Lenin Moreno dejó sin funciones a su vicepresidente Jorge Glas, ficha de Rafael Correa. Esta decisión se enmarca en la pelea entre el expresidente y su sucesor, quien se ha acercado a la oposición. Detrás de esta disputa, hay muchos detalles: Odebrecht y el manejo de la energía.
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Lenín Moreno, a sólo dos meses y medio de haberse posesionado, ya tiene un enemigo: Jorge Glas, su vicepresidente. Tras un cruce de acusaciones, el presidente de Ecuador decidió quitarle todas las funciones a su segundo, por sus presuntos vínculos con Odebrecht en el gobierno anterior.
Agrupada en la coalición correísta Alianza País, la izquierda ecuatoriana muestra por primera vez sus divisiones internas. Sólo fue que Rafael Correa saliera del poder para que fueran públicas las diferencias entre su sucesor y la facción que sigue sus órdenes.
Glas, vicepresidente de Correa desde mayo de 2013, fue designado por Moreno como compañero de fórmula. Pero su nombramiento, con un gabinete que apenas empieza acomodarse, demuestra que fue una especie de imposición de Correa para tener una ficha leal en el gobierno. Parece que el expresidente no confiaba en su sucesor.
Luego de la parálisis por 20 días del país, en los que la oposición, liderada por Guillermo Lasso, se negó a reconocer los cerrados resultados presidenciales, Moreno empezó a dar señales de su posible distanciamiento de Correa.
A diferencia de su jefe, acostumbrado a un discurso frontal contra sus opositores, el presidente entrante habló de diálogo, reconciliación nacional y desarrollo económico, lo que molestó a Correa, quien vio como una amenaza las declaraciones de Moreno.
Una carta
Con su cabeza en Bruselas, donde reside en este momento, Correa fue dejando la política ecuatoriana. Lo último que hizo, entre despedidas y condecoraciones, fue calificar de “desleal” y “mediocre” a su sucesor, que él mismo escogió.
Pero sólo pasaron 20 días para que la división al interior de Alianza País se volviera pública. Todo comenzó con una carta. Glas, su ficha, publicó un comunicado en contra de Moreno, al que le rinde cuentas, criticando la gestión del mandatario. En ella, lo acusa de ir en contra “totalmente” de los principios del oficialismo.
“No vamos a ceder a nuestro compromiso de luchar por la ética en la política, en nuestro combate frontal contra la corrupción respetando la independencia de funciones y los debidos procesos”, escribió Glas, tratando de desvirtuar sus presuntos vínculos con Odebrecht, que también, como en el resto del continente, involucran a varios dirigentes políticos ecuatorianos.
Hace unos meses, la prensa local había publicado una conversación entre un funcionario de Odebrecht y el excontralor, Carlos Pólit, en la que hacen referencia a Glas como uno de los beneficiarios de las coimas que entregaba la compañía. Desde entonces, la oposición, aún dolida por un supuesto “fraude” en las elecciones, ha pedido que el vicepresidente deje su cargo. Este, a su vez, ha sentido que Moreno no lo ha respaldado en esta serie de acusaciones, derivando en una pelea al interior del gobierno izquierdista de Ecuador.
Poco a poco, Moreno ha tomado distancia de su funcionario. Lo ha hecho no sólo para que se esclarezca los vínculos de este con Odebrecht, sino para acercarse a la oposición, golpeada por más de diez años sin llegar al poder.
Luego de la carta de Glas, Moreno, quien la noche del martes había dicho que tomaría una “decisión”, le quitó todas las funciones como vicepresidente a través de un Decreto Ejecutivo, lo que no quiere decir que pierda de inmediato su cargo.
En diálogo con EL NUEVO SIGLO, Rafael Oyarte, abogado constitucionalista, explica que “Glas sabe que Moreno no le puede obligar a renunciar. Que siendo vicepresidente conserva su inmunidad que obliga a que la Asamblea sea la que autorice su enjuiciamiento penal con los 2/3”.
De momento, Glas sigue en su puesto y no parece estar dispuesto a renunciar, por órdenes expresas de Correa, quien luego de conocer la decisión del presidente tuiteó: “Ups! ¡El "diálogo" sólo ha sido para los que odian la Revolución! Adelante, JORGE (Glas). Tómalo como una condecoración”.
A paso lento, el presidente intenta mostrar una imagen más democrática y menos divisionista. ¿Es, eso, el morenismo?
Los Bucaram
La crisis en la izquierda ecuatoriana tiene como foco la Corporación Nacional de Electricidad. En esa entidad, una de las más importantes de la administración pública ecuatoriana, Lenin Moreno nombró a Antonio Intriago Williams, ficha de la familia Bucaram, según Rafael Correa.
Por ese nombramiento, Correa acusa a su sucesor de traicionar la “revolución ciudadana” al pactar con Abdalá Bucaram Ortiz, expresidente de Ecuador de 1996-1997 –lo derrocaron-, y con su hijo, hoy líder de la oposición y excandidato presidencial, Abdalá Bucaram Pulley.
Según fuentes consultadas por este Diario, los Bucaram tendrían conocimiento de irregularidades relacionadas con el caso Odebrecht que afectan al oficialismo. Sin embargo, pactaron con Moreno para no divulgarlas y a cambio recibieron la Corporación Eléctrica.
“Son conocidas las diferencias entre Abdalá Bucaram y el tío de Glas, involucrado en la trama de corrupción. Al punto que Dalo –apodo de Abdalá- agredió físicamente a Ricardo Rivera, tío de Glas, en un restaurante a días de la primera vuelta electoral”, cuenta Rafael Oyarte.
Correísmo, ¿hay morenismo?
Al apartar a Glas de su gobierno, Moreno se gana un enemigo: Correa. Este escenario, poco previsible luego de una elección presidencial tan polarizada, se volvió realidad, profundizando la división al interior del correísmo, una corriente hegemónica que monopolizó la política ecuatoriana por diez años.
Moreno, buscando proyectar una imagen de independencia, ha tomado decisiones, como hablar con la oposición y la prensa, sectores tradicionalmente opuestos a Correa, quien ha calificado de “entreguismo” estos acercamientos.
A paso lento, el presidente intenta mostrar una imagen más democrática y menos divisionista. ¿Es, eso, el morenismo? Al parecer sí, de momento. Ante la clara división en la izquierda ecuatoriana, Moreno empieza a construir un discurso que se diferencia en aspectos esenciales del autoritarismo de Correa.
Pero, según los expertos, esto no es suficiente para hablar de una corriente “morenista” al interior de Alianza País, coalición que agrupa la izquierda. “El morenismo no existe. El llamado correísmo no es sino adscribirse a una tendencia que puede entregar beneficios y hasta granjerías. Pero eso no ha llegado a ocurrir con Moreno”, dice Oyarte y añade “lo que sí pasa es que varios miembros del partido están con él, lo que hace que Correa amenace con desafiliarse y organizar un nuevo movimiento”.
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