Duque 2021: un Presidente con riendas apretadas | El Nuevo Siglo
Presidencia
Domingo, 19 de Diciembre de 2021
Redacción Política

A dos semanas de que termine el 2021 el balance para el presidente Iván Duque tiende a ser más positivo que negativo. Han sido 12 meses muy complicados toda vez que varias crisis se han agravado de manera paralela.

Sin embargo, a diferencia de 2020, cuando la pandemia del covid-19 puso al Gobierno como una especie de ‘bombero’ que apagaba afanosamente las distintas crisis derivadas de la emergencia, este año se ha visto a un Ejecutivo con más control de la situación, enfrentando la pandemia y activando de forma paralela el proceso de recuperación. Un Presidente con riendas más apretadas para definir el rumbo del país y con margen de acción más amplio para adelantar las metas principales de su Plan de Desarrollo, que habían quedado en segundo plano por el embate del coronavirus.

Las más recientes encuestas sobre la popularidad y favorabilidad presidenciales señalan que la calificación está, en la mayoría de los casos, por encima del 40%, sin duda un porcentaje potable para un mandatario que ya tiene el sol a las espaldas, puesto que entrega el poder en escasos ocho meses.

¿Cuáles han sido los puntos altos de la gestión este 2021? Como se dijo, el foco gubernamental ha estado puesto en una estrategia de doble carril.

En el frente sanitario, aunque fue una de las naciones que más tarde comenzó el proceso de vacunación a nivel latinoamericano, esa falencia inicial pronto quedó atrás debido a la acertada estrategia de haber utilizado dos tipos de negociación para acceder a los biológicos. De un lado, acuerdos bilaterales con los laboratorios y, por otro, la adhesión al mecanismo Covax de la Organización Mundial de la Salud, que le permitió al país acceder a más vacunas por esta vía.

Precisamente por ello es que diez meses después de iniciar la inmunización Colombia está en el top 10 de países con más cobertura en vacunación anticovid. La mira está puesta en cerrar el año con no menos del 90% de los colombianos con al menos una dosis del biológico y un poco más del 60% con el esquema completo de protección. Incluso nuestra nación comenzó la vacunación de menores de edad y la administración de dosis de refuerzo más temprano que muchas otras de nuestra área y otras latitudes.

A hoy el país ya tiene más de cinco millones de contagios y se acerca a 130 mil víctimas mortales. Es evidente que sin la eficiencia en el sistema vacunación, esa cifra de enfermos y decesos sería mucho más alta. No hay que olvidar que entre junio y julio se dio el pico más crítico de la pandemia, con más de 700 fallecimientos diarios.

Colombia ha recibido a la fecha más de 70 millones de dosis de las distintas marcas de vacunas y, salvo pocas ocasiones, la distribución de las mismas a las regiones no ha tenido ninguna interrupción grave.



Reactivación a todo ritmo

Por otra parte, resulta claro que el proceso de reactivación social y económica en nuestro país ha sido uno de los más dinámicos a nivel regional e incluso entre las naciones que hacen parte de la OCDE. Prueba de ello es que todas las previsiones en torno a cuánto crecerá la economía local apuntan a un inédito porcentaje del 10% del PIB, lo que evidencia claramente que no solo se alcanzaron los niveles prepandemia en muchos indicadores y rubros, sino que en algunos hay progresiones superiores a las de 2019.

Las tasas de comercio, industria, consumo de hogares, inversión, exportaciones, construcción de vivienda, turismo y otros sectores mantienen una tendencia positiva hace meses. De igual manera, el desempleo, que en mayo del año pasado, en medio de la etapa más fuerte de la cuarentena, llegó a estar en un 21%, se encuentra ahora alrededor del 11%. Incluso los cálculos del propio Ejecutivo sostienen que se han recuperado por lo menos tres millones de plazas y faltarían 500 mil para igualar el escenario de marzo 2020, antes de iniciar la crisis.

Por otra parte, no pocos analistas consideran que el desempeño fiscal y la seriedad de la política económica colombiana fueron el activo que impidió que cuando dos calificadoras de riesgo le quitaron el grado de inversión al país, esa nota no se tradujera en una estampida de capitales como tampoco en un encarecimiento de la deuda externa. Por el contrario, Colombia cierra este año con un fondeo de recursos de la banca multilateral sin antecedentes y la demanda en la colocación de bonos y títulos oficiales en los mercados locales y externos comprueba que los inversionistas continúan teniendo alta confianza en el país.

Es evidente que en el plano fiscal el Gobierno ha tenido un desempeño superlativo y la mayor prueba de ello es que esta semana anunció un reajuste a la baja de la tasa de déficit, pese a que el endeudamiento creció.

Llegar a esta instancia no fue fácil. No hay que olvidar la crisis social y política que se generó en abril por cuenta de la presentación de un drástico proyecto de reforma tributaria por parte del entonces ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla. Esa fue la mecha que prendió la ola de paros y protestas en el segundo trimestre, que puso en jaque al país.

El relevo en la cartera resultó un acierto. La llegada de José Manuel Restrepo cambió el tono frente al Congreso y demás sectores políticos, económicos, sociales, sindicales e institucionales, al punto que en cuestión de semanas consensuó y redactó un nuevo proyecto de reforma tributaria que radicó el 24 de agosto y fue aprobado el 7 de septiembre, en tiempo récord.

Esa iniciativa, denominada de Inversión Social, es sin duda uno de los principales aciertos del año para la Casa de Nariño, porque no solo estableció nuevas fuentes de recursos para disminuir el hueco presupuestal dejado por la inversión o redireccionamiento de más de 40 billones de pesos en año y medio para atender la crisis sanitaria, sino porque aseguró los recursos para que el Gobierno pudiera extender los subsidios y programas asistenciales a personas, familias y empresas más golpeadas por la crisis pandémica.

El efecto de estos apoyos estatales es, sin duda, otro de los elementos que explica por qué un Presidente que está a ocho meses de dejar el poder y que ha tenido que enfrentar la más grave crisis sanitaria, social y económica de las últimas décadas, cuenta con porcentaje de aprobación positivo dada la difícil coyuntura.

Es claro que Duque ha sabido implementar una política social audaz, equilibrada y estructural, ajena a cualquier asomo populista y cuidando de que los billonarios presupuestos para apoyar a los más afectados por la crisis no agravaran el panorama fiscal ni la capacidad del país para honrar el pago de las obligaciones nacionales e internacionales.

Un foco de equidad que quedó aún más evidente esta semana cuando, por iniciativa del propio Jefe de Estado, en cuestión de apenas tres días y con un consenso inédito con empresarios y centrales obreras, se logró un acuerdo para elevar el salario mínimo mensual para 2022 en un 10,07%, el reajuste más alto en términos reales en los últimos 30 años.

Obviamente el impacto de la crisis ha sido particularmente drástico para nuestro país pero es indudable que la política económica y social aplicada este año ya debe haber producido una rebaja de varios puntos en las tasas de pobreza y pobreza extrema que se dispararon el año pasado, llegando la primera a un 42%. Es claro que subsidios como Ingreso Solidario, los incentivos para contratación de jóvenes y la matrícula cero para los estudiantes de universidades públicas de los estratos 1, 2 y 3 deben tener un impacto en esos indicadores.



Altibajos en seguridad

En el flanco del orden público y la seguridad el Gobierno cierra este año con altos contrastes.

De un lado, resulta innegable que muchos departamentos y municipios, tanto en las zonas urbanas como rurales, están presentando picos de inseguridad y desorden público que se reflejan en una tendencia al alza en homicidios, masacres, desplazamiento forzado y otros delitos de alto impacto, especialmente el hurto con violencia.

Sin duda entre los hechos más complicados de este 2021 está lo ocurrido en Cúcuta y el Catatumbo, en Norte de Santander.

En la primera ciudad no solo se produjo un atentado con carro-bomba contra la Brigada 30 del Ejército, sino que semanas después la vida del propio Duque estuvo en peligro cuando el helicóptero en que se aprestaba a aterrizar en el aeropuerto Camilo Daza fue impactado por varios tiros de fusil.

En esa capital se han presentado varios ataques más contra fuerza pública, masacres y homicidios selectivos que claramente tienen que ver con el accionar de facciones del Eln, las disidencias y reincidencias de las Farc, así como de grupos narcotraficantes que se disputan a sangre y fuego el dominio de los narcocultivos en la región y las rutas de tráfico de drogas hacia Venezuela.

En cuanto a la lucha contra el narcotráfico, este año ya está marcando de nuevo récord en materia de incautación de cocaína, heroína y otros estupefacientes, pero lamentablemente no se alcanzará a cumplir la meta de radicación de 130 mil hectáreas de sembradíos ilegales.  

No hay que olvidar que a mediados del año se presentó una contradicción entre los informes de la ONU y el de Estados Unidos al respecto, ya que mientras el primero señalaba una reducción del 7% en la extensión de los cocales, cayendo a 143 mil hectáreas, el segundo advertía un crecimiento hasta las 245 mil hectáreas al cierre 2020.

También es claro que una de las grandes metas que tenía el Gobierno, referida a poder viabilizar la reanudación de la fumigación con glifosato sobre los narcocultivos, no fue posible concretarla este año tampoco.

Por el lado positivo, sin duda la captura de alias ‘Otoniel’, máximo cabecilla del ‘Cartel del Golfo’, el delincuente más buscado de los últimos años, es un triunfo de alta valía para la Fuerza Pública y el Gobierno. Igual puede decirse de varios golpes a la cúpula del Eln, bandas criminales como ‘Caparros’ y los grupos residuales de las Farc. Claro, todo esto sin desconocer que las bajas más importantes a estas últimas se registraron en Venezuela con los asesinatos de los alias ‘Santrich’, ‘El paisa’ y ‘Romaña’, al parecer por disputas internas por temas de narcotráfico y la pelea entre las facciones de alias ‘Iván Márquez’ y ‘Gentil Duarte’.

En cuanto la seguridad urbana es evidente que el mayor desafío que enfrentó el Gobierno este año se relaciona con los paros que se registraron en abril y junio, una parte de los cuales degeneró en vandalismo, asonadas, terrorismo y bloqueos viales.

No hay que olvidar que el Ejecutivo terminó metido en una difícil situación, ya que mientras algunos sectores exigían del Gobierno actuar con máxima contundencia y aplicación del principio de autoridad para contener a los vándalos y desbloquear el país, otros advertían sobre un exceso en el uso de la fuerza por parte de la Policía y la penalización de la protesta social.

Flanco externo

Sin duda alguna uno de los frentes más prolíficos del presidente Duque este año ha sido el internacional. El Jefe de Estado viajó a Asia, Europa, Estados Unidos y América Latina. En esas giras reportó acuerdos sobre billonarias inversiones en Colombia, al tiempo que reforzó alianza geopolíticas de primer nivel para Bogotá, especialmente con el gobierno Biden.

Tampoco se puede dejar de lado el protagonismo del Jefe de Estado en el tema ambiental, expresado -por ejemplo- en el  liderazgo para la firma del Pacto de Leticia -cuyo objetivo es proteger la cuenca amazónica- o las propuestas que llevó a la reciente cumbre sobre cambio climático en Escocia, que fueron reconocidas por la comunidad internacional.

Obviamente en uno de los principales énfasis de política externa, como lo es la lucha contra la dictadura venezolana, el balance del año es agridulce. Si bien es cierto que la política de regulación de migrantes aplicada por el Gobierno ha sido reconocida como un ejemplo a nivel global, no se puede desconocer que el año termina con Nicolás Maduro más aferrado al poder. Todo ello con el agravante para nuestro país de que la complicidad del régimen chavista con el Eln y las reincidencias de las Farc ha hecho de la seguridad en la frontera un reto muy complicado. Tampoco se pudo avanzar con Cuba para que extradite a los jefes elenos.

Debe resaltarse, por otra parte, que Colombia accedió durante el último año a altos cargos en instancias mundiales y continentales, lo que sin duda es un reconocimiento a la política internacional gubernamental.

Por último, al decir de los expertos, fue eficiente la forma en que la representación colombiana defendió los intereses del país ante la Corte Internacional de Justicia, en La Haya, en el marco de las audiencias verbales por las dos demandas de Nicaragua contra nuestro país.



Maniobras políticas

El frente político, sin duda alguna, ha sido uno de los más movidos para la Casa de Nariño este año. En materia de gabinete se operaron varios cambios forzados por crisis políticas, como la reforma tributaria presentada por Carrasquilla, la intempestiva dimisión de Claudia Blum en la Cancillería o las confusas circunstancias que llevaron a la renuncia de Karen Abudinen a la cartera de las TIC en medio del escándalo de corrupción por el contrato con Centros Poblados.

Duque aplicó estos y otros cambios de manera acertada en el gabinete, neutralizando lo más posible los efectos del remezón político.

Es cuanto a la agenda parlamentaria de Gobierno, la logró avanzar en su mayoría. No solo por la reforma de Inversión Social o el Presupuesto General para 2022, sino por otras iniciativas igualmente importantes, como los ajustes al código disciplinario y régimen de carrera de la Policía; la disminución de la jornada laboral, más alivios en créditos del Icetex, la ley base del Ministerio de Ciencias, nueva política sobre agroinsumos, transición energética, ley de acción climática y está pendiente, esta semana en sesiones extras, el proyecto de ley de seguridad ciudadana para combatir la reincidencia criminal.

Pero no todo fue positivo. La ratificación del Acuerdo de Escazú continúa pendiente en el Congreso y las reformas de fondo en materia pensional, laboral, judicial y política no aparecieron. La Casa de Nariño tampoco apoyó los proyectos para la autorregulación y depuración del Congreso, pese a ser prioridad para la opinión pública.

En cuanto a la coalición gobiernista, de la que hacen parte el Centro Democrático, los conservadores y La U, principalmente, funcionó en los momentos clave, como la negativa de las mociones de censura contra el titular de Defensa, Diego Molano.

Duque también sumó puntos positivos en temas clave como el pago por parte de las aseguradoras de las contingencias billonarias en el proyecto de Hidroituango, el visto bueno para que Ecopetrol comprara las acciones de la Nación en ISA, el arranque por fin del complejo vial del Túnel de la Línea, el respaldo al Metro de Bogotá, el avance en la licitación del proyecto de navegabilidad del río Magdalena, el impulso decidido a la transición energética, el boom de subsidios de vivienda o el ambicioso y billonario plan de infraestructura de quinta generación.

En cuanto a la implementación del acuerdo de paz, más allá de sus críticas férreas a la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) y la impunidad a los cabecillas de los ex-Farc, lo cierto es que el balance sobre los cinco años del pacto resultó positivo para el Ejecutivo en su mayor parte, salvo en lo relativo al asesinato de los desmovilizados.

La oposición, como es previsible, no le dio tregua a Duque, sobre todo por temas como el escándalo del Mintic, la inseguridad urbana, los asesinatos de líderes sociales y desmovilizados, el manejo de los paros, falencias en la asistencia a la crisis invernal, fallas en la implementación del acuerdo de paz, demoras en la reconstrucción de San Andrés e incluso los señalamientos por su presunta injerencia -indirecta o directa- en la campaña presidencial…

En síntesis, bien podría decirse que el Presidente cierra un 2021 bastante movido, con crisis en distintos flancos en las que tuvo más aciertos que descaches. Logró en la mayoría de las veces manejar la situación, recuperó iniciativa y tuvo más margen de acción, incluso por encima de la coyuntura pandémica.

Como bien lo dijera un reconocido analista esta semana: “Si a Duque le estuviera yendo tan mal como dicen sus críticos, sería el blanco principal de la campaña presidencial, tanto de tirios como troyanos, pero no es así, no está en la mira principal, y ese es un síntoma de que las cosas le están saliendo bien”.