Irak, Egipto y Jordania: naciente eje geopolítico | El Nuevo Siglo
El presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi (derecha) y el rey jordano Abdullah II (izquierda) se reunieron con el presidente iraquí, Barham Salih (centro)
Foto Oficina de prensa del primer ministro iraquí
Sábado, 10 de Julio de 2021
Ismail Numan Telci*

Oriente Medio es testigo de nuevos desarrollos y alianzas como consecuencia de los recientes cambios y transformaciones que los sistemas regionales e internacionales han experimentado. Uno de estos desarrollos es la posibilidad de que los contactos a alto nivel entre Irak, Egipto y Jordania se conviertan en una asociación política y económica en un futuro cercano.

Al igual que el proceso de transformación de otras alianzas en Oriente Medio, el reposicionamiento y redefinición de los intereses entre Irak, Egipto y Jordania está estrechamente relacionado con los recientes desarrollos internacionales. Sin lugar a duda, el desarrollo más importante ha sido el cambio de política de Estados Unidos hacia Oriente Medio bajo la presidencia de Joe Biden. Esa administración ha demostrado que prefiere la diplomacia a los medios económicos y militares como herramienta contra Irán. De manera inevitable, esta preferencia ha conducido a Washington a apoyar una mejora en las relaciones entre los países árabes.

A principios de la década de los 90, las relaciones entre Irak y Egipto entraron en un periodo de grave declive luego de que Egipto se uniera a la coalición formada por las Naciones Unidas para expulsar a Irak de Kuwait, arriesgando de esta manera sus relaciones con Irak, uno de los actores más importantes en el mundo árabe.

Las relaciones bilaterales continuaron en gran medida en esta dirección hasta la invasión de Irak por parte de Estados Unidos en 2003. Si bien las relaciones políticas mejoraron gradualmente después de que Saddam Hussein fuera derrocado, este proceso se aceleró para desarrollar las relaciones económicas, proceso al que también contribuyó Jordania. La economía y el comercio fueron el principal motivo que acercó a estos tres países entre sí, especialmente a partir de 2003. Este acercamiento consiguió un nuevo impulso a raíz de la cumbre celebrada en Amán, la capital de Jordania, en agosto pasado.

La cumbre inició la discusión sobre si la línea El Cairo-Bagdad podría crear una esfera común de influencia en temas fundamentales en Oriente Medio. Tras la cumbre, los tres países emitieron una declaración conjunta en la que se subrayó la importancia de incrementar la cooperación en diversos temas como la economía, la seguridad, la salud y la educación. Además de sus esfuerzos por fortalecer las relaciones entre ellas, las tres capitales adoptaron una postura común sobre la causa palestina.

En la última cumbre, celebrada el pasado junio en Bagdad, los tres países árabes decidieron fortalecer sus lazos económicos, compartir los recursos y duplicar el volumen de comercio. También decidieron fortalecer la coordinación entre las agencias de seguridad e inteligencia en la lucha contra el terrorismo y los ciberataques, y anunciaron que actuarán de manera conjunta para prevenir las actividades de elementos enemigos.



El nuevo dinamismo del presidente egipcio, Abdelfatah al-Sisi, no es sino otra manifestación de la reciente actividad diplomática de Egipto. El Cairo busca implementar nuevas iniciativas en política exterior para superar las fragilidades experimentadas en la política interna y en su economía. Para ello, ha incluido iniciativas de asociación y cooperación con diversos países, e incluso la normalización con Turquía, en su agenda de política exterior.

Esta visita del presidente al Sisi a Irak, la primera de un mandatario egipcio en 30 años, tiene el potencial de ser el comienzo de numerosos avances políticos. Los puntos en común entre los tres países se han vuelto más evidentes como resultado de las frecuentes conversaciones económicas y políticas mantenidas desde marzo de 2019, y es probable que surjan resultados en política exterior basados ​​en una fórmula de beneficio mutuo.

La incorporación de Irak a las ya sólidas relaciones entre Egipto y Jordania puede interpretarse como el comienzo de un período en el que El Cairo intente volver a convertirse en un actor regional. Sin embargo, no será fácil para Egipto superar los obstáculos en el camino que lleva a este estatus.

El aumento de los contactos diplomáticos y el diálogo entre los tres países puede producir resultados positivos como el oleoducto que se planea construir entre Basora, Irak y Aqaba, en Jordania. Este proyecto no se ha podido realizar hasta el momento debido a problemas de seguridad. Egipto ve el proyecto como una potencial fuente de crudo.

Durante la cumbre, Egipto pidió ampliar el proyecto para ser incluido en él. En este sentido, se puede afirmar que la administración egipcia quiere crear un nuevo punto de importación para el país, así como acercarse políticamente a Irak y Jordania. En caso de lograrlo, Egipto habrá hecho un gran avance en la expansión de su influencia política en Oriente Medio.

No debe olvidarse que este diálogo entre los tres países se remonta a 1989, cuando Egipto, Jordania e Irak establecieron, junto con la entonces Yemen del Norte, formaron una organización de cooperación económica llamada el Consejo de Cooperación Árabe (ACC). Aunque este intento duró poco por muchas razones, además de la invasión de Kuwait por parte de Irak, la línea El Cairo-Amman-Bagdad tiene un trasfondo histórico en este contexto.

El desarrollo de las relaciones socioculturales entre Irak, Egipto y Jordania, especialmente después de la década de los 80, también influyó en el surgimiento del actual consenso político. Por ello es necesario recordar que esta convergencia tiene fundamentos históricos y, por lo tanto, hay que evaluar los desarrollos recientes en la región en este contexto.

*Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Sakarya, con sede en Turquía. Vicepresidente del Centro de Estudios Estratégicos de Oriente Medio (Orsan).

*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor