SIN demeritar el dato –aunque parcial– de que en el 2023 las muertes por sobredosis cayeron un 3 %, preocupa a las autoridades sanitarias de Estados Unidos el aumento que registraron los decesos por cocaína (ahora mezclada con otros opiáceos, como el potente fenanilo) y psicoestimulantes.
A mediados de esta semana se revelaron las estadísticas nacionales sobre esta ‘pandemia’ que azota a Estados Unidos desde hace tres décadas. Según cifras preliminares de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), 107.543 personas fallecieron el año anterior por el consumo excesivo de drogas ilícitas, un leve descenso respecto al 2022, cuando fueron 111.029.
Si bien el mayor responsable de los fallecimientos por sobredosis continúa siendo el tan potente como adictivo fentanilo (en todas sus formas), más de 36.000 fueron por psicoestimulantes y 30.000 por cocaína. Alrededor de un tercio de todas las muertes por sobredosis en 2023 estuvieron relacionadas con psicoestimulantes y la cocaína estuvo implicada en más de una cuarta parte.
Entre los psicoestimulantes están heroína, metanfetamina, analgésicos opioides naturales (incluidas morfina y codeína), opioides semisintéticos, entre ellos fármacos como oxicodona, hidrocodona, hidromorfona y oximorfona y analgésicos opioides sintéticos distintos de la metadona (fentanilo y tramadol).
Según el CDC, las muertes relacionadas con el fentanilo disminuyeron de más de 76.000 en 2022 a algo menos de 75.000 el año pasado, mientras que las generadas por cocaína y psicoestimulantes presentaron un incremento de 5 % y 2 %, respectivamente.
Ante la ‘invasión del fentanilo’ que exacerbó la ‘pandemia’ de las drogas que enfrenta Estados Unidos hace casi cuatro décadas, la cocaína y la heroína fueron desplazadas tanto por su mayor costo como por la ‘dificultad’ de conseguirlas. Sin embargo, los traficantes y vendedores de drogas ilícitas generaron un ‘innovador mercado’, dando a los consumidores, a un costo asequible, el polvo blanco repotenciado con opioides sintéticos y/o fármacos que hasta hace poco tiempo eran de libre comercialización, entre ellos el adictivo y letal fentanilo.
Vale recordar que este opiáceo llegó a las calles norteamericanas en la década de los 90, pero fue solo hace cinco años cuando se expandió a la velocidad de la luz. Durante la pandemia del covid-19 se conseguía fácilmente –no tenía mayores controles– y el mercado digital lo catapultó, convirtiéndose así en la mayor causa de las muertes por sobredosis.
En los estertores del siglo pasado y los comienzos del XXI, los psicoestimulantes dominaban el consumo de drogas ilícitas. Pero hace un poco más de una década comenzaron a ser mezclados con opioides sintéticos distintos de la metadona, principalmente fentanilo, y los fallecimientos por su ingesta aumentaron de 12.122 en el 2015 a 57.497 en el 2021.
Las frías cifras son escalofriantes. Desde 1999, esta crisis de drogas ha quitado la vida a más de un millón de personas –aunque se presume subestimación–, de éstas más de 310.000 en los últimos tres años y constantemente en ascenso, con excepción de las leves disminuciones ocurridas en 2018 y el año pasado.
Leve reducción, pero...
La reducción del 3 % en las muertes por sobredosis de drogas en Estados Unidos, que autoridades y expertos atribuyen a diversos motivos, es un dato alentador. Sin embargo, hay creciente preocupación por las cada vez más adictivas y peligrosas mezclas que se están consumiendo, así como por las pastillas falsificadas que manipuladas con fentanilo se comercializan sin restricción, pero sobre todo sin conocimiento de quienes las demandan.
Las muertes por sobredosis se dispararon un 30 % entre 2019 y 2020, y aumentaron otro 15 % entre 2020 y 2021. Sin embargo, el dato reciente muestra, como señalamos, un leve descenso, dominado por la reducción de casos por fentanilo, mientras aumentaron las de las nuevas mezclas.
Katherine Keyes, profesora de la Escuela de Salud Pública Mailman, de la Universidad de Columbia, reseña que gran parte de ese incremento se debe a la proliferación del fentanilo en todo el suministro de drogas. "Sabemos que la mezcla de estimulantes con opiáceos es especialmente letal", afirmó.
Por su parte Deb Houry, directora médica de los CDC, al presentar el informe, si bien destacó que la disminución registrada en las sobredosis de drogas durante el 2023 evidencia que los esfuerzos y la estrategia nacional están marcando la diferencia, “estos datos muestran que perdimos más de 100.000 personas el año pasado; es decir, todavía hay familias y amigos que pierden a sus seres queridos por sobredosis de drogas en cantidades asombrosas”
Expertos como ellas coinciden en señalar que este descenso se debe básicamente a tres factores: un mayor acceso a la naloxona, el antídoto utilizado para reanimar a una víctima de sobredosis de opiáceos y cuyos kits cargan hasta en sus morrales los estudiantes; la apertura de centros de consumo, mayor cobertura en tratamientos para los adictos e, increíblemente, que el fentanilo –mercado dominado por los carteles mexicanos– copó todo el territorio nacional.
"Aunque la aparente estabilización del número de muertes en comparación con los aumentos anteriores es alentadora, nada indica que los factores estructurales fundamentales de esta crisis hayan cambiado considerablemente", advirtió, por su parte, el investigador de la Universidad UCLA, Joseph Friedman.
El informe del Centro del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades revela otro dato inquietante: el comportamiento del consumo a nivel nacional. A manera de ejemplo baste con señalar que mientras que en los estados de Nebraska, Kansas y Maine se registró un descenso de las muertes por sobredosis del 15 % o más, en otros, especialmente del oeste, fue al contrario. En Alaska el incremento de fallecimientos por el abuso de drogas ilícitas fue del 45 %, mientras que en Washington y Oregón superó el 27 %.
Otro gran motivo de preocupación para las autoridades sanitarias es que gracias a las incautaciones de fentanilo se ha podido determinar que ha sido ‘camuflado’ con pastillas de uso común, pero que fueron falsificadas.
Más de 115 millones de pastillas que contenían fentanilo ilícito fueron incautadas por las fuerzas de seguridad en 2023, en comparación con alrededor de 71 millones, en 2022, y menos de 50.000 en 2017.
Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, lanzó una alerta: "Las píldoras ilegales tienen un aspecto idéntico al de las píldoras recetadas, pero en realidad pueden contener fentanilo. Es urgentemente importante que la gente sepa que cualquier píldora dada a alguien por un amigo, comprada en redes sociales, o recibida de cualquier fuente que no sea una farmacia, podría ser potencialmente mortal, incluso después de una sola ingestión".
El fentanilo ahora se fuma
Para complementar el preocupante panorama, semanas atrás se confirmó que fumar ha superado a la inyección como la forma más común de consumir drogas en las muertes por sobredosis en Estados Unidos, indica un nuevo estudio del gobierno.
El análisis, también de la CDC, pone al descubierto que fumar fentanilo está volviéndose más usual que inyectárselo. Versiones potentes e ilícitas del analgésico han estado involucradas en más muertes por sobredosis que cualquier otra droga.
Algunos estudios anteriores habían señalado que fumar fentanilo era relativamente menos letal que inyectárselo y que toda reducción en las muertes por sobredosis con drogas inyectadas es positiva, indicó Lauren Tanz, la autora principal del estudio.
Pero “fumar e inyectarse conllevan un riesgo sustancial de sobredosis”, y no se sabe si el hecho de que se prefiera el fumar para consumir el fentanilo reduce las muertes por sobredosis en Estados Unidos, señaló Tanz, científica de los CDC especializada en el estudio de sobredosis.
Las personas ponen el polvo o las pastillas trituradas sobre papel aluminio o en una pipa de vidrio que calientan por debajo, e inhalan el vapor, explicó Alex Karl, investigador de RTI International que estudia a los usuarios de drogas en San Francisco.
Los investigadores encontraron que, entre 2020 y 2022, el porcentaje de muertes por sobredosis con evidencia de consumo de drogas fumadas aumentó 74 %, mientras que el porcentaje de muertes con evidencia de consumo por inyección se redujo 29 %.