¿Cómo explicar más de nueve millones de votos nulos o no marcados? | El Nuevo Siglo
EN LAS votaciones a las asambleas, concejos y JAL está la mayor cantidad de votos nulos y no marcados. /Registraduría
Lunes, 6 de Noviembre de 2023
Redacción Política

EN LOS comicios del pasado 29 de octubre más de nueve millones de votos no tuvo efecto alguno. Esto por cuenta de que esa fue la cantidad de sufragios nulos o no marcados que depositaron los colombianos en la contienda.

No es una cifra menor si se tiene en cuenta que, sumados todos los votos que se depositaron para la elección de esos cinco cargos, la cifra llega a un poco menos de 95 millones de sufragios para 32 gobernadores, 418 diputados, 1.100 alcaldes, 12.072 concejales y 6.513 ediles.

Es decir, que alrededor del 10% de los votos en estos comicios territoriales no fueron válidos. El flanco más complicado es el de las asambleas, en donde se presentó el mayor número de sufragios nulos y no marcados. En el caso de gobernaciones y alcaldías, en esta oportunidad se redujeron levemente en comparación con los comicios del 2019.

 

Alcalde

En las pasadas elecciones para alcalde votaron en todo el país 23.038.752 ciudadanos, lo que se traduce en una participación del 59,21% considerando que el censo electoral fue de 38.905.005.

Los votos válidos fueron 22.112. 432 (95.97%), los nulos 402.765 (1,74%) y los tarjetones no marcados 523.555 (2,27%).

En los comicios del 2019, los votos nulos llegaron al 1,81% y los no marcados a 2,64%. Asimismo, en los comicios de 2015, los nulos fueron 2,15% y los no marcados el 2,73%.

 

Gobernador

En los comicios del pasado 29 de octubre para gobernador votaron 19.774.646 ciudadanos, una participación electoral del 60%.

Los votos válidos fueron 17.671. 294 (89,36%), los nulos 425.898 (2,15%) y los tarjetones no marcados 1.677.454 (8,48%).

En los comicios del 2019, los votos nulos fueron 2,25% y los no marcados el 9,21%. Cuatro años antes, en el 2015, los nulos fueron 2,31% y los no marcados el 9,57%.

 

Asamblea

El pasado 29 de octubre por asambleas votaron 19.355.418 ciudadanos, una participación del 58,73%.

Los votos válidos fueron 16.325. 683 (84,34%), mientras que hubo 660.240 nulos (3,41%) y los tarjetones no marcados llegaron a 2.369.495 (12,24%) en todo el país.

En los comicios del 2019, los votos nulos fueron 3,93% y los no marcados el 11,57%. En las elecciones de 2015, los nulos llegaron a 4,78% y los no marcados al 11,45%.

 

Concejo

En las pasadas elecciones para concejo votaron en todo el país 22.390.163 ciudadanos, una participación del 57,55%.

Los votos válidos fueron 20.798.142 (92,88%), mientras que los nulos llegaron a 625.083 (2,79%) y los tarjetones no marcados a 966.938 (4,31%).

En los comicios del 2019, los votos nulos fueron 3,45% y los no marcados el 4,23%. En las elecciones del 2015, los nulos fueron 4,48% y los no marcados el 3,97%.

 

Juntas Administradoras Locales

En las recientes elecciones para JAL votaron en algunas regiones del país en donde existen estas corporaciones 10.321.401 ciudadanos, lo que significó una participación del 51,19%.

Los votos válidos fueron 8.874.769 (85.98%), los nulos 395.714 (3,83%) y los tarjetones no marcados 1.050.918 (10,18%).

En los comicios del 2019, los votos nulos fueron 4,23% y los no marcados el 10,03%. En las elecciones del 2015, los nulos fueron 5,10% y los no marcados el 11,14%.

 

Mayor problema

Visto lo anterior, queda claro que de 94.880.380 votos depositados el domingo 29 de octubre por todos los cargos, un total de 9.098.060 sufragios se perdieron, de ellos 2.509.700 por nulos y 6.588.360 por no marcados.

¿A qué se debe este fenómeno? Esa es la pregunta que surge, ya que no puede considerarse normal el hecho de que casi un 10% de los sufragios no tenga efecto alguno. En ese orden de ideas, pese a que se tuvo una participación electoral cercana al 60% en promedio, que es una de las tasas más altas del continente, incluso por encima de países en donde el voto es obligatorio, la anomalía de los nulos o no marcados se evidencia como un lunar en todo el resultado democrático.

Las explicaciones pueden ser varias, algunas simples y otras complejas.

La de los tarjetones no marcados, por ejemplo, podría responder a que al ciudadano no le interesa en lo más mínimo la elección y, por eso, simple y llanamente, no marca nada y, así como recibe el material electoral de los jurados lo introduce en las urnas, sin diligenciar nada.

En cuanto a los nulos, para algunos analistas parece claro que ante el poco efecto político real que tiene el voto en blanco, una fracción de ciudadanos se inclina por el llamado ‘voto protesta’ para manifestar su rechazo a la clase política o los candidatos de turno. Por lo mismo, decide deliberadamente anular el voto, ya sea marcando más de dos opciones o haciendo dibujos o escribiendo frases que hacen que los jurados de votación determinen que el sufragio es nulo. Incluso, hay quienes escriben groserías o bromas.

Por otro lado, esta anomalía democrática podría responder a falta de capacitación a la ciudadanía sobre la mecánica electoral. Esto porque lo que muestran las cifras es que el problema de votos anulados y tarjetones no marcados se presenta más en las corporaciones colegiadas de elección popular (asamblea, concejo y JAL) que cuando se trata de cargos uninominales, es decir cuando el ciudadano solo tiene pocas opciones para escoger y ve en el tarjetón la cara de los candidatos a gobernación o alcaldía.

Prueba de ello es que en las pasadas elecciones el mayor porcentaje de votos nulos se registró en JAL con el 3,83% de la votación depositada en las urnas, luego están asambleas con el 3,41% y concejos con el 2,79%. Tras ellos vienen las gobernaciones con el 2,15% y las alcaldías con el 174%.

En cuanto a los tarjetones no marcados el mayor porcentaje se dio para asambleas con el 12,24%; seguido de JAL con el 10,18%; gobernaciones con el 8,48%, concejos 4,31% y alcaldías 2,27%.

Es claro que en los tarjetones para cuerpos colegiados el asunto es más complejo. No solo no aparecen las fotos de los candidatos, sino apenas el logo del partido y luego una serie de casillas en donde es necesario que el ciudadano encuentre el número de candidato de su preferencia y lo marque. Hay algunos tarjetones, sobre todo en las principales ciudades capitales, que son muy grandes y difíciles de manejar para una persona sin mucha instrucción política. Incluso, por pena o pereza, se abstienen de preguntarle a los jurados o leer las cartillas pedagógicas que enseñan a sufragar.

Muchas personas, al menos por lo que se escucha en los municipios con alto porcentaje de población rural, no saben manejar esta mecánica de tarjetones con voto preferente. O incluso, terminan marcando el número del candidato, pero no el partido.

 

Interés directo

Otra explicación a este fenómeno electoral podría ser que el ciudadano no conoce exactamente qué hacen las asambleas, los concejos y las JAL, pero sí tienen una cercanía mayor con el rol de las gobernaciones y las alcaldías.

De hecho, se considera que los ciudadanos son más cuidadosos al diligenciar el tarjetón cuando votan por alcalde, porque las decisiones de quien llegue al cargo los afectará directamente.

Igualmente, no puede esconderse que es tal la cantidad de partidos políticos con personería, así como la explosión de candidatos por firmas o de movimientos significativos de ciudadanos, que el elector se confunde con tal cantidad de opciones que configuran un escenario político poco claro. Si a ello se le suma, el coalicionismo multipartidista creciente, en donde no se sabe a ciencia cierta a qué partido o ideología pertenecen los aspirantes, la situación se complica aún más, generando desinterés o rechazo en la ciudadanía.

Y, por último, pero no menos importante, no se puede descartar que muchos de los votos nulos y no marcados responden a quienes solo van a las urnas para reclamar el certificado electoral y poder disfrutar de los beneficios de sufragar, como lo es cuatro horas de permiso laboral remunerado y otras prebendas. No les interesa para nada la elección.

Sea cual sea la circunstancia, es claro que las tres ramas del poder político en Colombia están en mora de revisar esta anomalía democrática y buscar soluciones efectivas para que el 10% de los votos no terminen desperdiciándose en las urnas.