El acuerdo, conocido como “Viernes Santo”, cumple dos décadas, pero las diferencias entre las partes siguen presentes. Los nacionalistas exigen un referendo, estipulado en el documento, aunque la mayoría lealista se niega a convocarlo. El Brexit amenaza su estabilidad
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VEINTE años después del acuerdo de Viernes Santo que puso fin a la violencia en Irlanda del Norte, el proceso de paz sigue siendo frágil y el Brexit hace temer por su futuro, según los analistas.
Firmado el 10 de abril de 1998 por los gobiernos británicos e irlandés con el apoyo de la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, el acuerdo puso fin a 30 años de un violento conflicto que dejó más de 3.500 muertos.
Cuatro años antes, un alto el fuego en el territorio en el que estaba desplegado el ejército británico silenció las armas entre los paramilitares nacionalistas, opuestos a la autoridad británica, y los lealistas, partidarios de la unión con Londres.
"Soy miembro del Partido Laborista desde hace 54 años, parlamentario desde hace 32, pero nada en mi vida iguala a lo ocurrido el 10 de abril de 1998 a las 17H30", recuerda ante los periodistas Paul Murphy, ministro británico para Irlanda del Norte de 1997 a 1999.
Desde entonces, la violencia paramilitar ha pasado a ser residual, pero las comunidades se mezclan poco y las tensiones políticas siguen vivas entre unionistas y nacionalistas, que comparten el poder.
Lo atestigua la ausencia de gobierno en Belfast desde hace 15 meses y la implosión del Ejecutivo en enero de 2017, formado desde 2007 por el Partido Unionista Demócrata (DUP) y el Sinn Féin, que no consiguen entenderse.
"La gente se pregunta si Irlanda del Norte verdaderamente ha cambiado en veinte años al ver estas divisiones comunitarias", declara a la AFP Sibohán Fenton, autor del libro "The Good Friday Agreement", todavía no publicado.
Dos cómicos
Para el exlíder del Partido Unionista del Ulster (UUP) Mike Nesbitt, la compartición del poder en Belfast solo funcionó bien "un año", cuando el reverendo Ian Paisley, del DUP, y Martin McGuinness, del Sinn Féin, antaño archienemigos, gobernaban juntos en 2007.
"Ellos se entendían tan bien que terminamos por llamarles 'los Chuckle Brothers'", explica a la AFP, en alusión a una emblemática pareja de cómicos ingleses para niños de la BBC. Ahora, lamenta que los dirigentes actuales no quieran "hacer el esfuerzo de entenderse".
Sin embargo, el texto de 1998 no es "definitivo", señala Siobhán Fenton, que indica que "debe adaptarse regularmente a los acontecimientos y a los cambios de la sociedad", lo que condujo a otros compromisos posteriores, como en 2007, tras cinco años de suspensión del gobierno.
"Si el acuerdo fuera perfecto, no estaríamos en crisis, como lo estamos en Stormont", afirma ante la prensa el diputado del DUP en Westminster Ian Paisley Jr, cuyo partido se opuso al texto, al juzgar que hacía demasiadas concesiones a los nacionalistas.
Se trataba, más bien, de un "compromiso ingenioso en el que todo está sujeto a la interpretación", continúa Giada Lagana, doctora en Ciencias Políticas de la universidad de Galway, entrevistada por la AFP.
Y ello ha dado lugar a querellas y disfunciones recurrentes en algunas disposiciones.
Los nacionalistas acusan al DUP de hacer un mal uso de un mecanismo ideado para bloquear leyes, perjudicando los derechos de las minorías, que fue empleado por ejemplo para impedir el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Por su parte, al Sinn Féinn se lo acusa de impedir la vuelta del Ejecutivo al rechazar participar en él mientras que el DUP no se comprometa a actuar a favor de ciertas disposiciones que los nacionalistas consideran que forman parte los acuerdos de paz.
La diputada del Sinn Féin en Westminster Elisha McCallion consideró ante los periodistas que el texto estaba siendo "atacado por los conservadores británicos y elementos del DUP", en alusión a la alianza de la que depende el gobierno de Londres, temiendo la influencia de los unionistas en las negociaciones del Brexit.
¿Y el Brexit?
El impacto del divorcio entre Londres y la UE en el proceso de paz norirlandés preocupa.
Billy Hutchinson, excombatiente lealista convertido en jefe del Partido Unionista Progresista (PUP) y partidario de la permanencia en la UE teme la vuelta de una frontera física entre Belfast y Dublín, si bien cree que la UE "seguirá aportando subvenciones para resolver los problemas ocasionados por el conflicto", dice a la AFP.
Además, el Brexit acabaría con un espacio de diálogo para las partes del proceso de paz porque "el único lugar donde en el que se ha podido llegar a un enfoque común han sido las instituciones europeas", avisa Giada Lagana.
Para los nacionalistas, un referéndum sobre la reunificación de Irlanda, cuyo principio está previsto en el acuerdo de paz, resolvería la cuestión de la frontera. Pero esta consulta no cuenta hoy en día con un apoyo mayoritario.
“The troubles”
Irlanda del Norte sufrió tres décadas de violencia entre las comunidades católica-republicana y la protestante-unionista que acabaron con el Acuerdo de Viernes Santo, de cuya firma se cumplen 20 años este martes.
La mayoría protestante de la provincia británica defendía seguir perteneciendo al Reino Unido mientras que la católica quería la reunificación con la República de Irlanda. Este es un resumen del conflicto, conocido como "The Troubles", en que murieron más de 3.500 personas.