A la espera de un diálogo nacional, este miércoles se multiplicaron en Nicaragua las denuncias de violencia y represión en el marco de las protestas que dejaron 34 muertos en los últimos días.
Aunque desde la víspera se redujo la tensión en las calles, luego de seis días de violentas protestas que llevaron al gobierno de Daniel Ortega a derogar una reforma al sistema de pensiones, este miércoles surgían cada vez más testimonios y denuncias de violación de derechos humanos durante las manifestaciones.
El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH) contabilizaba hasta el martes 34 muertos, entre ellos algunos desaparecidos que fueron encontrados por familiares en la morgue del Instituto de Medicina Legal de Managua y personas que fallecieron en el hospital tras resultar heridas durante las protestas.
Tras las múltiples manifestaciones, enfrentamientos con la policía, saqueos y caos, desde el martes no se registraban protestas ni barricadas en las rutas, con el tránsito congestionado típico de días laborales.
Pero la calma es tensa, mientras el país se prepara para un diálogo nacional, para el que aún no se fijó una fecha ni se conoce quiénes participarán de él.
El gobierno aportó a la distensión al no reprimir una multitudinaria marcha el lunes, con la liberación el martes de los detenidos durante las manifestaciones y levantando el bloqueo a un canal de televisión censurado.
También transcurrieron sin incidentes marchas y vigilias estudiantiles este miércoles en Managua y otras ciudades del país para exigir justicia por los muertos y detenidos de las protestas.
"Libertad" y "que se vayan" del poder Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, coreaban durante la marcha.
Este miércoles también se reanudaron las clases hasta ahora suspendidas.
Sin embargo, algunos no se atreven aún a proclamar el fin del clima de tensión.
"Vamos a ver cuánto nos dura esta calma. A mi hija no la voy a mandar a clases porque todavía no lo miro muy estable", comentó el taxista Alan Saavedra, en Managua.
Violencia
La directora del CENIDH, Vilma Núñez, aseguró a la AFP que el gobierno incurrió en "una violación masiva de derechos humanos" durante las protestas, incluyendo la muerte y tortura de jóvenes para desalentar su movilización.
"Es una grave violación masiva de derechos humanos que se está dando en Nicaragua", con pérdidas de vida, torturas a detenidos, agresión a periodistas, cierre de medios de comunicación y daños a la propiedad, dijo Núñez.
También jóvenes que fueron encarcelados durante las protestas relataron este miércoles que sufrieron palizas a manos de supuestos oficiales de policía.
"Fuimos torturados, como nunca en mi vida había sido golpeado (...) Entre más llorábamos más nos golpeaban", denunció uno de ellos, Gilbert Altamirano.
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Diálogo
En cuanto al diálogo convocado por Ortega, el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, dijo el martes que aceptaba servir de "mediador y testigo", pero insistió a que el gobierno "evite todo acto de violencia".
Ortega y su vicepresidenta agradecieron a Brenes y la Conferencia Episcopal por aceptar participar.
"Todo diálogo es una apuesta a la paz y al entendimiento", comentó el jurista y analista independiente Mauricio Herdocia, quien consideró que el principal reto para la iglesia católica es acercar a las partes para alcanzar acuerdos.
"El diálogo debe procurar que se cree un clima adecuado y ese es el esfuerzo que ellos (la iglesia) tienen que hacer, que el clima sea adecuado para discutir una agenda de transformación democrática", agregó.
El empresario José Aguerri, presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), dijo a la AFP que las condiciones son ahora favorables para conversar.
"Nosotros habíamos señalado como condiciones para sentarnos que haya libertad de expresión, libertad de movilización, libertad de presos (...) Eso se ha dado, ahora estamos esperando que la Conferencia Episcopal tome la decisión" de convocar el diálogo, dijo.
Otro requisito del COSEP para participar en las conversaciones era la revocación de la reforma del sistema de pensiones, que aumentaba los aportes obreros y patronales para salvarlo de la quiebra, algo que Ortega hizo el domingo.
El diálogo incluiría una nueva propuesta para rescatarlo.
Más manifestaciones
El anuncio de esa reforma fue lo que disparó las protestas, que no obstante revelaron el hartazgo de los nicaragüenses con otras limitaciones impuestas por el gobierno.
En efecto, tras la marcha atrás de Ortega sobre la reforma, decenas de miles de personas se congregaron el lunes en la capital para una manifestación convocada por la COSEP, que se desarrolló sin represión ni enfrentamientos.
Para el jueves, en tanto, fue convocada una manifestación en apoyo al gobierno y para el sábado la iglesia católica llamó a una marcha "para mostrar nuestra fe y nuestro amor a Nicaragua".