Estados Unidos admitió que no logró asegurar el compromiso de Rusia con una inminente desescalada en la frontera con Ucrania, pero los jefes de la diplomacia de las dos potencias rivales parecen querer continuar con su diálogo.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, volvieron a hablar por teléfono para tratar de desactivar esta crisis de alto riesgo que amenaza con degenerar en una guerra en Europa.
Mientras, el presidente ruso, Vladimir Putin, recibía al primer ministro húngaro, Viktor Orban, su aliado aunque miembro de la Unión Europea y la OTAN, en una forma de desaire destinado a mostrar cierta división en el campo occidental.
Blinken "instó a la desescalada rusa inmediata y la retirada de tropas y equipos de las fronteras de Ucrania", dijo el portavoz del Departamento de Estado. También "instó a seguir un camino diplomático".
Pero un alto funcionario estadounidense dijo a periodistas que Lavrov no dio "ningún indicio" de "un cambio en los próximos días" en la frontera ucraniana, donde Occidente acusa a Moscú de haber concentrado más de 100.000 soldados con miras a una posible invasión al país vecino.
"Seguimos escuchando esas garantías de que Rusia no planea invadir, pero ciertamente cada acción que vemos dice lo contrario", dijo el responsable bajo condición de anonimato.
Rusia niega cualquier intención bélica, pero condiciona cualquier desescalada a garantías para su seguridad, en particular que Ucrania nunca será miembro de la OTAN y que la Alianza Atlántica retirará sus fuerzas a sus posiciones de 1997, es decir, antes de sus sucesivas ampliaciones en Europa del Este.
Estados Unidos rechazó estas peticiones en una carta la semana pasada, al tiempo que abrió la puerta a negociaciones sobre otros temas, como el despliegue de misiles o los límites recíprocos a los ejercicios militares.
El intercambio entre Blinken y Lavrov fue el primero desde esa carta estadounidense.
Si bien Blinken reiteró la amenaza de sanciones "rápidas y severas" en caso de una ofensiva rusa, dijo que Estados Unidos quería "continuar un intercambio sustantivo con Rusia sobre preocupaciones de seguridad mutua".
"Blinken estuvo de acuerdo en que hay razones para continuar el diálogo. Veremos cómo va", dijo Lavrov en la televisión rusa.
Según el alto responsable estadounidense, el próximo paso será la entrega por parte de Rusia a Estados Unidos, en una fecha indeterminada, de una "respuesta formal" validada por Putin a la carta enviada por Washington.
Como señal de apoyo mientras decenas de miles de soldados rusos siguen desplegados en la frontera con Ucrania, el primer ministro británico, Boris Johnson, tenía previsto viajar a Kiev, donde lo precedió su homólogo polaco, Mateusz Morawiecki.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, saludó el creciente apoyo diplomático y militar occidental a Moscú, "el más importante" desde 2014, cuando Rusia se anexó la península ucraniana de Crimea.
Para disuadir a Moscú de cualquier agresión, Occidente también ha acelerado sus preparativos para imponer medidas punitivas económicas.
Estados Unidos y el Reino Unido, una de las zonas de inversión favoritas de los oligarcas rusos, dijeron que iban a sancionar a los allegados al Kremlin.