¿Y si hablamos más del tratamiento contra el coronavirus? | El Nuevo Siglo
Foto: Anadolu
Domingo, 16 de Agosto de 2020
Pablo Uribe Ruan

DOS AMORFAS esculturas se levantan en la entrada del centro de ciencia de Biopolis, Singapur. Parecen unos cuerpos abstraccionistas del surrealismo europeo que viajaron como regalo de cualquier intercambio diplomático al sur de Asia. De bronce y deformes, cuenta su creadora, Mara Haselstine, representan algo más. Años después del fin de la epidemia de SARS (2002-04), se convirtieron en una expresión de esperanza tras el descubrimiento hecho por un grupo de científicos que encontró medicamentos capaces de frenar el virus.

La obra se llama “Sars Inhibited”. Recuerda una historia reciente de éxito frente al síndrome respiratorio agudo severo (SARS) que mató a 774 personas en Asia. Aparte de su carga histórica, da cuenta, como una cachetada, que el orden de los factores en una epidemia o pandemia siempre ha sido inamovible. En esa ocasión, el virus desapareció en 2004, sin vacuna, pero con algunos tratamientos aprobados.

Es enormemente desigual el SARS en comparación con el Covid-19. En solo seis meses, el coronavirus ha dejado 760.000 fallecidos en el mundo y no parece dar tregua los meses que viene. Con aterradoras cifras en número de muertos, las diferencias también son evidentes a nivel de ciencia. Años atrás -hablo de década y media- producir una vacuna tomaba 10 años, por lo menos.

La carrera por la vacuna, sin embargo, nubla el orden de los factores. Medir el éxito para enfrentar el virus ha llevado a que exclusivamente nos centremos en la inmunización de billones de seres humanos, perdiendo de vista la experiencia esculpida en la obra de Haselstine: los tratamientos tempranos salvaron a miles entre 2002 y 2004. Enfocarse en los avances de este medio año en materia de tratamientos resulta, por decir poco, urgente. La vacuna tomará tiempo.

Avances

Todo no pasa por la hidrocloroquina. Aunque se lleve meses hablando de su efectividad, la comunidad científica viene probando otros 149 fármacos capaces de tratar el coronavirus en etapa de UCI, hospitalización media o tratamiento en casa. Estos proyectos se apoyan en estudios previos en SARS y MERS -dos virus diferentes- que han permitido que cada vez haya más alternativas para saber qué fármacos inhiben las proteasas del coronavirus.

Tres enfoques amplios dividen los tipos de tratamientos que investiga la comunidad científica. En un análisis de estos la BBC ha explicado que se trata de medicamentos antivirales, fármacos que calman el sistema inmunológico y anticuerpos que pueden atacar el virus extraído de la sangre de recuperados (plasma). Sus niveles de efectividad están directamente relacionados con la etapa en que se encuentre el paciente. En esa medida se entiende que los antivirales son mejores al principio, mientras que los que calman el sistema inmunológico funcionan mejor en etapas de hospitalización.

En total 150 fármacos están en etapa de prueba o aprobación, según “Recovery Trial”, de Reino Unido, la iniciativa más grande en el mundo en probar medicamentos que combatan el coronavirus y que en este momento hace pruebas en más de 11.000 personas. Por ahora el “Recovery Trial” está tratando o ha tratado cuatro medicamentos con mayor ahínco: Dexametosona, Azitromicina -antibiótico-, Tocilizumab y plasma de recuperados.

Conocida hace una semana, para muchos la efectividad de la Dexametosona ha sido de las noticias más alentadoras de la crisis. En un reporte presentado por la iniciativa, con sede en Reino Unido, se conoció que el medicamento redujo el riesgo de muerte en un tercio de pacientes conectados a ventiladores y en un quinto de los que reciben oxígeno. Este medicamento es un esteroide que calma la inflamación, una de las respuestas más comunes del cuerpo como respuesta inmunológica. Aparte de su eficacia, otro punto ha sido determinante: su precio. En varias regiones del mundo, que incluye a Latinoamérica, un paquete de 4 pastillas cuesta menos de dos dólares.

Los efectos del plasma de pacientes recuperados, contra otros que están en una fase crítica de la enfermedad ha sido otra buena noticia. Tras combatir el virus, los anticuerpos creados permiten dotar de herramientas inmunológicas a aquellos que están en hospitalización, sobre todo en UCI. Desde hace 100 años se viene usando esta técnica para tratar a pacientes con sarampión, varicela, polio y SARS. Según el centro de estudios de la Universidad de Harvard, el plasma acorta la duración o reduce la gravedad del coronavirus.

En una prueba adelantada por la Universidad del Rosario y el Grupo ISA, en Bogotá, esta semana se encontró que el 80% de pacientes tuvieron una respuesta favorable tras haber sido inyectados con plasma. Inicialmente, el Centro Nacional de Investigación de Tecnología de Ingeniería para Vacunas de Wuhan había hecho pruebas en grupos de 10 personas en los que había encontrado que siete de ellos habían desarrollado anticuerpos para combatir el virus.

Con la aprobación de la Dexametosona y el plasma, ahora se prueban numerosos antivirales en centenares de universidades y centros de investigación. Esta semana se conoció que el Ifendropil, un fármaco para mareos, puede “incluso revertir la enfermedad”, dijeron voceros de la Universidad de Texas. Hechos los ensayos en ratones, la oficina de Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó su uso para hospitales de Miami en humanos. “Los resultados fueron muy convincentes, con Ifenprodil reduciendo la mortalidad en un 40%, y reduciendo la lesión pulmonar aguda y la inflamación en el tejido pulmonar”, destacó el líder de investigación.

Para frenar el tormentoso flagelo de esta pandemia, hay que poner todos los esfuerzos en la vacuna, no sin antes saber que hay un orden de factores que puede llevarnos a encontrar un tratamiento capaz de reducir en una proporción importante los índices de mortalidad del virus. ¡Hablemos más del tratamiento!