La primera ministra británica, Theresa May, condenó la obsesión con la independencia de los nacionalistas escoceses, en un congreso conservador en el que busca unir a sus tropas antes del Brexit.
Los ocho meses de luna de miel política de May acabaron abruptamente esta semana, cuando el gobierno regional escocés de Nicola Sturgeon anunció que volverá a solicitar un referéndum de independencia, y se vio obligada a dar humillante marcha atrás a una subida de impuestos que contradecía el programa electoral del Partido Conservador.
En su discurso en el congreso de Cardiff (sudoeste), May defendió "la preciosa unión" de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte y condenó el "nacionalismo divisivo y obsesionado" del Partido Nacional Escocés (SNP) de Sturgeon.
"Está claro que usar el Brexit como pretexto para un segundo referédum de independencia ha sido el único objetivo del SNP desde el pasado de junio", cuando la salida del Reino Unido de la Unión Europea se impuso en el referéndum del 23 de junio.
Sturgeon esgrime el voto mayoritario de los escoceses a favor de seguir en la UE para reclamar un segundo referéndum.
La demanda de Escocia ha puesto a May ante dos frentes, justo cuando se prepara para invocar el Artículo 50 del Tratado europeo de Lisboa, inicio formal de los dos años de negociaciones de salida de la UE.
El SNP también celebra sus congreso -Sturgeon intervendrá el sábado-, en la ciudad escocesa de Aberdeen. Este viernes, el vicesecretario del partido, Angus Robertson, acusó a May de "arrogancia" por tratar de impedir el referéndum.
El jueves, May dijo que "ahora no es el momento" para otro plebiscito de secesión, menos de tres años después del de 2014, en que la permanencia en el Reino Unido ganó por 55% a 45%, argumentando que hay que concentrarse en el Brexit.
"Que no haya dudas, Escocia tendrá su referéndum, y la gente de este país tendrá su voto... no les negarán la voz", explicó.