Modificar el sistema de jubilaciones y recuperar el impuesto único son programas de partidos, que, con tal de conquistar votos, prometen cosas que dejarían al país endeudado durante décadas.
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LA CAMPAÑA para las elecciones legislativas del 4 de marzo en Italia ha estado marcada por las descomunales promesas electorales de los candidatos, que según los cálculos dejarían al país endeudado durante décadas.
Casi todos proponen la creación de nuevos puestos de trabajo, reducir impuestos, cambiar el sistema de jubilación, un salario mínimo garantizado para todos, subsidios y ayudas para ancianos, todos programas que serían muy costosos para el Estado.
¿Cuánto cuestan promesas electorales?
Las promesas del Partido Demócrata (PD, centroizquierda) liderado por Matteo Renzi, son las menos costosas: 35.000 millones de euros según el partido, 38.600 millones de euros según el Observatorio para las Cuentas Públicas italianas de la Universidad Cattolica y 56.400 millones según el economista Roberto Perotti, de la Universidad Bocconi en Milán.
Para la formación antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5E, populista) aplicar su programa, que pide una renta básica de ciudadanía, costará 78.500 millones según los cálculos del partido, 103.400 millones según el Observatorio y 108.000 millones según Perotti.
Para realizar las propuestas de la coalición de derecha liderada por Silvio Berlusconi la cifra es bastante elevada ya que parte de un mínimo de 136.200 millones según el Observatorio y 171.000 millones según Perotti.
El economista de la prestigiosa Bocconi reconoce que las propuestas de por ejemplo la xenófoba Liga Norte, aliada de Berlusconi, de eliminar la actual ley de jubilación, resultan prácticamente irrealizables pero "sirven a conquistar votos". "Es obvio que no las podrán cumplir", sostiene el economista. Para el experto de Oxford Economics, Nicola Nobile, se trata también de promesas "poco realistas o innecesarias".
Entre las promesas más emblemáticas de la derecha está el impuesto único, el llamado Flat Tax, que reemplazaría el sistema progresivo actual. Se trataría de una reducción de la carga tributaria que podría costar unos 40.000 millones de euros al Estado, según cálculos de la prensa especializada. Para Perotti el costo ronda los 65.000 millones de euros.
Lo que más preocupa es el impacto que tales medidas podrían tener sobre la deuda pública. "Si solo aplicáramos un tercio de lo prometido, Italia no respetaría la obligación de mantenerse en el umbral del 3% de déficit sobre el PIB", explica Perotti.
Italia actualmente se encuentra en el 2,5% y sería suficiente gastar 8.000 millones de euros más para llegar al 3%", recuerda el experto.
"Si con el impuesto fijo pierde 65.000 millones de euros y calcula recuperar ese dinero con el crecimiento del PBI, ese PIB debería ser del 9%, algo impensable por el momento", afirma Perotti.
A excepción de la Liga, todos los partidos se han comprometido a respetar el umbral del 3% exigido por la Unión Europea.
Jack Allen, analista de Capital Economics, considera que la política de recorte de gastos no llegaría a cubrir las cifras necesarias.
La deuda de Italia, que representa el 131,6% de su PIB, es la más alta de Europa después de la de Grecia y según los analistas va a llegar en cuatro años al 134.8% con el programa del PD, a 135.8% con FI y 138.4% con M5E.
Plan de choque de UE
En caso de riesgo de parálisis en Italia tras las elecciones legislativas del 4 de marzo, la Unión Europea (UE) trabaja por un acuerdo de gran coalición entre las formaciones europeístas del país, que confirmaría el regreso a la escena europea del inagotable Silvio Berlusconi.
"Me gustaría que Italia después del 4 de marzo pueda disponer de un gobierno que gobierna" mediante un apoyo parlamentario, dijo recientemente el titular de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, resumiendo el sentimiento general en la capital comunitaria.
A sus 81 años y con una condena por fraude fiscal a sus espaldas que lo inhabilita para un cargo público, Silvio Berlusconi se mantiene como un tótem ineludible de su formación Forza Italia y se ve como un "hacedor de reyes" en la tercera economía de la zona euro.
A finales de enero, Jean-Claude Juncker lo recibió como un amigo en Bruselas y la influyente canciller alemana Angela Merkel, quien ejerció presiones en noviembre de 2011 para lograr su dimisión, lo considera de nuevo como un socio político.
El presidente francés, Emmanuel Macron, conversó por su parte en varias ocasiones con Matteo Renzi, el líder del Partido Democrático (PD) que conformaría la otra pata de la 'gran coalición' italiana y que presenta como candidato a los comicios al actual primer ministro, Paolo Gentiloni.
El objetivo de este movimiento, similar al lanzado para que el socialdemócrata Martin Schulz aceptara negociar un gobierno de coalición con la canciller alemana Angela Merkel (conservadora), busca frenar la llegada al Palacio Chigi del Movimiento 5 Estrellas (M5S), según un responsable europeo.
"La opinión pública italiana está basculando hacia los partidos antieuropeos que tienen un discurso antimigrantes", alerta otro responsable en Bruselas.
El M5S, una formación antisistema fundada por el humorista Beppe Grillo, contaría con casi un 28% de votos, mientras que el PD se alzaría con el 22% y la coalición liderada por Forza Italia, que incluye los neofascistas de Hermanos de Italia, obtendría cerca de 38% del cual 17-18% para el partido de Berlusconi.
Pero de confirmarse estos resultados, ningún partido podría gobernar en solitario. La compleja ley electoral italiana, que compagina un sistema de proporcionalidad y de mayoría, permite obtener la mayoría absoluta de los escaños con un 40% o 45% de los votos.
Algunos responsables europeos dan por hecho un acuerdo de coalición entre las fuerzas europeístas Forza Italia y el Partido Democrático para apoyar a Gentiloni, considerado un "centrista" en Bruselas, como jefe de gobierno en caso de que los resultados impidan una mayoría clara.