La Armada ya tiene detectada una nueva modalidad de tráfico de drogas, sobre todo de marihuana, que consiste en grandes estructuras cilíndricas que se amarran a los buques y lanchas para que ser arrastradas bajo el agua.
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Ingenio contra ingenio. Así es el día a día de las autoridades antinarcóticos en Colombia. No acaban de detectar una nueva modalidad para el tráfico de drogas o de insumos químicos para su producción, o incluso para la salida o ingreso del dinero relacionado con los alcaloides, cuando ya los delincuentes están poniendo en práctica otras estrategias para cumplir su cometido.
Por ejemplo, en el sur del país la Policía, las Fuerzas Militares y los organismos de seguridad permanecen en máxima alerta para evitar que los narcotraficantes traten de pasar cargamentos a Brasil, Ecuador, Perú y otros mercados. Pequeñas, medianas y grandes cantidades de cocaína, heroína y marihuana, sobre todo de la llamada “Creepy” son escondidas entre alimentos, empaques al vacío de los más diversos productos, pisos falsos y caletas en vehículos terrestres o marítimos… Hasta escondidos en pescados se han encontrado paquetes con alcaloides. Igual hay trochas selva adentro en donde a lomo de mula y pequeñas canoas se mueve la droga.
No se puede bajar la guardia en ningún momento o los criminales toman la delantera. Precisamente por esa ‘malicia indígena’ que ya tienen las unidades antinarcóticos de nuestro país es que a cada tanto se pueden descubrir sistemas, que ya sea por sofisticados o por ‘ingeniosos’, serían muy difíciles de detectar por las autoridades de otros países.
Tal es el caso de la modalidad de los llamados “parásitos”, que es una técnica narcotraficante que consiste en colgar cargas de drogas en transportes marítimos como buques de alto calado, barcos medianos y hasta lanchas que a diario transitan a mar abierto en el Pacífico o a través de la red fluvial del sur del país. Es claro que una vez la droga sale de territorio colombiano hay mayor facilidad para llevarla a mercados de Brasil, Perú, Ecuador, Centroamérica, Estados Unidos, Europa, Asia y hasta África.
Según el comandante de la Fuerza Naval del Sur, general del Cuerpo de Infantería de Marina, Sergio Alfredo Serrano Álvarez, todos los días sus hombres están tras la pista de facciones criminales como el Grupo Armado Residual (GAOR) 48 de las extintas Farc, que se dedica al narcotráfico junto al Grupo de Delincuencia Organizada (GDO) “La Constru” y otras bandas criminales de alto espectro.
“La Armada no la tiene fácil para contrarrestar el flagelo del narcotráfico en más de 14 ríos y en las fronteras, porque al mismo tiempo debe enfrentar a los grupos residuales de las Farc, que ahora combaten entre sí por el control de los corredores de movilidad y transporte de cargamentos de cocaína hacia los mercados internacionales clandestinos. El GAOR 48 sostiene combates con el GAOR Primero. Esos choques armados dejan muertos y heridos en los dos frentes. Las tropas los combaten al mismo tiempo en un esfuerzo para evitar que se produzcan masacres o desplazamientos en esta región debido a esas confrontaciones”, precisó el general en diálogo con EL NUEVO SIGLO.
Agregó que “La Constru” es una de las bandas criminales más importantes del sur del país y surgió después de la desmovilización de las llamadas “Autodefensas del Putumayo” en 2006. Además de sus nexos con las disidencias de las Farc, también registra conexiones con el cartel mexicano de Sinaloa y la mafia de Albania, en Europa.
Triple frontera
“Es un gran desafío enfrentar al narcotráfico en la triple frontera de Brasil, Perú y Colombia, por cuanto se encuentra enclavada en el corazón de la Amazonía. Los traficantes buscan por todos los medios posibles convertirla en su principal trampolín para que la droga llegue a Europa, Asia, África y Estados Unidos”, dijo a EL NUEVO SIGLO un agente de la División de Operaciones Especiales Antidrogas (Divoead) de la Policía de Perú.
Debido a las continuas operaciones de la Fuerza Naval del Sur, algunas mafias y redes de narcotraficantes colombianas se pasaron a la ribera derecha del río Amazonas para incentivar las plantaciones de hoja de coca en las comunidades de indígenas peruanas de la etnia Ticuna. Esa maniobra está generando inseguridad y violencia en la zona fronteriza, por lo que la Policía del Perú debió incrementar sus operaciones para la erradicación de cultivos y la destrucción de narcolaboratorios.
Según el general Serrano Álvarez, “el río Amazonas es utilizado por las mafias como una gran autopista para trasladar la droga hacia el consumo interno del Brasil y de ahí hacia los mercados internacionales”. Pero aparte de vigilar los 116 kilómetros de extensión en la frontera con Perú, se controla lo que pasa en el río Putumayo y el Sanmiguel, en los límites con Ecuador.
“También patrullamos las 24 horas otros ríos como el Caquetá, que entra a territorio brasileño y desemboca en el río Solimóes; el tramo del río Amazonas comprendido entre la triple frontera Brasil-Colombia-Perú y la ciudad de Manaos. También estamos presentes en otros afluentes como El Caguán, Ariari, Guaviare y El Guayabero”, explicó el alto oficial.
La experiencia operacional evidencia que es en zonas como Tabatinga, Leticia y la Isla de Santa Rosa en donde las redes del narcotráfico insisten en pasar los cargamentos de drogas.
En esa triple frontera la Fuerza Pública ha avanzado mucho en cuanto a la coordinación del Ejército, la Fuerza Aérea y la Policía colombianas con las autoridades de Perú, Brasil y hasta Ecuador. Ello ha permitido aumentar la eficacia antidroga en la región y el volumen de incautaciones.
Modalidades variables
En cuanto a los “parásitos”, el general Serrano Álvarez indicó que estos hacen parte “de las nuevas técnicas que emplean los grupos de narcotraficantes en esta región del país. Se trata de unas estructuras cilíndricas que se han ido mutando o tecnificando. Son elaboradas en láminas de acero y tienen una forma similar a los torpedos, pero son cargados, especialmente, con la marihuana Creepy”.
Insistió el alto oficial que “los delincuentes van ensayando cómo engañar a las autoridades. Inicialmente los ‘parásitos’ estaban adheridos al casco de un buque, lancha o de la remesera; posteriormente utilizaron unas argollas soldadas en los cascos para atar con guayas o cuerdas aceradas a los artefactos, dotados incluso con cámaras de aire para flotarlos y válvulas con compresor para inyectarle agua y sumergirlos y tratar de hacerlos ‘invisibles’, pues quedan a tres o cuatro metros de profundidad. Buscan así que los buzos del Cuerpo de Infantería de Marina no los encuentren”, explicó Álvarez.
Añadió que otro sistema es el de halado, pero resultaba muy complicado por los inconvenientes que presentaba. “Es decir, el ‘parásito’ estaba atado a la embarcación con una guaya acerada a una prudente distancia, pero se enredaba o entorchaba y, además, se golpeaba y era difícil de transportar”, explicó el general.
De acuerdo con el Comandante de la Fuerza Naval del Sur “a pesar de que estos sistemas de transporte de marihuana y cocaína se han ido sofisticando, porque los ‘parásitos’ prácticamente no se ven y, además, los caninos especializados no pueden detectar los alcaloides, nuestros servicios de inteligencia nos permiten ir un paso adelante e incluso anticipar las innovaciones de los antisociales para pasar la droga… La Armada cuenta con buzos expertos que son difíciles de engañar, gracias a su experiencia y pericia”.
Lo cierto es que el primer “parásito” decomisado tenía una extensión de cinco metros y un diámetro entre 70 y 80 centímetros, con capacidad para transportar 700 kilogramos de marihuana “Creepy”. Sin embargo los narcos no pararon. Construyeron otros con más capacidad de transporte y prueba de ello es que se logró incautar uno de 14 metros en el río Putumayo, muy sofisticado y con una capacidad de carga de 1.200 kilogramos.
“Este gigantesco parásito fue construido en fibra de vidrio y contaba con una serie de compartimientos, entre ellos varios con válvulas y compresor para inflar una especie de vejigas para hacerlo flotar o para inyectarle agua y sumergirlo. Son unas técnicas bastante avanzadas y los delincuentes buscan que pasen desapercibidos cuando se efectúa la inspección del buque, las lanchas o las remeseras”, precisó Serrano.
Más demanda
De acuerdo con las investigaciones de las autoridades, en esta región desde hace aproximadamente cinco años se viene incrementando la demanda de la marihuana tipo “Creepy” hacia los mercados Brasil y otros destinos internacionales.
“Casi todos los decomisos son de esta yerba procedente de los cultivos del Cauca. Al parecer, es bastante rentable para los antisociales. Es más marihuana la que se está incautando y nada de clorhidrato de cocaína”, sostuvo el general.
Se cree que la demanda obedece a que la marihuana “Creepy” es una alteración genética que potencializó sus efectos alucinógenos, que duran más tiempo. Incluso en el mercado delincuencial se puede conseguir de varios tipos: “Azul”, “Rosa” y “Morada”, también conocida como “Blueberry”.
Insistió en que “mientras tanto en el Putumayo se saca cocaína gracias a los grandes cultivos de hoja de coca, que actualmente son erradicados por el Ejército y la Policía. Esa droga es sacada por la frontera hacia el Ecuador”.
Tanto el GAOR 48 como ‘La Constru’ sacan los alijos por la parte alta del Putumayo hacia el río San Miguel, cruzando por Esmeraldas (Ecuador) y desde allí la droga es enviada hacia los mercados internacionales de Centroamérica, Estados Unidos y Europa”.
En los últimos 13 meses han sido decomisadas por las tropas del Cuerpo de Infantería de Marina cerca de diez toneladas de marihuana cuando hacían tránsito hacia Brasil. De igual manera se incautaron dos toneladas y media de cocaína cuando pretendían ser sacadas hacia el Ecuador. Sin embargo, el Ejército tiene unas cifras más elevadas de decomisos al igual que la Policía.
De acuerdo con el General las coordinaciones permanentes y el intercambio de información con las autoridades de los países fronterizos permitió, por ejemplo, que en días pasados se detectaran más de 450 kilos de “Creepy” en aguas del río Caquetá, pero en territorio brasilero”.
A ello se suma que en desarrollo de la operación “Armagedón IV” las tropas de las Fuerzas Armadas y la Policía del Perú han destruido en los últimos meses más de 40 laboratorios para el procesamiento de cocaína, al tiempo que fueron decomisadas armas de fuego y destruidas importantes cantidades de droga, precursores químicos y cuatro toneladas de hoja de coca. Se logró, igualmente, la captura de 50 personas, entre ellas varios colombianos. Las operaciones se llevaron a cabo en la región de Loreto, en la zona amazónica fronteriza con Colombia.
Si bien es cierto que en esta zona fronteriza no delinque el llamado ‘Clan del Golfo’, en el área del Amazonas se registra la presencia de carteles como la llamada “Familia del Norte”, que no tiene vínculos con las disidencias de las Farc.