal VOX.

La semana pasada hubo ataques a cuatro barcos petroleros en el Golfo Pérsico cerca del Estrecho de Hormuz. Estados Unidos y sus aliados en la región, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, denunciaron que Teherán estaría detrás de esto, así como de un ataque contra un oleoducto saudí. La evidencia de este último es la reivindicación de los rebeldes hutíes en Yemen, apoyados por Irán. Estas actuaciones son catalogadas por Estados Unidos y sus aliados como una provocación.

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Ante este panorama y a lo largo de su presidencia, Trump ha tenido a Irán bajo la lupa y ha tomado medidas que buscan “ahogarlo” económica y diplomáticamente. La salida del acuerdo nuclear por parte de Estados Unidos y la reimposición de sanciones contra Irán, así como catalogar a la Guardia Revolucionaria, creada para defender la República islámica desde la Revolución de 1979, de organización terrorista, han sido algunas de sus acciones. Esto le impide a Irán, el cuarto mayor productor de petróleo, comercializarlo al exterior y hacer negocios con empresas internacionales, produciendo una fuerte caída de sus indicadores económicos como una contracción del PIB en un 3.9% en 2018.

“Oficiales de Estados Unidos insisten en que el objetivo de la ‘máxima presión’ no es el cambio de régimen, sino un cambio por el régimen. Sin embargo, en lo que concierne al gobierno iraní, es una distinción sin mucha diferencia debido a lo sustanciales que son las demandas de Washington”, comenta Naysan Rafati, analista en temas de Irán del International Crisis Group, a EL NUEVO SIGLO.

Dos opciones, ninguna salida

Aunque parezca paradójico, este escalamiento de las tensiones y el aumento en las probabilidades de iniciar un conflicto, puede derivar en algo positivo como en negociaciones entre las partes. Así se entiende según lo dicho por Trump cuando le preguntaron si la guerra con Irán es una opción y respondió “esperemos que no”.

La máxima presión de Trump por lograr que Irán se comporte, como dijo el secretario de Estado, Mike Pompeo, como una “nación normal”, han terminado por reforzar la posición de Teherán de no dejarse dominar por Washington y de adoptar una postura de provocación como aumentar el enriquecimiento de uranio. De manera que las medidas han tenido un efecto contrario y hacen que una solución sea aún más lejana

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Esta “normalización”, como la designa Bret Stephens en The New York Times, significa que ambas partes renuncien a ciertas actuaciones que solo están causando más preocupación en la relación bilateral, regional y en los mercados internacionales. Así, menciona que la normalización del lado estadounidense hace alusión a suspender las sanciones económicas y diplomáticas a Irán, restablecer vuelos directos entre Washington y Teherán y fomentar la inversión mutua, entre otros. Del lado iraní, significa un país que no realice enriquecimiento de uranio ni experimentos nucleares, aquel que no financia grupos terroristas ni milicias en Medio Oriente y que no viola los derechos humanos.  

Así que una guerra y una negociación parecen improbables, pero no imposibles. “Conversaciones mediadas y esfuerzos europeos para salvar el acuerdo nuclear podrían ayudar a bajar las tensiones que vemos desde hace tres semanas. Pero mientras Washington crea que puede presionar a Irán para lograr concesiones, el riesgo es que Irán pueda contraatacar, bien sea mediante actividad nuclear o aumentando las apuestas regionales. Por el momento, ningún lado quiere pelear, ni tampoco quiere comprometerse”, menciona Rafati.

Ante este panorama, solo queda ver si alguna parte cede, sino el riesgo no es una guerra real, sino un statu quo de conflicto latente muy peligroso para la región y el mundo.

(*)@natalimarinop