A HOY, Rishi Sunak tiene el índice más bajo de popularidad de la historia de los primeros ministros británicos. Su partido conservador (tories) padece el desgaste de 14 años en el gobierno, durante los cuales sorteó dos hechos claves para el Reino Unido (el Brexit y el covid), enfrenta una división en las filas políticas, la que él propició años atrás para sacar del poder a Boris Johnson.
Motivado por sus logros económicos y un plan en marcha para frenar la migración ilegal, aunque también presionado por un sector del partido, Sunak adelantó seis meses las legislativas y este 4 de julio someterá su reelección –que pende de que los conservadores retengan la mayoría parlamentaria– a la voluntad popular.
Por las circunstancias anteriormente mencionadas, el saliente premier británico está ante una ‘misión imposible’, pero al estilo de esa taquillera saga cinematográfica o al ‘invencible’ 007, el agente británico creado en 1953 por Ian Fleming, podría cumplir exitosamente, pese a que hoy la intención de voto le es adversa.
Algunos factores, especialmente el bajonazo que logró la inflación –ya que en octubre de 2022, cuando se convirtió en el inquilino del N.° 10 de Downing Street, estaba en 11 % interanual y la redujo a 2,3 % (este abril)–, la rebaja en algunos servicios públicos (gas y electricidad) y acciones concretas para frenar la migración ilegal (una de las grandes preocupaciones nacionales) podrían incidir en la verdadera encuesta, la de las urnas, el primer jueves de julio.
Sunak tiene solo 45 días para convencer a los británicos de que él y los ‘tories’ son la mejor opción para el país, porque tras sentar las bases de la reactivación económica se implementará la agenda programática para mejorar el empleo, la calidad de vida, el servicio de salud, la educación, las ayudas sociales y vuelos de deportación de extranjeros sin papeles, previstos para decolar tras las elecciones.
Es consciente, al igual que el partido conservador, de que catorce años de gobierno conllevan un descontento ciudadano, avivado por la oposición laborista que, liderada por Keir Starmer, parten como favoritos en esta corta carrera por el poder, prometiendo “el cambio” que el país necesita, la palabra política en boga desde hace dos décadas a nivel global.
Estos serán los primeros comicios a los que se presenta Sunak (44 años) como aspirante a primer ministro, ya que, como se recordará, llegó al poder por designación de los conservadores, después de solo 49 días de gobierno de su predecesora, Liz Truss, quien debió dar un paso al costado por el pánico que generó en los mercados su improvisado proyecto de presupuesto.
Ahora, la población británica parece querer un cambio, decepcionada por la caída del poder adquisitivo de los dos últimos años, el deterioro del sistema sanitario, con largas colas de espera o la subida de los tipos de interés.
Pero Sunak explicó que esas preocupaciones comenzarían a disiparse con la continuidad conservadora en el poder y, consciente de la desventaja que marcan las encuestas, se dijo dispuesto a "luchar por cada voto".
En sus primeros actos de campaña, el primer ministro ha recalcado que él –y su partido– es el único capaz de implementar "medidas audaces" para garantizar la seguridad de los británicos; el único con un "plan claro" que empieza a dar frutos, frente a unos laboristas sinónimo de "regreso a la casilla de salida" y que arguye no tienen una hoja de ruta para implementar su publicitado ‘cambio’.
"Los últimos años han sido difíciles. Hemos lidiado con el covid y luego el enorme aumento del coste de nuestra energía causado por la invasión de Ucrania por parte de Putin... Pero juntos hemos reducido la inflación del 11 al 2 por ciento y hemos cumplido mi primera prioridad: que volviera a la normalidad. La economía está creciendo nuevamente, más rápido que Alemania, Francia y Estados Unidos", ha señalado en sus constantes apariciones tras convocar a elecciones.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) exaltó ese logro. Señaló que la economía británica se aproxima a un "aterrizaje suave" que permitirá una recuperación más fuerte de lo esperado en 2024 y una mayor intensidad del crecimiento en 2025.
De otra parte, Sunak podrá alegar en campaña los últimos datos publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas Británica (ONS), que apuntan que la inmigración neta (la diferencia entre las llegadas de nacionales extranjeros al Reino Unido y las salidas) reculó en el país en 2023, con 685.000 personas, frente a las 764.000 del año anterior.
Optimismo laborista
En la contraparte, la hoy oposición laborista liderada por Keir Starmer (61 años) calificó el anticipo de las legislativas como "una oportunidad para un cambio positivo".
"Podemos poner fin al caos, podemos hacer pasar la página, podemos comenzar a reconstruir el Reino Unido y cambiar nuestro país", aseguró Starmer tras anunciarse la convocatoria electoral, argumentando que eso es lo que quieren los británicos, como “lo expresaron en las recientes elecciones municipales, donde logramos una victoria histórica”.
Dentro y fuera del laborismo reconocen que Starmer reorientó el partido hacia el centro tras el liderazgo de un izquierdista como Jeremy Corbyn, y de allí que vaya ganando terreno electoral, al punto que hoy tienen en la mira el retorno a Downing Street.
Exabogado especializado en derechos humanos, que pasó después por la oficina de la fiscalía para Inglaterra y Gales, la intención de voto por Starmer y los laboristas se ubica entre el 32 y el 35 %, mientras que para Sunak con los conservadores está entre el 20 y el 24 %.
Su gente más cercana ve a este ‘centrista’ londinense como un líder pragmático, confiable y perfectamente armado para devolver el Reino Unido al camino correcto.
Y aunque las encuestas dan la ventaja a los laboristas, Starmer enfrenta también su ‘misión imposible’: imponerse a los independentistas en el poder de Escocia desde hace 17 años, porque “es vital’ para acabar con la saga de gobiernos conservadores en el Reino Unido.
El jueves, en el segundo día de campaña de las elecciones, criticó a la formación separatista Partido Nacional Escocés (SNP), afirmando que han sembrado "caos y división... Sólo los laboristas pueden poner fin a esto y pasar página”.
El líder laborista busca aprovechar que el partido independentista escocés atraviesa una crisis desde la salida de la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, hace poco más de un año.
El SNP es objeto de una investigación policial sobre sus finanzas y el ministro principal, Humza Yousaf, presentó su dimisión hace unas semanas.
El nuevo ministro principal de Escocia y líder del SNP, John Swinney, ha reafirmado que la independencia se puede lograr en cinco años.
Otros candidatos
El otrora líder laborista, Jeremy Corbin, fue expulsado del Partido tras anunciar que se presentará en estas elecciones como independiente para conservar su escaño por la circunscripción de Islington North, en la región metropolitana de Londres. “Lo haré como una voz independiente por la igualdad, la democracia y la paz", aseguró en X.
Otra figura controvertida de la política británica, el euroescéptico Nigel Farage, anunció que no se presentará a las elecciones, pero afirmó que contribuirá en la campaña.
A sus 60 años, Farage, presidente honorífico del partido Reform UK, formación eurófoba, antiinmigración y hostil a las políticas ecologistas, mantuvo durante meses el suspenso sobre una posible candidatura. Con aproximadamente un 10 % de las intenciones de voto, su partido puede privar a los conservadores de un número de escaños claves y hacerles perder las elecciones.
Entre tanto, el líder del Partido Liberal Demócrata, Ed Davey, sin posibilidad alguna de ser elegido primer ministro, así como el gobernante escocés, John Swinney, del Partido Nacional Escocés (SNP), pueden tener la última palabra.
Ed Davey, de 58 años, espera que su partido logre algunos escaños en el sur de Inglaterra, lo que podría permitir a los centristas quedar delante del SNP, tercer partido en número de diputados en el Parlamento. Y Swinney, pese a que no concurre a estas elecciones, también puede influir en el resultado.
El jueves se disolverá el Parlamento y los diputados salientes se convierten en candidatos si desean volver a luchar por su curul. Así, el gobierno entra en un "período preelectoral", llamado "purdah", que restringe cualquier decisión hasta la designación del próximo ejecutivo.
El Reino Unido, compuesto de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, comprende 650 circunscripciones parlamentarias. En cada una de ellas, los electores votan por el candidato de su elección. Las legislativas solo cuentan con una vuelta y la persona que obtiene más votos es elegida como parlamentaria de la circunscripción.
Si un partido logra una mayoría de al menos 326 escaños, forma el gobierno y su líder se convierte en primer ministro. Si ningún partido alcanza esa cota, lo hará la formación política que obtenga más diputados formando una coalición, y es allí donde los independentistas escoceses y los demócratas liberales tienen la ‘llave’ del nuevo gobierno.