POR ANALIZAR cómo se ha presentado la desigualdad en el mundo, por culpa de decisiones políticas y económicas, tres investigadores ganaron el premio Nobel de Economía.
El galardón recayó en el turco-estadounidense Daron Acemoglu y los británico-estadounidenses Simon Johnson y James A. Robinson por sus investigaciones sobre las instituciones y cómo afectan a la prosperidad de las naciones.
Los investigadores, los tres basados en Estados Unidos, fueron premiados "por sus estudios sobre cómo se forman las instituciones y cómo afectan a la prosperidad", señaló el jurado en su comunicado.
"Reducir las enormes diferencias de renta entre países es uno de los mayores retos de nuestro tiempo. Los ganadores mostraron la importancia de las instituciones para lograrlo", declaró Jakob Svensson, presidente del Comité del Premio en Ciencias Económicas, citado en un comunicado.
Mediante el estudio de los diferentes sistemas políticos y económicos introducidos por los colonizadores europeos en grandes partes del mundo, los tres académicos demostraron una relación entre instituciones y prosperidad, subrayó el comité.
"Aunque los países más pobres son cada vez más ricos, no se acortan distancias", declaró en rueda de prensa Jan Teorell, miembro del comité.
"Acemoglu, Johnson y Robinson demostraron que gran parte de esta brecha de ingresos se debe a las diferencias en las instituciones económicas y políticas de la sociedad", agregó.
"Algunos países quedan atrapados en una situación de instituciones extractivas y bajo crecimiento económico. La introducción de instituciones inclusivas crearía beneficios a largo plazo para todos, pero las instituciones extractivas proporcionan ganancias a corto plazo para las personas en el poder", explica.
"Reducir las enormes diferencias de ingresos entre los países es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Los galardonados han demostrado la importancia de las instituciones sociales para lograrlo", ha destacado Jakob Svensson.
La pobreza
"Una gran parte de esta pobreza es desgraciadamente el resultado de antiguos acuerdos institucionales en el plano político y económico. Por lo que hay obstáculos muy importantes que superar", declaró el laureado Simon Johnson, en una entrevista con la Fundación Nobel.
Acemoglu, de 57 años, es profesor del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), al igual que Johnson, de 61 años. Robinson, de 64 años, es catedrático de la Universidad de Chicago.
En su justificación del premio, el jurado tomó el ejemplo de Nogales, dividido por la frontera entre Estados Unidos y México, donde los residentes del lado estadounidense de la ciudad tienden a vivir en mejores condiciones.
"El sistema económico estadounidense ofrece a los habitantes al norte de la frontera mayores oportunidades de elegir su educación y profesión, y forman parte del sistema político estadounidense, que les otorga amplios derechos políticos", detalló el jurado.
"En cambio, al sur de la frontera, los habitantes viven en otras condiciones económicas y el sistema político limita sus posibilidades de influir en la legislación", añadió.
"La diferencia decisiva no es la geografía o la cultura, sino las instituciones", afirmó la Real Academia Sueca de las Ciencias.
Según la Academia, las diferencias entre las naciones podían remontarse a las instituciones creadas por las potencias coloniales. "En algunas colonias, el propósito era explotar a la población indígena y extraer recursos naturales en beneficio de los colonizadores".
En otras, las potencias coloniales "construyeron sistemas políticos y económicos inclusivos", que "crearían beneficios a largo plazo para todos".
Los favoritos
En sus primeras declaraciones posteriores al anuncio del galardón, Daron Acemoglu, ha reconocido desde Atenas estar "encantado", conmocionado, sorprendido con la noticia, que le ha supuesto "un verdadero shock" y un "honor"
"Uno nunca espera algo así", ha admitido Acemoglu, cuyo nombre ha estado en los últimos años en las apuestas para el Nobel. "Creo que fue Napoleón quien dijo que, cuando uno entra en la escuela de cadetes, sueña con convertirse en general, pero no en presidente o rey", ha añadido.
En cuanto a las razones que la Academia sueca ha esgrimido para conceder el galardón de este año, el economista ha defendido que los países que se democratizan a partir de un régimen no democrático terminan creciendo en unos ocho o nueve años más rápido que los regímenes no democráticos, aunque ha advertido de que "la democracia no es una panacea".
En este sentido, ha recordado que introducir la democracia es muy difícil y, en particular, en sociedades ya polarizadas, las elecciones pueden conducir a resultados de corta duración que a veces no son de naturaleza democrática en el sentido de que un partido gana el poder e implementa las cosas de manera autoritaria, mientras que hay vías por las que los países no democráticos pueden realmente crecer.
Las perspectivas
"Es algo que James Robinson y yo hemos enfatizado mucho en nuestro libro, Por qué fracasan las naciones, lo que llamamos crecimiento extractivo", ha explicado Acemoglu en referencia a que estos países pueden movilizar rápidamente recursos para sus sectores y empresas existentes, lo que puede conducir a una recuperación del crecimiento.
Sin embargo, el economista de origen turco ha defendido que este tipo de crecimiento autoritario es a menudo más inestable y no suele conducir a una innovación muy rápida y original, añadiendo que, si bien "China es un desafío", bajo su perspectiva estos regímenes autoritarios, por diversas razones, van a tener más dificultades para lograr resultados de innovación sostenibles a largo plazo.
El Premio Nobel de Economía −como se conoce al Premio de Ciencias Económicas del Banco de Suecia en Memoria de Alfred Nobel, otorgado por primera vez en 1969− es el único de los premios que no fue previsto en el testamento del filántropo.
Se agregó mucho más tarde a los cinco premios tradicionales −Medicina, Física, Química, Literatura y Paz−, lo que le ha valido el sobrenombre de "falso Nobel".
En 1968, con motivo de su tricentenario, el banco central de Suecia, el más antiguo del mundo, creó un premio de ciencias económicas en memoria de Alfred Nobel, y puso a disposición de la Fundación Nobel una suma anual equivalente al montante de los demás.
El importe del premio completo en 2024 asciende a un total de 11 millones de coronas suecas (969.140 euros). /AFP-EuropaPress
Los diez últimos ganadores
2024: El turco-estadounidense Daron Acemoglu y los británico-estadounidenses Simon Johnson y James A. Robinson por sus investigaciones sobre las instituciones y cómo afectan a la prosperidad.
2023: La estadounidense Claudia Goldin por sus estudios sobre el papel de las mujeres en el mercado laboral.
2022: Los estadounidenses Ben Bernanke, Douglas Diamond y Philip Dybvig por sus trabajos sobre las crisis financieras y los bancos.
2021: David Card (Estados Unidos/Canadá), Joshua Angrist (Estados Unidos/Israel) y Guido Imbens (Estados Unidos/Países Bajos), por sus trabajos sobre mercado de trabajo, inmigración y educación.
2020: Los estadounidenses Paul Milgrom y Robert Wilson, por haber "mejorado la teoría de las subastas e inventado nuevos formatos de subastas", en beneficio de vendedores y compradores.
2019: Esther Duflo (Francia/Estados Unidos) y los norteamericanos Abhijit Banerjee y Michael Kremer por sus trabajos sobre la reducción de la pobreza en el mundo.
2018: Los estadounidenses William Nordhaus y Paul Romer por haber modelizado las virtudes e inconvenientes de la actividad económica sobre el clima
2017: El estadounidense Richard H. Thaler por sus trabajos sobre los mecanismos psicológicos y sociales que intervienen en las decisiones de los consumidores y los inversores.
2016: Oliver Hart (Reino Unido/Estados Unidos) y Bengt Holmström (Finlandia), teóricos de los contratos.
2015: Angus Deaton (Reino Unido/Estados Unidos), por su análisis del consumo, la pobreza y el bienestar.