TANTO ESTADOS Unidos como Centroamérica están diseñando sendas estrategias para evitar la migración por el Tapón del Darién, la espesa y pantanosa selva entre Colombia y Panamá por la que en 2023 cruzaron 520.085 personas, mientras que en lo corrido de año poco más de 186.000.
De hecho, la administración de Joe Biden anunció hace dos semanas la movilización de una unidad especializada en el combate de trata de personas y violencia contra la mujer hasta la inhóspita jungla, organización que ha operado en naciones como Honduras, México, Guatemala y El Salvador, desde su creación en 2021.
Además, el presidente electo de Panamá, José Raúl Mulino, quien estará asumiendo el poder en los próximos días, anunció, tras una visita al Centro de Recepción Temporal para Migrantes de Lajas Blancas, que suscribirá un convenio con la Casa Blanca para la repatriación de cientos de migrantes que ingresen a su país, a través de la selva, desde Colombia.
El mandatario indicó que el documento que establece parámetros para devolver migrantes a sus respectivos países, sería firmado hoy, en medio de una visita que realizará a Panamá el secretario de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Alejandro Mayorkas.
Como se sabe, durante la campaña que lo llevó a la presidencia, Mulino prometió bloquear el Tapón del Darién, la selva con más de 575.000 hectáreas de superficie, que se ha convertido en el paso para que migrantes, sobre todo de Venezuela, Colombia, Ecuador y China, puedan cruzar de forma irregular desde Suramérica, huyendo de la crisis de sus respectivos países.
“He visto crisis en el Darién de otra dimensión, pero esta se saltó la barda; me quebró el alma ver a niños de la edad de mis nietos pidiéndome una botella de agua”, indicó el presidente, ministro de Seguridad durante el gobierno de Ricardo Martinelli, luego de su visita al campamento de migrantes.
Pero esta estrategia de Mulino ha sido duramente cuestionada por expertos en materia de migración, al considerar la propuesta como “poco viable” y que de aprobarse podría intensificar la crisis, sobre todo en términos humanitarios y de seguridad para las personas que han decidido utilizar la selva del Darién para llegar a Estados Unidos.
No ha sido este el primero intento desde Centroamérica de mantener la migración por el Darién bajo control. En el año 2023, Panamá y Costa Rica hablaron sobre una estrategia para evitar la radicación de los migrantes en esos países durante meses, tras cruzar la pantanosa jungla, a la que muchos han llamado el ‘infierno verde’.
Ambos países pensaron en idear un mecanismo que les permitiera mantener un flujo controlado. La medida consistía en que los migrantes pagaran por una ruta terrestre que los llevara de Panamá a Costa Rica, luego de Costa Rica hasta Nicaragua. Las autoridades garantizaban el traslado de los extranjeros con miras a llegar hasta los Estados Unidos, así como beneficios en cuanto a alimentación y salud.
México también ha pensado en medidas para reducir el flujo de migrantes por su territorio. Entre los esfuerzos hechos por México está bajar a los extranjeros de los trenes, trasladarlos a la zona sur del país y deportarlos a sus naciones de origen.
De hecho, recientemente, el gobierno del expresidente Manuel López Obrador anunció el pago de 110 dólares por migrantes venezolanos deportados, por lapso de seis meses, a cambio de no regresar. Más adelante, la oferta fue extendida también para ecuatorianos y colombianos.
La actuación de Colombia
Si bien son ampliamente conocidas las estrategias de Estados Unidos y Centroamérica para reducir las movilizaciones masivas de personas, la pregunta que muchos se hacen es: ¿cuál ha sido la actuación de Colombia para estar en sintonía con las demás naciones y mantener el flujo migratorio a través del Darién bajo control?
El analista político y profesor de la Universidad del Rosario, Germán Sahid, destacó a EL NUEVO SIGLO que el tema de la migración irregular es de acción colectiva, ya que todos los estados deben colaborar porque son parte del problema y de la solución.
“Si bien la migración nace de la ausencia de satisfacción de necesidades básicas de los ciudadanos en sus países de origen, de una u otra manera los países de tránsito se convierten en actores clave para evitar la instrumentalización del migrante irregular por parte del crimen organizado”, aseguró el experto, asegurando que en este caso en particular Colombia, por la naturaleza de su Gobierno, no ha articulado estrategias como sí lo han hecho Estados Unidos con América Central.
Sahid manifestó que la intervención de Colombia se entiende desde dos puntos de vista: la diplomática y militar.
“La Cancillería se ha demorado en hacer engagement con los países de la región para resolver el problema conjuntamente: visas, salud pública, proveer a estas personas condiciones más favorables para que su tránsito sea más amable y respetuoso de derechos humanos, en vista de que es imposible detener la migración”, dijo.
Pero sí resaltó el trabajo de las Fuerzas Militares. “Sí tiene como prioridad el combate de la migración irregular, ya que el grupo que se denomina ‘Clan del Golfo’ ha instrumentalizado a la población migrante. Han organizado un negocio ilícito de crimen organizado transnacional, incluso que viene desde África y Asia, que, por sus necesidades, deben ir de sur a norte desde Colombia y son convocados por este grupo armado. Se está trabajando fuertemente con el Comando Sur de los Estados Unidos. De hecho, la cooperación entre Fuerzas Militares de Colombia y Comando Sur de Estados Unidos ha creado una estrategia y una operación militar llamada ‘Hefesto’, que se está desarrollando en la parte nororiental de Colombia, frontera con panamá, en el que el comando conjunto lidera esta estrategia para combatir una sumatoria de delitos: narcotráfico, minería ilegal y tráfico de migrantes”, apuntó.
Por su parte, Enrique Prieto-Rios, profesor de derecho internacional de la Universidad del Rosario, dijo a este Diario que la actuación de Colombia y Panamá no están haciendo lo suficiente para garantizar integridad y derechos humanos de los migrantes.
“El presidente electo de Panamá dice que quiere cerrar la frontera, lo que es un desacierto. Es una región inhóspita, que cuenta con lugares en los que la institucionalidad no va a poder llegar para evitar el flujo migratorio. ¿Qué hace Colombia? Hizo un acuerdo con Estados Unidos para abrir un centro en el país, en el cual se van a tramitar solicitudes de asilo en Estados Unidos… En ese sentido, creo que Colombia ha hecho algo interesante. Pero lo más preocupante es que Colombia no está generando una asistencia en materia de derechos humanos que permita garantizar la vida e integridad de los migrantes”, indicó.
Mientras los países de la región hacen intentos por controlar el paso de personas a través del Darién, cada vez son más las que usan este peligroso corredor natural como única opción para llegar a los Estados Unidos, huyendo de la crisis de sus respectivas nacionales. Y por lo que muchos expertos han estimado, en los próximos meses, el número de migrantes en atravesar la jungla se incrementará sobremanera.