Murió Altamirano, dirigente histórico del socialismo chileno | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Lunes, 20 de Mayo de 2019
Agence France Presse

El exdirigente socialista chileno Carlos Altamirano, acusado de la radicalización de la Unidad Popular en el gobierno de Salvador Allende al que puso fin el golpe militar de Augusto Pinochet en 1973, falleció a los 96 años.

Altamirano fue acusado tanto por la derecha como por la izquierda de ser el gran responsable del fracaso del gobierno de Allende (1970-1973) por permitir el crecimiento de movimientos radicales dentro de la Unidad Popular -la coalición de partidos de izquierda con la que gobernaba- y de defender la vía armada que polarizó el país.

"Mientras yo sea el gran culpable del fracaso del gobierno de Allende, todos los demás pueden dormir tranquilos", recordó este hombre, fundamental en los momentos más turbulentos de la política chilena, en un libro de la periodista Patricia Politzer sobre su papel en el fracaso del gobierno de Allende, quien se quitó la vida el 11 de septiembre de 1973 en La Moneda tras el éxito del golpe militar.

La muerte del socialista ocurrió el domingo y remeció el mundo político chileno. Sus restos serán velados en el antiguo Congreso de Santiago a partir de este lunes.

"Jugó un rol fundamental en la renovación socialista, particularmente promoviendo que el verdadero socialismo se construye a través de la democracia", declaró el presidente del PS, Álvaro Elizalde. 

Muchos le acusan de que su discurso pronunciado en el Estadio Chile, el 9 de septiembre de 1973, cuando era secretario general del Partido Socialista, fue el detonante del golpe de Estado de Pinochet dos días después.

"Chile se transformará en un nuevo Vietnam heroico si la sedición pretende enseñorearse de nuestro país", aseguró en el discurso dirigiéndose a la oposición.

"La fuerza del pueblo, compañeros, hay que utilizarla como se utilizó en el paro de octubre: el paro empresarial, el paro de los capitalistas, fue aplastado por la clase obrera", arengó durante ese discurso en un país polarizado.

Dos días después, Pinochet dio un golpe militar que sumió el país en una feroz dictadura hasta 1990, y que causó más de 3.200 muertos y desparecidos y decenas de miles de exiliados.

"En esos instantes de suprema tensión, la propia muerte no es lo más terrible. Lo que me producía un mayor desconsuelo era el desplome absoluto de todo aquello en lo que habíamos creído y por lo que habíamos luchado durante tantos años. Era la derrota total", recuerda Altamirano en el libro de Politzer.

 

 "Que me dejen tranquilo"-

Nacido el 18 de diciembre de 1922, "poco antes de la muerte de Lenin", como le gustaba repetir, fue hijo de una familia acomodada de Santiago. Su abuelo Juan Antonio Orrego fundó y presidió el Banco de Chile y su bisabuelo, Francisco Puelma, codescubrió las salitreras del norte.

Abogado de profesión, fue secretario general del PS chileno de 1971 a 1979, diputado (1961-65) y senador (1965-73).

El día del golpe empezó su odisea personal. Encabezaba la lista de las personas más buscadas del nuevo régimen. Tan amado como odiado, muchos le acusan de haber huido como "una rata" aunque nunca se reveló cómo ni por dónde salió del país.

Dejando atrás una vida de clandestinidad en Chile, reapareció en 1974 en Cuba y vivió en el exilio en Alemania y Francia.

Desde el exilio, Altamirano se convertiría en uno de los artífices de la renovación socialista, desmarcándose de las posturas marxistas-leninistas. 

Volvió a Chile en 1991, apenas recuperada la democracia bajo la presidencia de Patricio Aylwin. A pesar de su regreso mediático, jamás volvió a la política. "Quizás se lo impidió ese dolor profundo por la tragedia", dice Politzer en su columna.

"No quiero que me recuerden. Quiero que me dejen tranquilo", dijo en una entrevista con el diario La Tercera en septiembre de 2018.