Suecia: ultraderecha queda en tercer lugar | El Nuevo Siglo
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Domingo, 9 de Septiembre de 2018
Redacción internacional con AFP
Como ninguna formación política alcanzó el 50% de la votación se prevén intensas y largas negociaciones para formar gobierno

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UN progreso pero muy leve y bastante lejos de lo que esperaba para convertirse en eje central del poder en Suecia, tuvo la ultraderecha en las cruciales legislativas, donde la gobernante socialdemocracia se imponía (según dos sondeos a boca de urna) y los llamados moderados, integrados por liberales y conservadores, se constituían en la segunda fuerza política.

De acuerdo con los sondeos, entre socialdemócratas y ecologistas por un lado y el centro y derecha moderada por el otro, sumarían casi 44% de los sufragios, levemente por encima del 40% al que apuntaban las encuestas previas, pero que igual permite anticipar intensas negociaciones para tratar de formar gobierno.

El partido socialdemócrata se perfilaba anoche como el más votado con un 25,4% de sufragios, una pérdida de más de cinco puntos respecto de hace cuatro años, señaló un sondeo de la televisora TV4. Por su lado la ultraderecha avanzó poco más de tres puntos y obtendría 16,3% de sufragios, quedando en tercer lugar.

En cuanto a la agrupación conservadora Moderate, obtendría el segundo sitio con 18,4% de votos, unos cuatro puntos menos que en las elecciones anteriores.

El primer ministro sueco, Stefan Löfven, había presentado estas legislativas como un “referéndum para el Estado providencia”, mientras que la extrema derecha los convirtió en un plebiscito contra su política de inmigración y de integración.

Para la socialdemocracia, el de ayer constituye su resultado más bajo en un siglo, tanto si se toman las cifras de la televisora TV4, como las de la cadena estatal de televisión SVT, que atribuyó al gobierno 26,2% de votos.

En cuanto al utraderechista partido de los Demócratas de Suecia (SD), al que algunas encuestas previas daban entre 20 y 25% de intención de voto, se quedaría en torno de los 16 puntos, con un avance mucho menor al esperado.

El SD había hecho campaña denunciando la llegada de centenares de miles de solicitantes de asilo como una amenaza “cultural”.

Unos 7.5 millones de electores suecos estuvieron convocados a las urnas, que abrieron sus puertas a las 08H00 y cerraron entrada la noche.

“Fuerzas del odio”

Según el Primer Ministro sueco, exobrero metalúrgico de 61 años, “los socialdemócratas, y un gobierno conducido por estos, son la garantía de que los demócratas de Suecia, un partido extremista y racista, no tengan influencia en el Ejecutivo”, declaró el domingo tras votar.

El líder de la extrema derecha, Jimmie Åkesson, votó en la Alcaldía de Estocolmo y una vez que ejerció su derecho retuiteó un mensaje de su partido en el que llamó a “votar por Suecia”.

El nación nórdica, con 18,5% de sus habitantes nacidos en el extranjero, registró 160.000 solicitudes de asilo solo en 2015, la mayor proporción en Europa respecto al número de habitantes. Desde 2012 ha recibido 400.000 pedidos de asilo en total.

En un lujoso barrio del centro de Estocolmo, Henrik, un médico de 46 años no quiso revelar a quién había votado, pero lamentó el estigma que, según él, sufre la extrema derecha.

“Un voto para el SD no sirve para nada. Pero deberían tomarlos en serio, porque han sacado temas importantes como la inmigración, pero también el sistema sanitario”, dijo.

En la víspera de los comicios, Löfven denunció las “fuerzas del odio” e instó a los electores a quedarse “en el lado bueno de la historia”. El líder de los conservadores, Ulf Kristersson, llamó por su parte a “una cooperación más allá de las líneas partidarias para aislar a las fuerzas” que defienden “el repliegue”.

Desde el sur de Suecia, donde la extrema derecha tiene sus bastiones, el ultraderechista Åkesson, le respondió: “Ahora estamos en competición frente a los socialdemócratas y a Moderate para convertirnos en el primer partido del país”.

“Pacto con el diablo” 

Ningún grupo parece poder lograr según estos sondeos más del 50% de los 349 escaños en juego en el Riksdag, por lo que se necesitarán días o incluso semanas de negociaciones para alcanzar una mayoría o la menos débil de las alianzas en minoría.

Stefan Löfven logró mantener su gobierno minoritario hasta el final a base de alcanzar compromisos con la derecha, sobre todo en materia de política energética.

Pero la oposición está determinada a sacarlo del poder, aunque eso dinamite el cordón de seguridad que hasta ahora evita que los demócratas de Suecia tengan una influencia política directa.

La estrategia puede ser arriesgada y tanto centristas como liberales han asegurado su rechazo a un “pacto con el diablo”, como se describe el propio líder de los demócratas de Suecia

Crisis migratoria

La extrema derecha convirtió en “caballito de batalla” electoral la actual política de inmigración y de integración del gobierno socialdemócrata y, ello, porque fue uno de los países de la Unión Europea, al igual que Alemania, que brindó asilo a los cientos de personas que huían de la violencia y los regímenes dictatoriales en sus países de origen.

Suecia, como se sabe, es uno de las naciones más grandes de Europa con una superficie cercana a los 450.000 km2, tiene 10 millones de habitantes, de los cuales un 80% viven en ciudades.

Este miembro de la Unión Europea, que siempre ha abogado por una generosa política de inmigración y asilo, se encontró en primera línea de la crisis migratoria del viejo continente. Superado por la llegada masiva de migrantes, el país restableció los controles en sus fronteras a finales de 2015 y endureció sus condiciones de acogida.

Suecia registró más de 394.500 solicitudes de asilo entre 2012 y 2017, un récord en Europa, llegando a 162.000 peticiones en 2015. Cerca del 60% de las demandas fueron aceptadas.

El país escandinavo tenía en 2017 un 18,5% de residentes nacidos en el extranjero. El endurecimiento de las medidas migratorias y la llevada a cabo de una política clara de integración de los allí ya residentes, fueron decisiones que generaron fuertes críticas y rechazos por la extrema derecha, esa que ayer esperaba tener un mayor respaldo en las urnas para así poder influir, decisivamente, en el poder